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Vivit et non vivit

La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, durante una reunión del Comité Permanente del partido. - Europa Press

¿Cabe estar vivo y muerto a la vez? La ontología clásica, hija de Aristóteles, responde con un no taxativo: no se puede ser y no ser al mismo tiempo. Pero hay quien piensa lo contrario, como los partidarios del culto vudú en Haití: un zombi consiste precisamente en estar y no estar. O el famoso gato de uno de los padres de la física cuántica, Erwin Schroedinger (1887-1961).

«¿Cabe estar vivo y muerto a la vez? La ontología clásica, hija de Aristóteles, responde con un no taxativo: no se puede ser y no ser al mismo tiempo.«

Por no hablar de las palabras que dan título a este artículo, que, como sabe el lector ilustrado, provienen de la leyenda del Emperador Federico I Barbarroja, nada menos que el fundador de la dinastía Hohenstaufen. Muchos no creyeron su muerte en 1190, en el pequeño río Saleph, en Anatolia, y mantuvieron, incluso siglos más tarde, que seguía en este mundo: Er lebt noch.

Del partido Ciudadanos cabe predicar algo parecido. De una parte, tiene muchos parlamentarios, tanto en el Congreso de los Diputados (10) como, a resultas de las elecciones de la primavera de 2019, en los Parlamentos de las Comunidades Autónomas (26 en Madrid, por poner sólo un ejemplo). Y eso por no hablar de los Ayuntamientos y como consecuencia precisamente de esos mismos comicios. Dado que los mandatos duran cuatro años -hasta mayo de 2023-, resta más de la mitad. Diríase un siglo.

En ese sentido, el partido, a través de sus grupos parlamentarios y municipales, está vivo y coleando. Son personas que -en no pocas ocasiones, con dedicación exclusiva- perciben los sueldos que corresponden a eso que se llama “la dignificación de la política”. Para que no se diga que la palabrería de lujo se encuentra monopolizada por la literatura en francés.

«A diferencia de PP y PSOE, cuyos votantes se conducen por la resignación (…) los que optaron por la papeleta de Ciudadanos lo hicieron con ilusión«

Pero sucede, ay, que los electores -el análisis de las causas queda para otro momento- han huido en desbandada, como se vio en Cataluña el pasado 14 de febrero. Fenómeno que se explica, porque, a diferencia de PP y PSOE, cuyos votantes se conducen por la resignación -obedecen a la concepción penitencial de la existencia humana, el famoso valle de lágrimas, que la Contrarreforma erigió como idea clave de nuestro paso por la tierra-, los que optaron por la papeleta de Ciudadanos lo hicieron con ilusión.

Por fin había una posibilidad de escapar de esa prisión intelectual -tener que elegir entre Guatemala y Guatepeor- en que había degenerado el bipartidismo: dos ejércitos dedicados a pelearse por ver quien acaba colocando un juez más que el otro o, en el Consejo de RTVE, quien gana en el número de beneficiarios del pesebre. Y eso mismo -lo entusiasta de los electores, quizá hasta el grado de la inconsciencia– es lo que explica lo que, de nuevo con palabras del barroco, se llama, ¡ay!, el desengaño, sobre el que disertara el gran Luis Rosales en un trabajo memorable.

“Ciudadanos fue apenas un soplo de esperanza liberal pésimamente gestionado”, Antonio Caño

Lo que sólo se sufre cuando se ha comenzado por depositar expectativas. El partido Cs está, en ese sentido, del todo muerto. Y, además, la marca resulta irrecuperable. Si hubiera un tipo de pintura que sirviera para retratar lo sucedido -el rise and fall tan perfecto en apenas pocos años- sería uno de esos vanitas de aquella época. Como bien ha explicado Antonio Caño en El país el martes 16, “Ciudadanos fue apenas un soplo de esperanza liberal pésimamente gestionado”.

¿Vamos a inhumar el cadáver, que es lo más cristiano que se puede hacer, y a la mayor brevedad? Por desdicha, no va a resultar posible, a poco que se repare en quiénes son las personas de los que fueron elegidos, que, salvo excepciones muy contadas, se han convertido en lo que se llama políticos profesionales, es decir, que no tienen otro modus vivendi: en eso consiste la dedicación exclusiva a la que se ha hecho mención. Y está en marcha el contador del reloj de mayo de 2023. Algo agónico.

Los lobos viven (y cazan) en manada, y bien peligrosos que ya se muestran, pero, si llega el momento del sálvese quien pueda, los planteamientos pasan a ser estrictamente individuales, los de los lobos llamados solitarios. En ese contexto dramático, y estando en juego algo tan sagrado como la nutrición, no se puede descartar nada: cualquier barrera moral o simplemente estética cae arrumbada por la fuerza de las circunstancias. Peor aún: los que se encuentran al frente de los restos del naufragio intentan arreglar las cosas (con una actividad febril ante los medios de comunicación denunciando conspiraciones del enemigo, o mediante la convocatoria y celebración de sabe Dios qué comités, por ejemplo), pero cada iniciativa no hace sino agravarlas aún más.

«Los lobos viven (y cazan) en manada, y bien peligrosos que ya se muestran, pero, si llega el momento del sálvese quien pueda, los planteamientos pasan a ser estrictamente individuales«

El cadáver intenta movimientos espasmódicos que no sólo no sirven para reflotarlo sino que ofrecen un espectáculo cada vez más patético o incluso cómico. Pone un circo y le crecen los enanos. Y, para más inri, tienen la ocurrencia, en ese contexto tan desdichado, y puestos a arrimarse a alguien, van y se fijan en Ábalos, en un reto que el hombre tenía libre entre las atenciones a Delcy en Barajas y los viajes a Tenerife con los sacos de billetes. Son ganas de tentar la suerte: sale uno achicharrado seguro.

El problema de fondo -por qué el cadáver no puede ser enterrado ya- está, por supuesto, en lo que se ha indicado: la (mal llamada) profesionalización de los que se dedican a esa tarea: los que se ocupan de esas funciones son gente que, como ya denunció Ortega y Gasset en la época de la restauración canovista (y cuando el mal estaba mucho menos extendido), no tiene una política, sino que, justo a la inversa, es la política la que los tiene a ellos y… los mantiene, en el sentido, se insiste, descarnadamente alimenticio de la expresión.

Lo que hemos visto en Murcia y en Madrid en los últimos días, con constituir un verdadero sainete, puede quedarse corto en relación con lo que está por venir: espectáculos que ponen a prueba los límites de la miseria de la condición humana. Más incluso, volviendo al barroco, que la contemplación de los cuadros del Juan Valdés Leal de su época más tenebrosa. Espeluznante.

«Lo que hemos visto en Murcia y en Madrid en los últimos días, con constituir un verdadero sainete, puede quedarse corto en relación con lo que está por venir«

Ni que decir tiene que, en ese contexto, el pacto antitransfuguismo, que presupone partidos estables y con posibilidades de ofrecer continuidad para la siguiente legislatura, deja de gozar de un sustrato material. Estamos, dicho sea de nuevo con las debidas excepciones, ante alimañas -soldados de fortuna, si se quiere decir así- cuyo único norte es la supervivencia, al modo de los salteadores de caminos o los que atracan sucursales bancarias a punta de pistola, y que por tanto están dispuestos a no perdonar nada que se les ponga a tiro.

Llegar a mañana se convierte en el primero y único de los mandatos vitales. Un plantel de desheredados de la tierra capaz de cualquier latrocinio. Gente errabunda, sin fe ni ley. A coté de le plaque. Electrones fuera de su órbita. Aunque, eso sí, con la patente de corso que le presta la Sentencia del TC 5/1983, de 4 de febrero, en el famoso asunto de Andújar: lo que se llama atornillarse, sólo que ahora por lo legal.

«Llegar a mañana se convierte en el primero y único de los mandatos vitales«

Habrá quien diga que tampoco hay que tomarse las cosas de una manera tan apocalíptica porque, total, la venta al mejor postor de los oficios públicos ha existido en otras épocas de nuestra historia: el Estado estamental, como es notorio. Pero la réplica no resulta difícil: aparte de que los marcos mentales eran muy otros, lo cierto es que aquello mostraba más prestancia. No resultaba tan grosero.

Un bel morir tutta una vita onora, reza el famoso verso de Petrarca. Es un partido que nació en 2005 como encarnación de algo tan noble como la resistencia al nacionalismo obligatorio en Cataluña, y que luego se expandió por España con la bandera de esa asignatura siempre pendiente que es la regeneración (y, al cabo, la modernización), obteniendo en abril de 2019 obtuvo más de 4.150.000 votos al Congreso de los Diputados, señal de que la demanda social existía y existe.

«No basta con el recurso fácil de cambiar de candidato, porque las metástasis no se curan poniendo una tirita«

Precisamente por eso, no merece prolongar la agonía durante los próximos dos años (largos). Hasta las caricaturas tienen su momento y en seguida incurren en caducidad. Para empezar, no debería concurrir a las elecciones madrileñas. No basta con el recurso fácil de cambiar de candidato, porque las metástasis no se curan poniendo una tirita.

Uno de los fundadores, Arcadi Espada, publicó en El Mundo del sábado 13 un artículo titulado “Manifiesto por la extinción”. ¿Dónde hay que firmar, por favor? La ley de la eutanasia, que está a punto de aprobarse definitivamente, no debiera estar sólo para aplicarse a las personas físicas.

Antonio Jiménez-Blanco Carrillo de Albornoz
Antonio Jiménez-Blanco Carrillo de Albornoz
Catedrático de derecho administrativo y abogado.

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