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¿Qué es el separatismo catalán?

Espejismo, enigma, fantasma, ilusión, disparate, marasmo, malestar, pleito, accidente, resbalón, catástrofe, crisis, fiebre, suflé, laberinto, tragedia, drama, comedia, farsa, golpe de estado del siglo XXI, golpe postmoderno, revuelta, rebelión, aventura, problema, cuestión, síndrome… (separatista) catalán: todo eso se piensa sobre el desafío de los separatistas catalanes al Estado de derecho español.

Sorprende mucho, preocupa, intriga y duele la profundidad y la banalidad de la destrucción de Cataluña, la insensatez de la descomposición de España. La pregunta del millón de euros: ¿qué es el separatismo catalán? ¿Por qué se produjo este fenómeno secesionista, cómo pudo crecer tan rápido, qué consecuencias tiene y cuáles tendrá? Veamos tres análisis hechos desde Francia: el de la periodista corresponsal de Le Monde en España desde 2010, el de un reputado profesor de historia de España en París, y el de un famoso intelectual economista.

Sandrine Morel sintetiza el huracán desatado por el desafío separatista. El fresco del desafío de los independentistas es espectacular, especialmente a propósito de los hechos del otoño 2017. Es una crónica trufada de situaciones vividas y de reflexiones.

Benoît Pellistrandi abre su laberinto catalán con una cita del diputado en Cortes José Ortega y Gasset cuando en 1932 se discutió el Estatuto de Autonomía de Cataluña. El problema catalán no se puede resolver, sólo puede conllevarse, los españoles conllevarse con los catalanes y los catalanes con los españoles, es un problema perpetuo, que ha existido siempre, es anterior a la unidad peninsular, y consiste en un nacionalismo particularista, defensivo, un anhelo de vivir aparte. Elegantemente, pero ya desde el subtítulo de su libro, Pellistrandi diverge de Ortega y Gasset: el problema catalán es resoluble.

Thomas Piketty es autor del célebre El capital en el siglo XXI (2013). En su nuevo Capital e ideología (2019) dedica un capítulo a Cataluña. El síndrome catalán se basa en el egoísmo fiscal de la élite. En un mundo donde el liberalismo ha impuesto una feroz competencia, los territorios compiten con ventajas fiscales. Eso podría estar detrás del síndrome catalán, a pesar -añadimos nosotros- del infierno fiscal desplegado por la Generalitat.

El síndrome catalán se basa en el egoísmo fiscal de la élite

Thomas Piketty

De este modo, a menudo se considera que el separatismo catalán combina nacionalismo, egoísmo fiscal, enemigo exterior, odio étnico, xenofobia, supremacismo, clasismo, y una élite extractora. El independentismo catalanista ¿es un nacionalismo populista del siglo XXI? ¿Cuál es la motivación de la rebelión independentista? ¿Tiene su causa en la discriminación de Cataluña por (el resto de) España, en su explotación como colonia, en el desprecio a la lengua catalana, a las costumbres o a un supuesto carácter catalán? No parece, realmente; más bien es al contrario.

Plantear una secesión da más beneficios que conseguirla

Eric Maskin, premio Nobel de Economía

En las sociedades contemporáneas, la energía política es muy alta. La política tiene una gran presencia en el imaginario cotidiano de las personas. Más allá de la tarea tradicional de la prensa a favor del buen gobierno y en la crítica, desde mediados del siglo XX los medios de comunicación de masas y, desde hace una década, las redes sociales, sirven a la transparencia y la participación. Sin duda. Pero enfatizan los debates y las diferencias, y sobredimensionan la capacidad de la política. La nueva política se configura como un espectáculo y se basa más en la identidad y en la confrontación que en no valores morales, o en posiciones ideológicas o en intereses económicos.

Una elite extractora creó, dirigió y se beneficia del separatismo catalán

En este contexto el separatismo catalán ha tenido todos los elementos para fructificar como una grave confrontación social y un hondo desafío al Estado de derecho y la democracia. Ha combinado todos los elementos disolventes, ha tenido todos los medios de comunicación, durante décadas un gobierno regional y los independentistas catalanes han sido libérrimos en sus desmanes e impunes frente al gobierno central y a los tribunales. Ahora, pues, se recoge la cosecha del largo desafío separatista. Naturalmente, lo que se recoge es de una calidad semejante a lo que se sembró.

¿Quién atizó el independentismo catalán? El gobierno de la Generalitat y buena parte de la elite intelectual y empresarial barcelonesa, que ha segregado una amplia clerecía separatista. El análisis de Piketty se inscribe en este contexto. Como Piketty, muchos sostienen que la razón del independentismo es el interés fiscal de la burguesía. «En las regiones ricas, los movimientos independentistas no son más que la careta de la secesión de las burguesías que intentan salirse de los marcos nacionales (donde hay que ejercer la solidaridad). […] El ejemplo catalán ilustra la fiebre de una burguesía dispuesta a cualquier cosa para abandonar el bien común.»Coincidentes con estos análisis son los de la elite extractora. La élite catalana está desecha[6], el crédito de sus exponentes es nulo, y será difícil recomponer su papel social. Sin duda, hay un problema general en la selección de los gobernantes en muchos países, entre ellos España.

Conclusiones

  • El separatismo catalán ha conjugado toda suerte de elementos y argumentos en un mix que ha resultado potentísimo.
  • En el popurrí separatista el egoísmo fiscal es un elemento no menor. Para ser eficaz, debe recubrirse de desprecio, de odio y, finalmente, de violencia.

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