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ENTREVISTA | José Antonio Zarzalejos: «Los intelectuales que secundan a Torra son un auténtico peligro para las libertades ciudadanas»

El columnista de ‘El Confidencial’ cree firmemente que la corrección política supone una amenaza para la libertad de expresión

El columnista de 'El Confidencial', José Antonio Zarzalejos.

El periodista José Antonio Zarzalejos (1954, Bilbao) no solo debe su prestigio periodístico a haber sido director de cabeceras tan importantes como El Correo o ABC, sino también a los agudos análisis políticos que publica puntualmente en El Periódico o El Confidencial. En esta entrevista con El Liberal, Zarzalejos pasa revista a los puntos más candentes de la actualidad, mostrándose especialmente crítico con la «intolerancia y reactividad» de la opciones políticas extremas, sean éstas de izquierda o derecha.

Tal y como mencionaba usted mismo en un artículo reciente, Pedro Sánchez nunca ha pensado en pactar un Gobierno con los populares. ¿Se está equivocando Sánchez?

La situación política es muy lábil. También se negó Sánchez a gobernar con Podemos y vetó expresamente a Pablo Iglesias. Hoy todo es diferente. En una situación socio-económica, sanitaria y de crisis institucional como la que se va a desatar en el otoño, sería razonable que el Gobierno buscase fórmulas de entendimiento con el PP, y a la inversa. La Unión Europea lo entendería como un avance en la madurez de nuestro modelo político. Estamos en una situación excepcional que requiere respuestas diferentes a las rutinarias u ordinarias.

Tanto el portavoz de Podemos, Pablo Echenique, como el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, han criticado en los últimos tiempos la labor del periodista Vicente Vallés. ¿Debemos «naturalizar» estas críticas, como defiende Iglesias?

La libertad de expresión la disfrutan también los políticos y los cargos públicos. Esa, creo, no es la cuestión. Lo es que existen unas reglas de compromiso muy consolidadas en los sistemas democráticos que consisten en la asunción de roles. Según estos, los dirigentes se someten al sistema institucional y social de contrapoderes —oposición y crítica— y, entre ellos, el que representan los medios de comunicación respecto de los que el Gobierno asume que su función puede ser hostil sin incurrir ni en el insulto ni en atribuciones falsas o calumniosas. Y a ese frente no se responde nominativamente, sino de forma genérica. Y mucho menos, personalmente, respecto de un periodista.

El caso que me plantea es un ejemplo de varias cosas: inexperiencia en la gestión pública, intolerancia ante la discrepancia, una cultura interna agresiva respecto de la disidencia y, en el fondo, una expresión de grave inseguridad, en este caso tanto de Podemos como de sus dirigentes, especialmente de Pablo Iglesias.

«El monolingüismo al que aspira el independentismo forma parte del ideario populista que conlleva. Es una forma de esencialismo anacrónico pero, por desgracia, reactualizado»

José Antonio Zarzalejos

Por otra parte, asociaciones de prensa han condenado el veto de Vox a periodistas críticos con su formación. ¿Le sorprende esta similitud entre dos partidos aparentemente tan distintos?

No. La intolerancia y la reactividad son características de las opciones ideológicas y políticas extremas, sean de derecha o de izquierda.

Recientemente, la Consejera de Cultura de la Generalitat, Mariàngela Vilallonga, protestó porque veía «demasiado castellano», tanto en TV3 como en el Parlament. ¿Ve adecuadas las políticas lingüísticas que aplica la Generalitat en Cataluña?

Creo que es un tema superado. Cataluña es mestiza en todo, prácticamente bilingüe con dos idiomas que se hablan predominantemente —castellano y catalán— según las zonas. Los medios públicos de comunicación catalanes han de atender también a esa realidad, consolidando el bilingüismo. El monolingüismo al que aspira el independentismo forma parte del ideario populista que conlleva. Es una forma de esencialismo anacrónico pero, por desgracia, reactualizado. La consejera es bastante inocua. Joaquim Torra, menos. Y los intelectuales —mal llamados así— que lo secundan, un auténtico peligro para las libertades ciudadanas.

«Tal y como está planteada la mesa de negociación catalana en el pacto entre el PSOE y ERC, no veo que tenga viabilidad alguna. Se sostiene en la nada jurídica e intenciones gaseosas»

¿Y confía en los resultados que pueda ofrecer la mesa de negociación entablada entre el Gobierno y el nacionalismo catalán?

Tal y como está planteada en el pacto entre el PSOE y ERC, no veo que tenga viabilidad alguna. Se sostiene en la nada jurídica e intenciones gaseosas, en ensoñaciones por parte de los republicanos y en un voluntarismo socialista que sólo será útil si reconduce las pretensiones segregacionistas hacia la sostenibilidad y robustecimiento del autogobierno estatutario, incluso federalizando el modelo territorial del Estado constitucional de 1978.

El nacionalismo ha arrasado en Euskadi, obteniendo uno de los mejores resultados de su historia. Por su parte, el constitucionalismo ha perdido 17 escaños en esta comunidad en los últimos diez años. ¿Qué lección cabe extraer de ello?

Que la realidad social vasca es más compleja de lo que parece, que la memoria de ETA es frágil, que la operación del PNV de convertirse en una gestora de los intereses de Euskadi ha funcionado incluso con la derecha españolista y que la coalición EH BILDU ha depredado el discurso de izquierda radical de Podemos, ha absorbido a parte de su electorado y se ofrece como una alternativa, abertzale pero netamente izquierdista, al PNV.

Los nacionalistas no pretenden que el País Vasco se desgaje del Estado sino que el Estado no esté presente en la comunidad. Es una forma de separatismo muy peculiar, pero funciona. Allí no hay rastro de la Administración Central, de los símbolos del Estado ni de las funciones de otras instancias institucionales. Y todo ello con un sistema de financiación diferenciado que hace muy bilateral —¿confederal?— la relación con el Gobierno. El autogobierno vasco es, así, imbatible y que su conducción política sea nacionalista se ha asumido —tras el alivio de que el terrorismo haya remitido completamente— como una especie de dogma laico transversal en la sociedad vasca.

«Los nacionalistas no pretenden que el País Vasco se desgaje del Estado sino que el Estado no esté presente en la comunidad»

José Antonio Zarzalejos

Para José Luis Rodríguez Zapatero, Ciudadanos ha sido una de las peores experiencias de la democracia. ¿Acierta el expresidente?

Ciudadanos, no. La gestión de Ciudadanos por Albert Rivera entre diciembre de 2018 y noviembre de 2019, ha sido una decepción. No compro la opinión de Zapatero porque la matizo: Ciudadanos —en su mejor momento electoral en abril de 2019— fue una experiencia fallida cuando pudo ser un éxito completo.

150 intelectuales han suscrito una manifiesto en Harper’s magazine contra el clima de intolerancia y censura que parece haberse instalado en parte del progresismo. ¿Supone la corrección política una amenaza para la libertad de expresión?

Rotundamente, sí.

«El derribo de estatuas es una expresión de intolerancia colectiva, con trazas violentas y que nos retrotraen a una sociedad que no tiene anclajes en el pasado»

José Antonio Zarzalejos

Tras el derribo de estatuas durante las protestas por la muerte de George Floyd, algunas voces sugieren que ciertos monumentos deberían exhibir un cartel que los contextualice. ¿Es una buena idea?

Estamos ante un problema de sectarismo ideológico y de emotividad desbocada que trae causa de la ignorancia histórica. Es un fracaso de la memoria colectiva. Del hundimiento de la enseñanza de las humanidades. En ciertos casos, contextualizar es preciso. En otros, es una gesticulación apaciguadora. Esta iconoclastia es una expresión de intolerancia colectiva, con trazas violentas y que nos retrotraen a una sociedad que no tiene anclajes en el pasado. Y de lo que sucedió se aprende. O debería aprenderse.

Añado: los hechos previos a este estallido en Estados Unidos —la brutalidad policial sobre los ciudadanos negros— son intolerables y, en esa medida, muy decepcionantes porque implican una regresión de las conductas adecuadas en los cuerpos policiales de Estados Unidos. Un problema, por cierto, que es crónico.

Según un estudio de Cambridge, España es el país del mundo que peor gestionó la pandemia entre los meses de marzo y mayo. ¿Qué opinión le merece a usted la gestión del Gobierno?

No la tengo definitiva. Faltan datos esenciales: el número de contagiados, de fallecidos, el control de los rebrotes… pero sí creo que hemos llegado a la conclusión de que hay que robustecer los mecanismos de  alerta, fortalecer el Ministerio de Sanidad, crear una Agencia Nacional de Salud y, como en otras áreas, establecer criterios federales que consisten en la colaboración, no sólo vertical, sino también horizontal entre comunidades autónomas. También es preciso relocalizar industrias sanitarias estratégicas o establecer acuerdos comerciales sólidos para la inmediata disponibilidad de material sanitario. Creo que el Gobierno tomó medidas radicales —nuestro confinamiento ha sido el más drástico de Europa— con tardanza y por razones que todavía están en discusión.

Por fin, parece necesario adaptar la normativa orgánica para incidir sobre los derechos fundamentales en el contexto de un estado de alarma diseñado en 1981 —con el de excepción y sitio— cuando el Estado no estaba desarrollado en términos autonómicos. Nuestra normativa ha mostrado obsolescencia técnica.

Óscar Benítez
Óscar Benítez
Periodista de El Liberal. Antes, fui redactor de Crónica Global y La Razón; y guionista de El Intermedio.

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SIL
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2 COMENTARIOS

  1. ¿Qué clase de estado sería España si el Estado dejara de estar presente en El País Vasco y en Cataluña? Me pregunto si esto es lo que Zarzalejos entiende por federalismo.

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