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Los paradistas de la Fira de Santa Llúcia critican las restricciones impuestas por el Ayuntamiento de Barcelona

Los visitantes se ven obligados a facilitar su nombre, apellidos y teléfono al personal situado en los dos accesos a la feria, lo que provoca el rechazo de algunos y genera colas “kilométricas” en fines de semana y festivos

Vallas perimetrales, vigilantes y personal que registra datos de los visitantes en las entradas marcan una Fira de Santa Llúcia atípica.
Vallas perimetrales, vigilantes y personal que registra datos de los visitantes en las entradas marcan una Fira de Santa Llúcia atípica.

Desde el pasado 27 de noviembre, barceloneses y foráneos pueden visitar un año más la Fira de Santa Llúcia, a los pies de la Catedral de Barcelona. Sin embargo, la 234 edición de este tradicional mercado navideño, uno de los más antiguos del mundo, pasará a la historia como una de las más atípicas debido a su nuevo formato, adaptado a la crisis sanitaria. Por indicaciones del PROCICAT, la Fira tiene un aforo limitado a 1.500 personas -ya superado durante el primer fin de semana- y está rodeada por vallas perimetrales que la aíslan de las actividades programadas por estas fechas, como el Tió gigante que se coloca a la entrada de la Catedral.

Se esperan 60.000 personas en solo cuatro días

A la Fira se accede por dos controles (de entrada y salida) supervisados por personal del consistorio barcelonés que se dedica a tomar datos personales (nombre, apellidos y teléfono) de los visitantes que quieran entrar en el recinto. «Algunas personas se niegan a dar sus datos, aunque lo peor son las colas que se generan durante los fines de semana. Veremos qué pasa durante el puente de la Inmaculada«, inquiere Albert Deulofeu, artesano y propietario de dos paradas, especializadas en cuevas y paisajes, además de presidente de la Fira de Santa Llúcia.

Este año, la Fira abre con la mitad de paradas y aforo limitado, por lo que se ha ganado más espacio para la circulación de los visitantes.

Deulofeu hace números y no lo ve claro: la feria está abierta durante 12 horas y, con el puente a la vuelta de la esquina, se pueden superar los 15.000 visitantes diarios. «Estaríamos hablando de 60.000 personas que se acercarían a la feria en solo cuatro días. Si se produjera un rebrote, se podría llegar a 300 o 400.000 contactos al cabo de una semana. ¿Tenemos rastreadores suficientes para seguir esos contactos en Cataluña? ¿Verdad que no? Quieren hacer ver que hacen algo«, afirma molesto e insiste: «Sinceramente, no sé para qué le piden los datos a la gente». En horas punta del primer fin de semana se alcanzó el aforo limitado a 1.500 personas, lo que obligó al resto a esperar fuera, haciendo cola.

“Algunas personas se niegan a dar sus datos, aunque lo peor son las colas que se generan durante los fines de semana. Veremos qué pasa durante el puente de la Inmaculada

Albert Deulofeu, artesano y presidente de la Fira de Santa Llúcia

El presidente de la Fira de Santa Llúcia también entiende el malestar de algunas familias que deberán hacer cola para entrar en la feria y también para acercarse al Tió gigante o cualquier otra actividad infantil que se organice, debido a las «horrorosas» vallas perimetrales que separan este mercado navideño del resto de emplazamientos.

A pesar de las restricciones, los paradistas hacen un buen balance del primer fin de semana y consideran que los ciudadanos no han fallado a la Fira.

«Los que han venido este año, se merecen una medalla»

Esta edición contará con menos de la mitad de los paradistas, hecho que comporta un riesgo económico «enorme», tal y como ha reconocido Deulofeu. «El año pasado había 282 paradas y ahora hemos abierto solo con 121. Los que han venido este año se merecen una medalla porque, además, deben afrontar más gasto que en el 2019. Hemos contratado seis vigilantes de seguridad de los 11 que hay en la entrada y el interior del recinto (el resto los ha puesto el Ayuntamiento), comprado dispensadores de gel hidroalcohólico, señalizado la feria y nos hemos hecho cargo de las vallas perimetrales. Esperamos recuperar toda esta inversión, porque no podemos vender figuras para el belén ni abetos en agosto o Semana Santa”, añade.

Durante la entrevista, Deulofeu insiste: «Nos parece bien que haya un aforo limitado, pero no estamos de acuerdo con que se tomen los datos de las personas. No hay necesidad: la gente está al aire libre y se respeta la distancia de seguridad. Pero el Ayuntamiento nos ha obligado: si nos negábamos, no podíamos abrir». Aunque todavía no la han cuantificado del todo, calculan que esta inversión supone el doble de los gastos de la Asociación durante el año pasado. Es decir, estaríamos hablando de unos 2.000 euros por parada.

Los feriantes confían en el previsible aumento de la afluencia durante los dos últimos días del puente de la Inmaculada.

Una feria limitada, también, por el confinamiento perimetral

El confinamiento perimetral semanal en Cataluña y municipal, durante el fin de semana, también afectará a la afluencia y de paso a las ventas, de la 234 edición de la Fira que prevén más flojas, comparadas con las del año anterior. Por eso, buena parte de los feriantes confían en los dos últimos días del puente de la Inmaculada. Al caer entre semana, se producirá una mayor movilidad de residentes de fuera de Barcelona asiduos a la feria. «Tengo clientes de Girona, Sabadell, Igualada, Manresa y Terrassa que me compran desde hace años. Este año, no tendrán otro remedio que venir entre semana», comenta un feriante.

«Nos hemos arriesgado mucho -prosigue- porque no sabíamos qué pasaría con el perimetraje ni el flujo de entrada y salida. Los dos primeros días hubo problemas y algunas personas llegaron a esperar hasta media hora. Ahora, hemos conseguido que el tiempo de espera se reduzca a 5 o 10 minutos». Aun así, admite que la feria ha ganado «en espacio y tranquilidad», ya que no hay las aglomeraciones de años atrás, incluso en fin de semana.

«Estamos dispuestos a lo que haga falta para garantizar la seguridad de la gente pero llega un punto en el que las cosas pierden su lógica. Como pedirle sus datos a la gente»

declaraciones de un paradista de la Fira de Santa Llúcia.
Coronas a base de frutas, típicas del norte de Europa, junto a bolas de Navidad con especias en su interior.

Como otros compañeros, también se ha quejado de que se tomen los datos de los visitantes. «Estamos dispuestos a lo que haga falta para garantizar la seguridad de la gente -gel hidroalcohólico, mascarilla, perimetraje, distancia de seguridad de 2,5 m2 por persona, etc.-, pero llega un punto en el que las cosas pierden su lógica».

Biden y Pau Donés, entre los «caganers» ilustres de este año

La Fira de Santa Llúcia se divide en varios sectores: figuras para el belén, verde (abetos, eucalipto, muérdago, acebo, etc.), zambombas, objetos decorativos para el árbol y el resto de la casa, cuevas y paisajes, regalos y artesanía variada. Entre las novedades de este año destacan las coronas a base de frutas y semillas (uva, piña, pasas, etc.), típicas del norte de Europa y las de especias, con canela y anís estrellado por ejemplo, que se suelen comprar para ambientar la casa; las guirnaldas de LEDs con mando para exteriores; el Caga Tió y la «puntaire» (encajera) como figuras con movimiento y, por supuesto, los «caganers» que incorporan nuevos personajes en función de la actualidad.

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Personajes como Pau Donés, el Dr. Simón, Koeman, Joe Biden, Charlie Rivel, Angus Young (ACDC) son algunos de los «caganers» del año 2020, que comparten protagonismo junto a personajes fantásticos como Pippi Calzaslargas, Lobezno, el «follet Tortuga» (Bola de Drac), el payaso de I.T. y la Hermione que acompaña a Harry Potter. Sin embargo, lo que más llama la atención son los «caganers» clásicos con mascarilla y por supuesto los sanitarios, con mascarilla y EPI. Un simpático homenaje a aquellos que han estado, y lo siguen estando, en primera línea durante los momentos más críticos de la pandemia.

Anna León
Anna León
De la radio al mundo digital. Casi dos décadas comprometida con el periodismo.

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