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Jordi Galves disgustado hasta con Puigdemont

El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont Foto: Europa Press

Jordi Galves, en laRepública.cat, lamenta tener que decir Adéu a Laura Borràs, ahora que anda en pleitos. Al parecer, hay una vasta conspiración contra ella, que la pobre no detectó a tiempo: «Ya debería haber desconfiado cuando Felipe VI la recibió con el elogio envenenado de considerarla futura presidenta de la Generalitat (…) Debería haber recordado que nuestros entrañables amigos españoles usan el veneno, que así asesinaron al presidente independentista Pau Claris.» 

¿Independentista? La aplicación de un adjetivo actual a un personaje del siglo XVII tiene un rigor histórico nulo, pero eso no importa. Galves y otros de su gremio se dedican a crear, no un relato, que es lo que dicen los pedantes, sinó algo más elemental: están creando emociones. 

La conspiración viene de lejos: «Siempre que Cataluña les da miedo van a romper las piernas al Messi que que nos preside, van a matarnos al líder o a neutralizarlo con el exilio (…) Han utilizado en contra de Laura Borràs la misma estrategia que usaron con [aquí sigue la lista de todos los presos] (…) La verdad es que Borràs les da mucho miedo y han acabado con ella.» Pues sí que era frágil.

Si realmente han acabado con ella, eso constituye otra derrota colectiva: «Antes hablábamos del carisma y de la notable popularidad de Laura Borràs, de su estimulante aparición mediática, y ahora sólo se habla de su defensa judicial.» Y que quede claro que «la acusación, de hecho, no es una acusación. Sólo es un pretexto, sólo es una excusa para reventarle la vida si pueden».

No solamente es inocente sino que todos los otros son culpables, y no solamente los españoles, que lo deben ser de nacimiento, también existe el enemigo interno: «Van contra Laura Borràs, de Vox hasta la CUP, los mismos que contra Carles Puigdemont y contra Quim Torra, los que niegan legitimidad democrática al independentismo que gana reiteradamente las elecciones en Cataluña.»

El malestar de Galves alcanza hasta la misma cumbre del independentismo propiamente dicho, el unilateral y nada vacilante: «Me molesta que el presidente Puigdemont me diga en Perpiñán que me prepare, que me prepare bien preparado, y que después me castigue con meses de silencio.»

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