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Covid, crisis y decadencia

Vista de un hospital de campaña en Lleida (Europa Press).

Se ha cumplido ya un año de las famosas declaraciones “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado”, y en este plazo de tiempo, el resumen de lo que hemos sufrido se refleja en estos datos: 

  • Más de 80.000 fallecidos. 
  • Caída del PIB del 11%. 
  • Destrucción de más de 600.000 puestos de trabajo, alcanzando una cifra de paro de más del 16% (3,9 millones de desempleados). 
  • 750.000 empleos en ERTE a 31 de diciembre de 2020. 
  • 100.000 pymes desaparecidas (1 de cada 7). 

Un escenario de guerra

Refresquemos la evolución de lo acontecido. Tuvimos un completo negacionismo de la pandemia en los meses de enero a marzo del pasado año, con frases dictadas por políticos como “mata más el machismo que el virus” y otras sandeces por el estilo. Cabe recordar el cese fulminante del Jefe de Prevención de Riesgos de la Policía Nacional por recomendar en enero medidas de protección ante el riesgo que preveía, así como los informes de Seguridad Nacional al respecto en esas mismas fechas. 

Tras la fase negacionista iniciamos un confinamiento general con una sanidad colapsada y sin acceso al material de protección necesario, ni por el personal sanitario ni por la población en general: mascarillas, guantes, EPI’s,…. Y por supuesto sin respiradores y con la atención hospitalaria y de UCI’s en un absoluto colapso, aunque similar en el conjunto de países occidentales. 

Cabe recordar el cese fulminante del Jefe de Prevención de Riesgos de la Policía Nacional por recomendar en enero medidas de protección

Desde primavera se solventan en gran medida los problemas de disponibilidad de material de protección, principalmente por el esfuerzo en compras e importaciones realizado por el sector privado, quien aportó las fuentes de aprovisionamiento y aceleró la cadena logística. El principal logro gubernamental fue la puesta en marcha del puente aéreo Madrid-Shangahi por parte de la Fuerza Aérea, que palió la falta de capacidad de transporte que se sufrió mundialmente en ese momento. 

A partir de mayo y junio volvimos a nuestra esperpéntica realidad, llena de eslóganes grandilocuentes y absurdos como “Hemos vencido al virus” o “Saldremos más fuertes”, que vistos en perspectiva parecen frases de tragedias valleinclanescas. En esas fechas se prometió la aplicación “Radar covid”, menudo fracaso (espero al menos que haya costado menos que la página web del Congreso). Y los famosos rastreadores, que sí deberían ser famosos a título individual considerando los pocos de ellos que de verdad están actuando. 

Desde verano, y especialmente a partir de la segunda ola, ha sido claramente diferencial respecto a países de nuestro entorno la aplicación de medidas micro, a nivel no sólo autonomía sino municipio o área sanitaria básica, que está evidenciando su capacidad de actuación ante las sucesivas olas, conjugando gestión sanitaria con protección de la economía. Afortunadamente esta gestión de micro-detalle puede salvar muchas vidas y puestos de trabajo al mismo tiempo. Mi percepción personal al respecto es que es más bien fruto de no querer asumir decisiones políticas (y su coste) que realmente una capacidad de respuesta estratégica preparada y bien dirigida, pero demos beneficio a la duda. 

La construcción del hospital Isabel Zendal, en vez de ser un ejemplo a seguir es un marco de lucha política e ideológica

Salvando este último punto, tenemos la experiencia contrastada de las acciones desarrolladas en Asia. Países que, habiendo sufrido crisis sanitarias anteriores (gripe aviar, gripe A,….), han sabido reaccionar a tiempo. Su actuación se ha basado en tres ejes: ampliación de la capacidad de atención hospitalaria, utilización masiva de la tecnología para identificación de cadenas de transmisión de contagios y empleo de cribados masivos y continuos a la población, permitiendo identificar y aislar los casos asintomáticos más contagiosos en todo momento. 

Estas claves han sido y siguen siendo desatendidas en nuestro país de manera absolutamente inexplicable: 

  • La construcción del hospital Isabel Zendal, en vez de ser un ejemplo a seguir es un marco de lucha política e ideológica. No es ya esperpéntico si no lo siguiente. Veremos si se critica la adecuación del abandonado hospital militar de Sevilla también. 
  • Seguimos si realizar campañas de cribados masivos a la población. Y masivo es poder cribar por encima del 90% de la población de un territorio o municipio en uno a tres días, al menos en zonas con mayores niveles de transmisión y como medida de choque. 
  • Seguimos sin posibilitar el acceso de la población a formas fáciles y económicas de realización de test de covid. Sólo la CAM ha permitido desde el 1 de febrero la realización de pruebas de test de antígenos en farmacias y clínicas dentales. ¿Cuántas vidas se hubiese podido salvar habiendo tenido esta medida extendida en diciembre a toda España? ¿Cuánto vamos a tardar en extender algo tan obvio como esto?. Y ahora que aparecerán test covid con muestra de saliva, ¿los prohibiremos?. 

Y seguimos con peleas ideológicas, falta de acuerdo e inacción, agarrándonos a las vacunas como única tabla de salvación. 

Pero eso sí, hemos sido los primeros, como nadie, en las vacunaciones exprés de alcaldes, altos cargos, liberados sindicales y alguna otra fauna ibérica de igual ralea. 

Jorge Fernández-Argüelles
Jorge Fernández-Argüelles
Managing Director en Corporate Intelligence Partners

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