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La incertidumbre y las encuestas empujan a los partidos a preferir un aplazamiento de las elecciones

Por primera vez en democracia, ERC tiene en sus manos la Presidencia de la Generalitat, aunque sea de forma interina

Urnas de votación Foto: Europa Press

Los catalanes sabrán en pocas horas si el 14 de febrero tienen o no una cita con las urnas. Todo depende, aparentemente, de cómo está previsto que evolucione la pandemia del COVID-19 en las próximas semanas. Sin embargo, la realidad es que, electoralmente, a buena parte de los partidos que concurren a estos comicios le iría mucho mejor el aplazamiento a la próxima primavera, al menos para ganar tiempo y tratar de mejorar posiciones.. Y es que resulta difícil entender que sean las cifras de la pandemia las que justifiquen un aplazamiento electoral cuando entidades como el Barça van a celebrar sus elecciones, con más de 100.000 convocados a votar, sin que les afecte el virus. Por otra parte desde la Generalitat no se ha mostrado gran interés en fomentar de forma masiva el voto por correo para descargar la asistencia de votantes el día de las votaciones.

Solo el PSC se ha mostrado claramente partidario de mantener el día de San Valentín como jornada electoral autonómica. Tanto es así que desde el Gobierno central el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, ha llegado a advertir de que desplazar la fecha de las elecciones a la primavera sería un hecho sin base en la Ley Electoral General. Algo por lo que ha pedido «mucha cautela». En la Junta Electoral Central tampoco tienen claro que se puedan suspender las elecciones en las actuales circunstancias, según publica El Mundo. Es decir, sin un confinamiento domiciliario y con libertad de movimiento para los ciudadanos no sería muy lógico cancelar la cita con las urnas de febrero.

La nueva propuesta de los socialistas

El PSC podría impugnar ante los tribunales la decisión de la Generalitat si esta opta por la suspensión. Sin embargo, ha preferido plantear una alternativa basada en llevar los comicios al mes de marzo y con el Gobierno central como garante de que la situación sanitaria permite celebrar los comicios. Algo que planteará este viernes al resto de partidos en el Parlament esperando que sea apoyado por todos. Esta propuesta difícilmente será aceptada por los partidos del Govern porqué evidencia la incapacidad de los independentistas gobernantes en organizar unas elecciones compatibles con la pandemia.

En JxCat, el otro partido que parecía partidario de mantener también la cita del 14, ha bastado la advertencia del Gobierno para que cambien las tornas. Al menos en el caso del ex presidente, Quim Torra, y de ex consellers como Jordi Turull. El primero ha respondido al ministro Campo que «lo grave para la democracia es poner gente en la prisión por un referéndum». Y el segundo ha añadido que «lo grave» es «que la cúpula judicial decida, según su gusto político, quién ha de ser escogido Presidente de la Generalitat».

Sorprendentemente, dentro del mismo partido no todos piensan del mismo modo. Y, así, el vicepresidente del Parlament, Josep Costa, ha señalado en la misma red social que «no hay ninguna razón sanitaria para privar a nadie de un derecho esencial como el voto». Un mensaje retuiteado por la candidata Laura Borràs, quien ya el miércoles se mostró partidaria de no aplazar la cita electoral. Probablemente Puigdemont quiera rentabilizar el suplicatorio en el Parlamento Europeo para recuperar protagonismo y victimizarse si es aprobado o justificar su estrategia de exilio si no lo és.

La realidad es que ni a socialistas ni a posconvergentes les conviene llevar las elecciones a la próxima primavera. Los primeros han logrado dar un vuelco a las encuestas con el candidato-ministro Salvador Illa y quieren aprovechar el tirón que tiene ahora mismo el máximo responsable de la gestión de la pandemia en España, a pesar de que la situación del país no sea óptima. Si bien es cierto que podrían beneficiarse electoralmente de la campaña de vacunación en primavera, eso supondría que el candidato debería permanecer hasta entonces en Madrid, lo que anularía el factor sorpresa que les ha permitido remontar en las encuestas y lo convertiría en blanco fácil para la crítica por parte del resto de partidos.

A JxCat, por su parte, le beneficia que las elecciones se celebren en febrero, aunque el cambio de criterio pueda obedecer más a razones personales de Puigdemont que a las propio partido. Su principal adversario, ERC, está inmerso en la gestión de la pandemia, sobre todo desde los departamentos de Salud y Trabajo-Asuntos Sociales, con resultados visiblemente negativos. A ello se suma que, si el Gobierno decide indultar totalmente a Oriol Junqueras, este podría convertirse en el cabeza de lista de ERC y su capacidad de arrastre de voto entre los separatistas es, según las encuestas, mucho mayor que la del tándem Puigdemont-Borràs.

La Generalitat de ERC

ERC ha pasado de exigir elecciones cuando Quim Torra aún era presidente y los catalanes estaban encerrados en casa a justificar el aplazamiento hasta la primavera basándose en razones sanitarias. ¿Qué ha cambiado entre una postura y la otra? Probablemente, que por primera vez en democracia, el partido tiene en sus manos, aunque sea de forma interina, la Presidencia de la Generalitat y puede que intente aprovechar estos meses para demostrar de alguna manera que sí es una formación capaz de gobernar. Buen ejemplo de ello ha sido la forma en la que solventó la crisis de las ayudas a los autónomos. Después del escándalo por la dificultad de acceso a los formularios digitales, logró otorgar más de 130.000 peticiones en menos de tres semanas. En menos de un mes, todos ellos recibieron 2.000 euros en sus cuentas corrientes. Cuenta con obtener recursos del estado para ello. Además el indulto o la reforma de la sedición justificarían su apuesta por » el diálogo»,

Formaciones como Ciudadanos necesitan también más tiempo para afrontar una cita electoral. Las encuestas llevan meses augurando un desplome de la formación en Cataluña, que pasaría a obtener menos de la mitad de los escaños que ostenta actualmente. El candidato Carlos Carrizosa, elegido en agosto sin pasar por un proceso de primarias y en sustitución de la hoy popular Lorena Roldán, no es aún lo suficientemente conocido entre los posibles votantes de la formación, a pesar de llevar años siendo el azote del separatismo en el Parlament.

El candidato de Cs, Carlos Carrizosa, en una rueda de prensa (Europa Press).

En general, las encuestas no son precisamente halagüeñas para ningún partido en Cataluña, salvando los casos del PSC (por la sopresa) y de Vox, que, con Ignacio Garriga al frente, se estrenará en la cámara catalana tras las próximas elecciones. La duda en este último caso está en saber si logrará superar los cuatro escaños que le otorgan la mayoría de los sondeos. El resto de partidos, por unas cuestiones u otras, son conscientes de que, a día de hoy, es muy probable que las urnas no les sean favorables y de ahí el interés en un aplazamiento electoral que bien puede justificarse por razones de salud pública. Todo ello a pesar de que, mientras tanto, la Generalitat está en manos de un Govern que, por decirlo de alguna manera, solo puede dedicarse a tareas de mantenimiento mientras el COVID-19 y sus cada vez más numerosas mutaciones hacen estragos en la comunidad autónoma. Parece que el Barça no puede continuar sin gobierno pero Cataluña sí.

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