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A la espera de la dimisión de Bartomeu el independentismo se apresta al control absoluto del Barça

El club debe convocar en los próximos 20 días un proceso de votación de apoyo o rechazo a la junta directiva

Vista de uno de los carteles de la moción.

De los 143.000 socios que tiene actualmente el FC Barcelona, cerca de 20.000 han dado su apoyo a la propuesta de moción de censura contra la actual junta directiva del club, presidida por Josep Maria Bartomeu. 16.521 firmas han sido ya validadas por la llamada Mesa de Voto, logrando así el número necesario para que la moción de censura pueda llevarse adelante. El club tendrá que convocar ahora un proceso de votación en los próximos 20 días para que los socios muestren su apoyo o rechazo a la directiva de Bartomeu. Para que la moción de censura prospere y la actual junta sea relevada será necesario el respaldo del 66.6% de los socios. De no ser así, Bartomeu seguirá al frente de Can Barça hasta marzo 2021, fecha en la que están previstas nuevas elecciones. No obstante la presión para que Bartomeu dimita y evitar el referéndum se ha recrudecido y en las próximas horas se espera que el todavía presidente se manfieste.

La moción ha sido promovida por los integrantes de la precandidatura #NouImpulsFCB, Jordi Farré y Josep Triado. Pero en la difusión de la misma han participado todos aquellos que desean que Bartomeu abandone el club. Entre ellos, otros precandidatos con más peso mediático como Víctor Font, quien podría concurrir a las elecciones junto al ex presidente Joan Laporta. Precisamente, Laporta se vio también sometido en su día a un proceso similar que logró superar al no conseguir los promotores de la moción el respaldo necesario en votos.

El apoyo de Bartomeu a Torra

Sea como sea, lo cierto es que el separatismo ansía hacerse con la presidencia del club porque considera que el Barça sería un excelente difusor de su proyecto independentista a nivel mundial. De nada le han servido a Bartomeu gestos como, por ejemplo, comunicado del Barça en contra de la inhabilitación de Quim Torra y su apoyo al ya ex presidente. La directiva del club calificó de «desproporcionada» la condena refrendada por el Tribunal Supremo, al que acusó de vulnerar «gravemente la voluntad democrática de la ciudadanía expresada libremente en las urnas». Todo ello a pesar de que Torra no fue elegido por los ciudadanos sino por Carles Puigdemont, que sí había concurrido como número 1 de la lista de JxCat desde Bruselas.

El comunicado de Bartomeu desagradó a los socios no separatistas del club y a los independentistas ya no les sirvió como muestra de apoyo al proyecto. Ni unos ni otros están tampoco cómodos con el llamado #BarçaGate, que este miércoles ha dado un paso más hacia el escándalo al conocerse que la juez encargada de la instrucción ha encontrado «indicios de delito» por lo que ha ordenado prorrogar la investigación sobre la contratación de diversas empresas, por parte de la directiva de Bartomeu, para monitorizar las redes sociales. Según ha publicado La Vanguardia, el caso sigue bajo secreto de sumario para evitar «cualquier riesgo de desaparición de pruebas esenciales». Destapado por la Ser, el #BarçaGate fue denunciado ante los tribunales por el colectivo Dignitat Blaugrana y ha sido uno de los mayores quebraderos de cabeza para Bartomeu en un 2020 que, además de la pandemia, ha llevado a Can Barça otros escándalos como el amago de Messi de marcharse del club.

Así las cosas, las novedades judiciales y la moción de censura han llevado a precandidatos como Víctor Font o al think tank El Senyor Lobo a exigir a Bartomeu su dimisión inmediata o, al menos, que la junta deje de tomar decisiones importantes en tanto en cuanto no se resuelva la votación entre los socios. Mientras tanto, el separatismo se preparara para apropiarse del club a través de Font y Laporta y no sería de extrañar que, de la mano del segundo, y según han publicado algunos medios deportivos, retornara a la casa Pep Guardiola, que, además de entrenador, ha sido uno de los grandes apoyos del separatismo fuera de Cataluña. De ser así, el independentismo podría conseguir la proyección internacional que no han logrado ni con Carles Puigdemont ni con las delirantes campañas de la Assemblea Nacional Catalana.

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