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Los hospitales aguantan el rebrote del COVID-19 pero el temor al desbordamiento persiste

Las autoridades sanitarias catalanas trabajan con la hipótesis que los casos positivos se multiplicarán sin control durante la segunda quincena de agosto

Hospital Universitario Arnau de Vilanova (Lleida) Foto: Europa Press

La menor agresividad de los últimos rebrotes de COVID-19, y el hecho de que afecten más a los jóvenes, ha frenado, al menos momentáneamente, que los hospitales catalanes vuelvan al inefable colapso que los llevó al borde del caos el pasado mes de marzo. Los equipos de atención primaria están parando por ahora el golpe del fuerte rebrote de la pandemia -con un importante sobreesfuerzo del personal- en aras de evitar lo que desde las autoridades sanitarias catalanas se empieza a intuir como terriblemente inevitable: que durante la segunda quincena de agosto la curva de contagios se disparará exponencialmente y no se descarta siquiera decretar un segundo confinamiento general.

Los hospitales catalanes viven una situación de calma tensa. Según los datos oficiales, y pese a que en España ya se ha vuelto al tremebundo ritmo de mil casos nuevos al día, los centros sanitarios están aguantando los renovados envites del COVID-19. «La cifra de ingresos hospitalarios es todavía baja, en relación a los casos positivos detectados. La incidencia y la sintomatología de esta oleada de contagios es menos grave», aseguran fuentes del Servei Català de la Salut (CatSalut).

En parte se debe a que la mayoría de los nuevos infectados son jóvenes (para los que el COVID es como una gripe leve o un resfriado común) y asintomáticos. El hecho de que se hayan multiplicado las pruebas PCR y los tests rápidos también aumenta las listas de infectados. Aunque, el elemento que parece estar siendo clave para que la pandemia no se haya vuelto a desbocar es que «el nuevo rebrote del coronavirus no es tan virulento como el anterior«, indican desde el CatSalut. Como si el virus también se hubiera tomado unas pequeñas vacaciones después de meses causando estragos.

El doble de urgencias

La Conselleria de Salut sostiene que el 4% de los casos que se atienden en las urgencias de los centros hospitalarios catalanes son infecciones por coronavirus, frente al 2% que se contabilizaba hace solo una semana. Aunque todavía se hable de números pequeños, la cifra se ha duplicado. «El sistema sanitario no está al límite pero la tendencia es preocupante», reconoce Adrià Comella. Director del CatSalut.

Mientras los hospitales resisten el foco está puesto ahora en la atención primaria, que ha pasado de atender a 2.500 personas en la semana de la verbena de Sant Joan (la última de junio) a 8.551 esta última semana. «El crecimiento es del 317%, pero estamos lejos de la saturación del sistema, aunque las curvas de contagios muestran un claro aumento», subraya con cierta angustia Comella.

Los sanitarios paran el golpe

El golpe se está parando en buena parte porque el personal sanitario de los ambulatorios sigue al pie del cañón, dándolo todo, pese a que parte de las plantillas está de vacaciones (se les ha obligado a descansar en julio y agosto, y en menor medida a principios de septiembre, para que estén frescos para otoño) y pese a que no se les ha puesto ningún tipo de refuerzo.

Por no ayudarles (aunque sea económicamente), ni siquiera se les ha pagado aún (parece que fue como una de esas ‘promesas electorales que nunca se cumplen’) la denominada ‘paga de héroes’, la que iban a recibir por su esfuerzo titánico en primavera, ese que merecía el aplauso unánime desde los balcones. Solamente se les ha regularizado salarialmente a los empleados del Institut Català de la Salut (ICS) un complemento denominado DPO (dirección por objetivos) que el año pasado «se cobraba al 50% y que este 2020 ya estaba previsto situar al 100% aunque no se hubiera declarado la pandemia ni el estado de alarma», corroboran fuentes sindicales.

Sin sobresueldos

En lugar de aumento de sueldo, los sanitarios de los ambulatorios catalanes -médicos y personal de enfermería- ha recibido un aumento de las obligaciones y las tareas. Los equipos de los Centros de Atención Primaria (CAP) tienen que multiplicarse para hacer las pruebas PCR presenciales y también los test en visitas domiciliarias, para visitar en el ambulatorio a los pacientes con síntomas de COVID-19, para mantener el seguimiento de los enfermos confirmados, y confinados en sus casas, y para atender las llamadas telefónicas de contención. Eso sin tener en cuenta los casos urgentes de cualquier otra sintomatología. «Es muchísima carga de trabajo», denuncia el sindicato de enfermería.

Pero, como casi siempre, lo peor está por venir. Las autoridades sanitarias catalanas hace tiempo que juegan con la hipótesis (incluso antes de que se declararán los brotes de Lleida y de L’Hospitalet) de que de la segunda semana de agosto puede ser catastrófica. Incluso, se empieza a especular con que ese rebrote masivo se adelante a la primera o la segunda semana del próximo mes si la curva de contagios de coronavirus continúa con su progresión geométrica.

Sube la edad de contagio

Además, están surgiendo otros elementos de alarma, como la edad de los afectados. Si en los primeros rebrotes se hablaba mayoritariamente de jóvenes, la última oleada de contagios ya afecta «a personas de mayor edad», que se habrían contagiado en el ámbito familiar, presumiblemente de los miembros más jóvenes de la familia

Esta próxima semana el CatSalut tiene previsto ampliar su plantilla de rastreadores con 500 nuevos agentes que apoyarán a los equipos de atención primaria. Su objetivo será identificar a entre 10 y 15 contactos de primer nivel (o contactos estrechos) por cada positivo diagnosticado. «Es la única forma de cortar la cadena antes de que acabe afectando a los eslabones más débiles», reconoce un facultativo del CatSalut.

¿A tiempo?

Pero a la vez se está extendiendo el temor a que, de nuevo, no se haya reaccionado adecuadamente como ya ocurrió en marzo y en octubre (a más tardar) el coronavirus vuelva a explosionar (esta vez con una mutación que previsiblemente lo hará todavía más contagioso, aunque menos letal) poniendo al sistema sanitario catalán y a la población en situación de stress. Pero son muchos los que creen que una respuesta eficiente: el rastreo de los positivos, la protección de la población más vulnerable, mayores de 70 años, los test y las mascarillas y la distancia social, pueden evitar acudir al confinamientos total.

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