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La importancia de controlar el territorio -Vicent Partal-

El Rey Felipe VI (Europa Press).

Vicent Partal, en Vilaweb ——, opina que las últimas visitas reales «demuestran una enorme impotencia» y a partir de ahí aborda algo que «todos sabemos que es muy importante, sino fundamental: el control del territorio».

La necesidad de controlar un territorio como elemento esencial de un Estado está fuera de discusión, y el independentismo de la última década ha alimentado la fantasía que el control del territorio de la Generalitat de Cataluña está a su alcance. Detrás del simbolismo de las grandes concentraciones y de las protestas centradas en cortes de circulación está el proyecto de controlar el territorio, mediante los instrumentos de coerción necesarios para expulsar a los servidores del viejo Estado y sustituirlos por los impulsores del nuevo.

Partal, mezclando situaciones de muy distinta naturaleza, menciona «tres momentos de control indiscutido del territorio por parte de la Generalitat y la población catalana». No queda claro a qué cifra queda reducida la «población catalana» en esos momentos.

El primero, «los tres días posteriores a los atentados de agosto [2017], cuando la Generalitat tuvo en su mano de manera completa el orden público, llevó las relaciones internacionales e incluso en algunos momentos llegó a controlar las fronteras». Entonces «se demostró que el Principado estaba completamente preparado para funcionar como un estado independiente». Por importante y efectivo que fuera el protagonismo de la policía catalana, ni los otros organismos del Estado desaparecieron ni los Mossos de Esquadra se propusieron hacerlo desaparecer, pero los lectores de Partal suelen vivir de este tipo de ensueños.

El segundo momento, el 3 de octubre, «algo que creo que no hay ni que explicar». Ese día de 2017 hubo una huelga general oficialmente convocada por varios sindicatos minoritarios y secundada, por no decir impulsada, por el gobierno de la Generalitat, como protesta por los sucesos del día 1; lo más notable y al parecer excitante fueron numerosos cortes de carreteras.

El tercero, «el fin de semana posterior a la proclamación de la independencia». Partal especula sobre lo que hubieran debido hacer las autoridades secesionistas: «Si el 27 de octubre el gobierno y el Parlamento se hubieran trasladado a Girona y —«sobre desde aquella demarcación, pero sin renunciar por ello ni a un centímetro del territorio»— hubieran defendido la existencia constatable de un espacio ya liberado, provisional, en manos de la República Catalana, hoy la situación sería muy diferente de la que tenemos.»

En la provincia de Gerona, cree Partal que «la autoridad ejercida por las instituciones catalanas habría sido clara, gracias a la decisión tan mayoritaria de la población a su favor. Y si hubiera aguantado con un territorio controlado de hecho por un gobierno catalán independiente, Europa entonces sí, con el paso del tiempo, habría tenido el incentivo claro para intervenir que ahora no tiene. Especialmente, por la disrupción efectiva de los diversos corredores del Mediterráneo que la República Catalana habría podido aplicar a voluntad.» Puestos a especular, también podríamos pensar que «Europa», es de suponer que se refiere a la Unión Europea, hubiera tenido también el incentivo de apoyar la firmeza necesaria para desbloquear las carreteras y las vías ferroviarias que la incipiente «República» estaría saboteando.

¿Cómo no se les ocurrió? «La obsesión por las cuatro provincias jugó a la contra, entonces, y no nos dejó ver con claridad cuál era la situación más favorable al movimiento por la independencia.»

Así pues, la gran idea hubiera sido, instaurar un estado independiente en una pequeña parte de Cataluña —«en [Gerona], y aún más en el resto de las comarcas nororientales, la existencia de España era simplemente una entelequia»— y desde allí esperar la mediación europea, dado que existiría ya la posibilidad de «presentar de manera real un conflicto sobre el control del territorio, no sobre la cifra de votantes»; esto último ya dejaría de tener importancia, ante los hechos consumados.

La evolución del pensamiento de Partal es curioso: de la independencia de los Países Catalanes, a la de las cuatro provincias, y de la de éstas a la de un reducto improvisado en torno a Gerona. Algo a medio camino entre el bosque de Sherwood donde se instaló Robin Hood y la República Social Italiana donde Mussolini aguantó un par de años al final de la segunda guerra mundial.

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