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ANÁLISIS| Si Cataluña no cambia el chip, se agravará la decadencia

Monedas.

Estos son tiempos apropiados para juzgar cómo ha manejado la Generalitat las cuentas públicas de Cataluña en los últimos años. Es obligado examinar cómo son los impuestos cobrados a los catalanes, cuáles son los gastos que la Generalitat ha decidido efectuar, qué déficit se ha generado por la diferencia entre ambas magnitudes y cuál es el volumen de la deuda pública vigente a fecha de hoy, es decir, a cuánto asciende la cuenta a pagar pendiente. Veamos.

Impuestos cobrados por la Generalitat

Es indiscutible que la presión fiscal ejercida por la Generalitat ha experimentado a lo largo de los últimos años un agravamiento excepcional, netamente superior al de cualquier otra Comunidad. Esto es patente en todos los impuestos sobre los que la Generalitat tiene competencias. Para disipar cualquier duda al respecto, citamos los casos más notorios:

1.IMPUESTO SOBRE LA RENTA. La escala autonómica catalana es la más dura de toda España y perjudica especialmente a las rentas más bajas pues empieza aplicando un 12% a los primeros 17.707 euros de renta. En las demás Comunidades se empieza aplicando un tipo entre el 9 y el 10% a los primeros 12.450 euros. Es difícil entender este castigo a las rentas más bajas.

2.IMPUESTO SOBRE EL PATRIMONIO. El mínimo exento catalán es de sólo 500.000 euros mientras que en la mayoría de las Comunidades es de 700.000 euros. Este impuesto no debería existir en ningún sitio, pero es increíble que Cataluña penalice a los patrimonios más bajos.

3.IMPUESTO DE SUCESIONES. En Cataluña existía hasta mayo de 2020 un régimen de bonificaciones muy ventajoso en las herencias de padres a hijos. Asombrosamente, el 1 de mayo de 2020 (con miles de muertos por la pandemia) entró en vigor en Cataluña un tremendo estacazo fiscal que multiplica la cuota a pagar por siete. Incomprensible. Mucho peor que en Madrid, Andalucía, Vizcaya y otras Comunidades.

4.IMPUESTO SOBRE ELECTRICAS Y TELEFONICAS. El mismo 1 de mayo de 2020 entró en vigor un Impuesto propio catalán sobre las compañías eléctricas y telefónicas, que grava la producción de electricidad en Cataluña, así como las torres, antenas y líneas de transporte de electricidad y telefonía. Este es un impuesto que de una forma u otra se repercutirá al consumidor final y que afecta a la unidad de mercado. Con la misma intensidad sólo existe un impuesto comparable en Extremadura.

5.IMPUESTO SOBRE EMISIONES DE CO2. En noviembre de este año 2021 la Generalitat exigirá a todos los catalanes que dispongan de un vehículo (3,5 millones de contribuyentes) un impuesto sobre las emisiones de CO2. La cuota media por vehículo está en 44 euros. Otro palo a los consumidores y a la industria del automóvil. Este es un impuesto propio de Cataluña que no existe en ningún sitio.

6.TASA SOBRE LOS HOTELES. La Generalitat exige un impuesto por cada día de estancia hotelera, más un recargo municipal en Barcelona. Este impuesto, increíble en una situación como la actual, no existe en ningún otro sitio, salvo Baleares.

Ya es suficiente. No hace falta explicar más. Cataluña es hoy, sin paliativos, la Comunidad Autónoma con más impuestos y con mayores tipos de gravamen. Lo peor de todo es que esa política fiscal revela un ADN totalmente contrario a lo que Cataluña necesita para atraer la inversión y la creación de empleo. Por eso no remonta la inversión extranjera en Cataluña.

Gastos públicos, déficit y deuda

El constante agravamiento de la presión fiscal ha venido motivado por una política de gastos públicos incontenible. Un botón de muestra: la Generalitat paga a 324 altos cargos unas retribuciones muy superiores a las equiparables de la Administración del Estado. La Generalitat subvenciona a una infinidad de entidades para promover objetivos políticos que tienen poco que ver con el crecimiento económico. Esos gastos tienen la prioridad. Y durante varios años esos gastos convivieron con recortes en áreas de bienestar social esenciales.

A pesar de esa fortísima presión en los ingresos, raramente se cubren los gastos. El déficit ha sido crónico y la Generalitat se ha endeudado, y mucho. En 2007 la Generalitat debía 16.000 millones. A 30.09.2020 debe 78.000 millones. La deuda se ha multiplicado por 5.

Cataluña se ha convertido en la Comunidad más endeudada de todas. Con diferencia. Le sigue Valencia con 50.000 millones y Madrid y Andalucía con 35.000 millones cada una.

Una comparación: en 2007 Madrid debía 11.000 millones. A 30.09.2020 debe 33.000. Madrid ha multiplicado por 3 (no por 5) y debe el 45% de lo que debe Cataluña.

¿A quién le pide prestado la Generalitat para cubrir el déficit?

Principalmente, a la Administración del Estado. De los 78.000 millones que debe la Generalitat, 62.000 (un 79,5%) se deben a la Administración del Estado, con intereses irrisorios. Los bonos de la Generalitat tienen un rating malísimo y es muy difícil conseguir financiación a bajo interés en los mercados. Es digno de resaltarse que los déficits de la Generalitat, motivados por su peculiar política de gastos, estén financiados por la Administración del Estado.

¿A cuánto asciende la deuda pública por cápita en Cataluña?

Los 78.000 millones que, a 30.09.2020, debe la Generalitat son la deuda específica de la Generalitat.

Pero ésta no es la única deuda pública de Cataluña. Ni mucho menos. Hay que computar además la cuota que le corresponde a Cataluña en la deuda general, que es la suma de la deuda neta de la Administración del Estado (910.000 millones), Corporaciones Locales (24.000) y Seguridad Social (72.000). Esa deuda general asciende así a 1,006 billones de euros. (Estas cifras se refieren al 30.09.2020 y se extraen el Boletín Estadístico del Banco de España).

¿Qué porcentaje le toca a Cataluña en esa deuda general?

Por población le toca: 7,67 : 47 millones = 16,32%.

Por PIB le toca: 236.800/1.245.000 = 19% (datos del 2019).

Tomando el porcentaje más bajo, la parte correspondiente a Cataluña es 16,32% s/ 1,006 billones = 164.000 millones.

En consecuencia, la deuda total de Cataluña asciende a:
78.000 + 164.000 = 242.000 millones.

Dividiendo esa deuda entre los 7,67 millones de habitantes de Cataluña resulta una deuda pública per cápita de 31.551 euros. Es una cifra para tener en cuenta.

Para comparar: la deuda per cápita de cada madrileño asciende a 26.667 euros. La diferencia procede del excesivo peso de los 78.000 millones de deuda específica de la Generalitat.

Conclusión

La política fiscal de la Generalitat en los últimos años ha venido marcada por un agravamiento excepcional de los impuestos, unido a un gran incremento de muchos gastos no vinculados al crecimiento económico. Ello ha generado déficits constantes y una deuda pública descomunal.

Esta forma de manejar las cuentas públicas lastra gravemente las oportunidades de crecimiento económico y de creación de empleo. Desgraciadamente, en medio de la pandemia, esto genera situaciones muy críticas.

Si la Generalitat no cambia el chip, se agravará la decadencia.

Jesús Santidrian
Jesús Santidrian
Inspector de hacienda jubilado

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