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ENTREVISTA | Albert Soler: «Después del asalto al Capitolio, a Trump deberíamos llamarle ‘Trumpdemont’»

El periodista retrata con acidez en 'Barretinas y estrellas’ a los protagonistas de la Cataluña ‘posprocés’

El periodista de 'El diari de Girona' Albert Soler. ÓSCAR BENÍTEZ.

Periodista en El Diari de Girona y autor de libros como Nos cansamos de vivir bien (2019), Albert Soler (Gerona, 1963) es —con permiso de Ramón de España— uno de los cronistas más cáusticos y divertidos del llamado problema catalán. De ello da fe en su última obra, Barretinas y estrellas (Editorial Peninsula), donde ha reunido las «mamarrachadas que nos regala, no el procés, que dejó hace tiempo de existir, sino aquellos que se resisten a reconocer su muerte».

Mientras su padre retrató a Puigdemont como un «vivales», Pablo Iglesias le ha comparado con un «exiliado del franquismo». ¿Cómo una misma figura suscita visiones tan diferentes?

Porque Pablo Iglesias como vicepresidente debe de tener información privilegiada que nosotros no tenemos. Nosotros pensamos que aquellos que estaban cruzando la frontera en el 39 lo hacían asustados y muertos de frío, y no. Si Pablo Iglesias dice eso, será porque aquella gente en verdad estaba de celebración. Era una verbena, en la que bailaban y comían mejillones. Y además, forrados de dinero, porque seguro que más de uno, después de llegar al exilio, conseguía que a su mujer le dieran 6.000 euros mensuales por hacer un programa de televisión, como a la esposa de Puigdemont. Es indudable que Iglesias sabe esto y por eso compara al Vivales con aquellos exiliados.

Señala que la decadencia en Cataluña es anterior al procés. Parafraseando a Vargas Llosa, ¿en qué momento se jodió Cataluña?

Yo creo que se empezó a joder cuando a alguien se le ocurrió decir que los catalanes éramos distintos a cualquier otro pueblo, porque cuando dicen «distintos», evidentemente quieren decir mejores. No sé quién fue el primero, pero se podía haber callado. Es cierto que con Pujol la cosa empezó a ir mal. Pero confieso que a veces me digo: «Ostia, ojalá estuviera otra vez Pujol al mando, aunque robase, y no esta tropa». Y si hace falta, le llevamos los maletines a Andorra. Pero por favor, que venga un tipo con medio cerebro funcionando, que Pujol al menos medio tenía. Porque a los que hay ahora no hay por dónde cogerlos. Han conseguido que añoremos a Pujol. Me pasa como con el Barçà: cuando estaba Núñez, pensaba que era un desastre, pero luego, cuando llegó Gaspart, lo eché de menos.

Por otra parte, teniendo en cuenta la involución que hemos sufrido en cuanto a presidentes catalanes, después del Vivales, de Torra, de Aragonès, etcétera, ¿qué acabaremos viendo al frente de la Generalitat? ¿A un mejillón en escabeche? Y recalco en escabeche porque un mejillón vivo seguramente tiene más cerebro que cualquiera de nuestros gobernantes.

«Cataluña se empezó a joder cuando a alguien se le ocurrió decir que los catalanes éramos distintos a cualquier otro pueblo, porque cuando dicen «distintos», evidentemente quieren decir mejores»

Sostiene que en Cataluña si no estás con el «lacismo» o tienes una bandera española en el balcón, «eres facha». Pero, ¿no ocurre lo mismo en el resto de España, donde la contundencia contra el secesionismo se asocia a la derecha?

Buena parte de culpa de que en España haya gente que se tome esta revolución como una cosa romántica es de la izquierda española, excesivamente indulgente y tímida a la hora de decir de la verdad. Es decir, que estos tipos no solo eran unos delincuentes, sino lo que es peor: unos gilipollas, porque estaba claro que no podían llegar a ningún lado con lo que hacían. Pero la izquierda, por un complejo de no ser catalogados de derechistas, ha sido muy tímida a la hora de criticar todo lo ocurrido en Cataluña. Y esto ha hecho mucho daño a los catalanes, muchos de los cuales —que se sienten españoles, catalanes y de izquierdas— esperaban que desde la izquierda de España se acudiera en su auxilio.

En cualquier caso, esto le pasará factura a la izquierda. De hecho, ya empezó a pagarla en las últimas autonómicas catalanas, en las que el voto de izquierdas se fue a Ciudadanos. Y es que hay mucha gente progresista en Cataluña que se siente huérfana, no encuentra en la izquierda quién le defienda. Dudo que se sientan representadas en los comuns. Jaume Asens, sin ir más lejos, parece un submarino de Esquerra Republicana.

Lamenta que muchos catalanes críticos con el separatismo callan por miedo a las consecuencias que puedan sufrir. ¿Está ese miedo justificado? ¿Tan caro sale no ser separatista?

Está justificado. Evidentemente, no se puede comparar la situación con la del País Vasco, donde te podían pegar un tiro en la cabeza. Pero yo entiendo perfectamente cuando la gente me para por la calle y me dice que les gusta lo que escribo y que están de acuerdo conmigo, pero seguidamente me piden disculpas no por no poder manifestar su opinión, si no por ni siquiera poner un like en mi artículo en las redes sociales. Me dicen: «Es que trabajo en un colegio», o «tengo un comercio» o «trabajo en la Administración»… Y yo lo entiendo. Al fin y al cabo, Gerona es una ciudad pequeña. Y si tienes un comercio y corre la voz de que le has dado like a un artículo de Albert Soler, puede que haya gente que no te venga a comprar. Yo no soy quién para criticar eso.

Mi caso es distinto, porque me importa un bledo lo que me digan y además me gano la vida escribiendo. Pero no deja de ser una pena que haya tanta gente que calle, porque ese silencio hace que los procesistas se sientan más fuertes.

«Para la CUP ser revolucionario no tiene nada que ver con lo que votas o apoyas, sino con dos principios irrenunciables: hablar en femenino y vestir mal»

Dedica un capítulo al brexit. ¿Qué tiene en común éste con el procés?

Todo. El brexit, como el procés, fue una idea populista que gracias a unos medios afines y a unos políticos irresponsables, echó para adelante. Al igual que aquí, consistió en echarle la culpa de todo a un enemigo externo y en hacerle creer a la gente de que solos estarían mejor. Incluso también existen paralelismos geográficas. Es decir, las zonas industriales y más cosmopolitas estaban más contra el brexit y más contra el procés; en cambio, las zonas de la Inglaterra profunda y de la Cataluña profunda estaban mucho más a favor del brexit y del procés. Y ahí no se acaban los semejanzas. Fíjese, si no, en los respectivos peinados de Boris Johnson y de Carles Puigdemont.

¿Se parece también el procés al asalto al Capitolio?

Sí, de hecho lo escribí hace poco. Son tantos los paralelismos, que yo creo que Trump en realidad se debería llamar Trumpdemont. Y no me extrañaría que, dentro de poco, si teme que la Justicia le alcance, se esconda en un maletero de un coche y huya a Waterloo. No es fácil hacer ese viaje en coche desde Washington a Waterloo, pero bien capaz es. Allí podría fundar la Internacional de líderes populistas. Y si acaba apareciendo Johnson, pues ya estarían todos.

«Durante el ‘procés’, muchos catalanes no nacionalistas esperaban que la izquierda acudiera en su auxilio»

Según usted, en caso de condena a los Pujol, estos solo tendrían que salir al balcón como cuando el caso de Banca Catalana y gritar que todo forma parte de un ataque a Cataluña. ¿Seguiría funcionando?

Allí han fallado los Pujol. Parece mentira que hayan olvidado cómo se hacen esas cosas. Pero sí, ese truco no solo sigue funcionando, sino que es la base de cualquier nacionalismo, y por supuesto también del catalán. Cualquier acusación que se vierta sobre nuestros líderes es un ataque contra el pueblo en general. Eso ya lo sabía Mussolini. Lo peor es que haya gente que se lo cree. La misma Laura Borràs, que ya viene imputada de serie por si acaso llega a presidenta, ya está diciendo que si la condenan será porque el Estado español nos quiere asfixiar. Y es que cualquier cosa, así pillen a Puigdemont merendándose a un bebé acabado de nacer, se dice que es culpa de la Justicia española y arreando.

También habrá quién se pregunte como logra la CUP votar al lado de la derecha catalana y seguir apareciendo antes sus seguidores como un partido antisistema…

¿Pero cómo no lo van a lograr si logran incluso hablar en femenino señores de edad provecta y con el pelo canoso? «Porque nosotras…». Si logran eso, pueden lograr cualquier cosa, incluso votar con la derecha. Y es que, en el fondo, son de la derecha, por más que se vistan de revolucionarios. Porque para ellos ser revolucionario no tiene nada que ver con lo que votas o apoyas, sino con dos principios irrenunciables: hablar en femenino y vestir mal.

«Como juez no indultaría a quién asegura que, como Junqueras, que lo «volverá a hacer». Pero también es cierto que solo es una manera de conseguir cuatro votos de cuatro ilusos»

Quim Torra se refirió recientemente a los etarras encarcelados como «presos políticos vascos», sin ocasionar con ello demasiado escándalo. ¿Por qué afirmaciones de ese tipo penalizan tan poco a sus autores?

Pues porque Torra es un don nadie. Ya lo era cuando ejercía de presidente, y ahora, que es un expresidente inhabilitado, todavía más. El pobre intenta soltar burradas sin cuento para hacerse notar, pero ni siquiera así. No sale ni en la tele —su tele— y tiene que contentarse con salir en un canal de YouTube, como una Rahola cualquiera, y desde ahí soltar las chorradas más grandes que se le pasan por la cabeza. Pero no le funciona. No sé en Barcelona, pero en Gerona abundan los típicos locos de la calle a los que nadie hace caso. Un día los puedes ver defecando en plena calle y no sorprenderte porque estás acostumbrado a sus locuras. Curiosamente, Torra se ha ido a vivir a Gerona, con que cualquier día lo vemos defecando en la calle sin que nadie le preste la más mínima atención.

En una entrevista a El Confidencial, Junqueras asegura que nunca renunciará a la «independencia unilateral». ¿Puede indultarse a quién afirma que «lo volverá a hacer»?

Es difícil entender que se indulte a un delincuente que amenaza con volver a delinquir. Pero cosas más raras se han visto. No sé si fue Einstein quien definió la locura como pretender hacer la misma cosa y obtener resultados distintos. Pues o Junqueras está loco —que no creo— o sabe perfectamente que haciendo lo mismo conseguirá lo mismo. Si sale de la cárcel, habrá una línea roja que no traspasará. Ahora bien, estamos en vísperas de elecciones y a la parroquia se le tiene que echar caramelos, de ahí sus declaraciones.

Resumiendo: yo como juez no indultaría a alguien que realiza una afirmación como la de Junqueras, pero también es cierto que ésta es una mentira. Solo es una manera de conseguir cuatro votos de cuatro ilusos.

Junqueras también se ha enorgullecido de que, gracias a Esquerra, el Gobierno admita que en Cataluña hay un «conflicto político». ¿Llamaría así a lo que ocurre en esta comunidad?

A mí me da mucha risa que se hable de «conflicto político». Porque yo no lo veo. Yo veo a unos tipos que están en la cárcel y a otros que huyeron de la Justicia. ¿El conflicto cuál es? ¿Colgar lazos amarillos? ¿Hacer dos o tres veces al año una manifestación? Yo no veo más conflicto que ese, que a mí no me afecta en nada. Por mí, como si quieren gritar hasta quedarse afónicos o colgar lazos amarillos hasta que les sangren las manos. Y si hay elecciones, como decía, los independentistas saben que hay una línea que no pueden franquear y no lo harán. Por lo tanto, no hay conflicto alguno. Quieren hacernos creer que hay uno para ver si así les indultan o pueden regresar de sus vacaciones pagadas. Pero conflicto lo hay en Ruanda, no aquí. ¿Que hay una gente que está en la cárcel? Allá ellos.

Óscar Benítez
Óscar Benítez
Periodista de El Liberal. Antes, fui redactor de Crónica Global y La Razón; y guionista de El Intermedio.

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