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Madrid nos desespera

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante una sesión plenaria en la Asamblea de Madrid Foto: Europa Press

La victoria del Partido Popular y el hundimiento de las izquierdas en la Comunidad de Madrid han causado estragos en los ánimos de los comentaristas independentistas. El editorial del Punt-AvuiAyuso arrasa en el Madrid del “todo abierto”— resume así el acontecimiento:

«En plena pandemia, con unos datos epidemiológicos que convierten Madrid en una de las ciudades peor situadas de Europa, el mensaje del “todo abierto”, de lo que se ha llamado vivir a la madrileña y tomar una cerveza en una terraza llena ha llegado al electorado.»

Como si las ramblas y las costas catalanas no hubieran estado también llenas de terrazas ocupadas por legiones de despreocupados consumidores, autóctonos y forasteros — hasta que llegó la pandemia, claro. Pasiones políticas aparte, vivir a la madrileña se parece bastante a vivir a la catalana.

«En plena pandemia, con unos datos epidemiológicos que convierten Madrid en una de las ciudades peor situadas de Europa, el mensaje del “todo abierto”, de lo que se ha llamado vivir a la madrileña y tomar una cerveza en una terraza llena ha llegado al electorado»

Un aspecto concreto, la conversión de Ciudadanos en un partido extraparlamentario, lleva al editorialista a dar un consejo al presidente del Gobierno: «El desastre y la descomposición del partido de Arrimadas no tiene freno, lo que puede hacer que Sánchez tenga que mirar más hacia ERC en el Congreso.» No parece la mejor manera de recuperar el terreno perdido por el PSOE.

«Me hace feliz hurgar en esta herida abierta, impedir que sane y contemplar cómo el proyecto político de Cs se va al carajo»

Joan Vall Clara

Joan Vall Clara El discret encant de Cs— reconoce que «me hace feliz hurgar en esta herida abierta, impedir que sane y contemplar cómo el proyecto político de Cs se va al carajo. Queda menos, queda muy poco, para encender la pira funeraria e incinerar el gran proyecto de los inadaptados, de los que pretendían ser quienes de fuera vinieron y de casa nos sacaron, vistiéndolo, eso sí, de defensa de la libertad de los españoles en Cataluña

Un Madrid que se rompe

Ferran Sáez, en el Ara, para hacernos entender la situación, nos ofrece una estampa histórica de hace medio siglo: Madrid: 1971-2021.

En 1971 el diario Madrid —que, como defensor de la democracia parlamentaria liberal, «estorbaba tanto al régimen como a la oposición agrupada en torno a la órbita del PCE»— publicó un editorial que comportó su clausura y dos años después incluso la voladura de su edificio. El mismo año, se celebró el 35º aniversario de la, así llamada entonces, Exaltación de Franco a la Jefatura del Estado, con una gran manifestación en la Plaza de Oriente, con más de un millón de asistentes, cifras oficiales.

«Había un Madrid que entonces estaba contra el régimen y otro Madrid que, o bien ya le iba bien, o bien mostraba una considerable indiferencia. Por lo menos en apariencia, el primero era algo de minorías, mientras que el segundo resultaba más o menos mayoritario»

Ferran Sáez

Sáez extrae sus conclusiones: «El contraste entre la dócil respuesta popular y la actitud de unas élites aperturistas, o directamente contrarias al régimen, representadas por periodistas de renombre, profesores universitarios, gente de la cultura, líderes de los partidos a la clandestinidad, etc., es bastante impactante. Había un Madrid que entonces estaba contra el régimen y otro Madrid que, o bien ya le iba bien, o bien mostraba una considerable indiferencia. Por lo menos en apariencia, el primero era algo de minorías, mientras que el segundo resultaba más o menos mayoritario.»

Cincuenta años después, con libertad de expresión, una constitución comparable a las europeas, alternancia de partidos y un montón de cargos políticos elegidos democráticamente, nos quiere hacer creer que no ha cambiado nada puesto que «los herederos de la Plaza de Oriente, representados sin ningún disimulo por el PP y Vox, han convencido a una buena parte de las clases populares madrileñas que la libertad consiste en cerrar los bares más tarde. Al otro lado de la trinchera están los herederos de aquellas élites intelectuales de la década de los setenta, representados por grupos que están a la izquierda del PSOE.»

«Los herederos de la Plaza de Oriente, representados sin ningún disimulo por el PP y Vox, han convencido a una buena parte de las clases populares madrileñas que la libertad consiste en cerrar los bares más tarde»

Parece que el horario de los bares madrileños se va a convertir en un tópico recurrente para entender lo que ha sucedido, prescindiendo voluntariamente de cuestiones esenciales, como la presión fiscalNo era el fascismo, eran los impuestos, dice Fernando Ónega— o la batalla ideológica, como señala Esperanza Aguirre.

Por otra parte, asimilar el diario Madrid a los partidos izquierdistas actuales es un insulto a la inteligencia, no sólo a los que escribieron en él, personajes como Rafael Calvo Serer, Antonio Fontán, Miguel Ángel Aguilar o José Oneto, sino también a la nuestra. El modelo político que encarnan Más Madrid y Podemos está lejos de las democracias occidentales y cerca de los despotismos tropicales.

Sáez, en un ejercicio de contemplación de la paja en el ojo ajeno, afirma que en Madrid «la tensión ha llegado a límites preocupantes» y que, «contra los pronósticos de Aznar, todo indica que antes se romperá Madrid que Cataluña». Como si no se hubiesen ya roto muchas cosas en Cataluña, más de las que podremos reparar en una generación.

«Contra los pronósticos de Aznar, todo indica que antes se romperá Madrid que Cataluña»

Josep Ramoneda, también en el Ara Cuando Madrid se reivindica—, cree que lo que ha pasado «se tiene que entender como una afirmación de su singularidad respecto al resto de España» y que «Catalunya tiene algo que ver con esta peculiar afirmación identitaria».

Simplificando hasta la caricatura, entiende que Ayuso «ha hecho de su frivolidad una identidad» y que la libertad que promete «es la libertad de aquel que cree que todo le está permitido: a él, no a los otros». Y el otro tópico que no puede faltar: «De hecho, es el modelo Trump.»

Y Esther VeraKm 0 de la reconquista—, aunque la menosprecie como «la versión castiza del nacionalismo español y del neoliberalismo madrileño, que desafía pandemias y ningunea la cohesión social», se da cuenta que la victoria de Ayuso puede ser sólo el principio:

«El Madrid DF, el agujero negro que absorbe recursos del estado en detrimento de lo que algún día podía haber sido un estado federalizante, hoy se ha convertido en el bastión de la reconquista de la España una, homogénea y de derechas.»

Independentismo sin sentido común

José Antich, después de presentar los datos más destacables de la jornada —Ayuso aplasta a Sánchez…—, da un consejo en clave catalana, acompañado de un cierto desprecio:

«Si el independentismo catalán tuviera el más mínimo sentido del poder y la más mínima noción de cómo se revierte la situación política en la que el deep state ha colocado a Catalunya, con la complicidad imprescindible del PSOE, se plantaría esta misma mañana en el Palacio de la Moncloa y pondría encima de la mesa las condiciones para que pudiera contar con sus 23 diputados en el Congreso de los Diputados. De no aceptarlo, condenarlo a perder una tras otra todas las votaciones en el Parlamento español.»

Dejando a parte la mención del deep state, tan agradable a su respetable público, vale la pena subrayar la idea que el independentismo no tiene el más mínimo sentido del poder, algo ya sobradamente demostrado pero no asumido en los medios que le son afines. Aunque, al menos, algo de sentido común debe quedar en el independentismo, el suficiente para entender que, si el gobierno socialcomunista no estaba antes en condiciones de conceder gran cosa, ahora lo está menos.

Iu FornEl ayusismo nació en Murcia— ve Madrid como «una megaciudad que chupa todo lo que tiene a trescientos kilómetros alrededor y que necesita empoderarse» y el PP de Madrid como «un partido nacionalista-regionalista», «una mezcla entre Miguel Ángel Revilla y Josep Antoni Duran i Lleida».

«Iu Forn ve Madrid como «una megaciudad que chupa todo lo que tiene a trescientos kilómetros alrededor y que necesita empoderarse»

El aumento de la participación, en general, es considerado algo positivo si los electores favorecen a las opciones que el observador ve con buenos ojos; si no lo hacen, el mismo observador encuentra peros y defectos: «Ha ido a votar al 80,73% del censo. Eso puede querer decir dos cosas sobre el electorado: 1/ Le va la marcha o 2/ Va a votar más cuando se trata de hacerlo con la víscera.» Los viscerales, ya se sabe, siempre son los otros, los que no votan como a uno le gusta.

Yugoslavia, nuestro futuro

En Vilaweb, además de una biografía política de AyusoAmiguisme, corrupció i flirteig ultra—, a quien acusan de haber «convertido la presidencia y el gobierno de Madrid, especialmente durante la pandemia, en una trinchera de propaganda contra el ejecutivo español, pero también contra el independentismo catalán», el editorial de Vicent Partal és más apocalíptico que nunca: Adéu Madrid, adéu Sánchez, adéu diàleg, adéu Espanya.

De entrada, una amenaza balcánica: «Madrid se ha convertido finalmente en aquella Serbia intolerante que dio el ultimátum a Yugoslavia: u os convertís en lo que yo os digo o no dudaré en someteros. Como resultado, Eslovenia, Croacia, Bosnia, Montenegro, Macedonia y Kosovo, prácticamente todo el mundo, se hicieron independientes.» Como si la presidenta reelecta esté armando un ejército para someter a las comunidades autónomas vecinas.

«Madrid se ha convertido finalmente en aquella Serbia intolerante que dio el ultimátum a Yugoslavia: u os convertís en lo que yo os digo o no dudaré en someteros. Como resultado, Eslovenia, Croacia, Bosnia, Montenegro, Macedonia y Kosovo, prácticamente todo el mundo, se hicieron independientes»

Vicent Partal

Una acusación a los socialistas, como si hubiese creído en ellos alguna vez: Sánchez es, «literalmente, un cadáver político» y «el PSOE ha tenido en sus manos la posibilidad de cambiar el estado y ahogar al nacionalismo español», pero no lo ha hecho.

Una denuncia de la mesa de diálogo, en la que tampoco ha creído nunca: «Los catalanes hemos perdido buena parte de estos últimos tres años persiguiendo algo que en realidad sólo era una fantasía intencionada de unos cuantos.»

Pero hay esperanza porque «las bases de la confrontación también se han hecho más sólidas que en 2017», puesto que «esta España es más descarada, más violenta, más fea y mucho menos presentable que la España ya poco presentable del 2017».

«Los catalanes hemos perdido buena parte de estos últimos tres años persiguiendo algo que en realidad sólo era una fantasía intencionada de unos cuantos»

Vicent Partal

Como siempre desde hace años, Partal ve venir la guerra en cuestión de días: «Dentro de muy poco tiempo el nacionalismo ultraespañol ocupará la Moncloa y esto llevará inevitablemente a la confrontación directa, abierta y total con Cataluña, tanto si nuestra clase política lo quiere como si no, porque no tendrá manera de evitarla.»

La tensión territorial «sólo se podrá resolver definitivamente si derrotamos del todo al españolismo» y nada de reformar el Estado, sólo «tenemos que pensar en nosotros y hacer efectiva la independencia». ¡Qué bien nos lo vamos a pasar!

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