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El sometimiento del Govern y del Parlament al Consell per la República sería el punto y final de la democracia en Cataluña

Cartel electoral de Carles Puigdemont en las elecciones de diciembre de 2017.

En las elecciones del pasado 14-F Puigdemont, cabeza de lista de Junts, quedó en tercer lugar. A pesar de ello, se sigue considerando el presidente legítimo de Cataluña e intenta subordinar las instituciones catalanas al Consell per la Republica que ahora pretende ampliar con representantes de ERC, la CUP, la ANC y Òmnium para que sea el gobierno y el Parlamento de facto de Cataluña. Dicho en palabras del comunicado de esta mañana: » El Consell per la República es la institución republicana desde la cual se tienen que acordar las estrategias para hacer efectivo» el mandato impuesto por el resultado del 1-O.

«El Consell per la República es la institución republicana desde la cual se tienen que acordar las estrategias para hacer efectivo» el mandato impuesto por el resultado del 1-O.

La pretensión no es sólo un desprecio a los catalanes no independentistas, si no, lo que es más grave, al conjunto de Cataluña y su autogobierno. En la anterior legislatura Puigdemont, que tampoco fue el más votado, impuso un presidente vicario, un mero testaferro. Así nos fue. Pero por lo menos se respetaron las formas. Ahora pretende doblegar a ERC con la amenaza de nuevas elecciones, un farol que no pasará salvo que a ERC le vuelvan a temblar las piernas como en otras ocasiones.

La pretensión no es sólo un desprecio a los catalanes no independentistas, si no, lo que es más grave, al conjunto de Cataluña y su autogobierno

Puigdemont es un político huido pero que se ha presentado a dos convocatorias electorales en las que, además, el independentismo ha logrado la mayoría de diputados. Nada que ver con el exilio de la Generalitat republicana. Con el final de la guerra civil, que los ‘historiadores’ del régimen ya quieren convertir en una guerra de España contra Cataluña, como ya han hecho con la Guerra de Sucesión convertida en Guerra de Secesión, los partidos fueron prohibidos y la Generalitat disuelta.

Entre la Generalitat republicana y la Generalitat provisional que presidió Tarradellas no hubo ninguna elección de ámbito catalán. En 1980 , con las primeras elecciones a la Generalitat, Pujol sustituyo a Tarradellas. Nada parecido a la situación actual por mucho que Puigdemont y los suyos lo pretendan.

Puigdemont es un político huido pero que se ha presentado a dos convocatorias electorales en las que, además, el independentismo ha logrado la mayoría de diputados.

La pretensión de que el Gobierno de Cataluña y su Parlament se sometan al Consell per la República, es decir, en última instancia, a Puigdemont, es una aberración histórica que debería provocar el máximo rechazo en cualquier demócrata. La democracia en Cataluña anda renqueante. La institucionalización del Consell per la República como órgano dirigente del país sería su punto y final.

La pretensión de que el Gobierno de Cataluña y su Parlament se sometan al Consell per la República, es decir, en última instancia, a Puigdemont, es una aberración histórica

Si ERC acaba cediendo y se impone la subversión de la democracia, la respuesta de los partidos no independentistas y del Gobierno español debería estar a la altura del desafío. Un estado que no es capaz de garantizar la democracia en una parte de su territorio es un estado fallido. Someter a los catalanes al Consell per la República sería un nuevo intento de golpe de estado. Si el independentismo quiere vaciar nuestras instituciones la respuesta no puede ser vacilante.

Francesc Moreno
Francesc Moreno
Abogado y editor. Ha sido profesor de derecho financiero en la UAB y derecho mercantil en la UB. Fundador de cronicaglobal.com y SCC .

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