Un muchacho de 15 años que cursa 4º de ESO atacó con arma blanca a una profesora, en una aula del Instituto de Vidreres. A partir de un despacho de la Agència Catalana de Notícies, muchos medios lo difundieron, pero el grave suceso no ha recibido la atención que merece.
Alrededor de la una de la tarde del jueves 29 de abril, en el momento de iniciar una clase, el alumno lanzó un cuchillo a la profesora, que le golpeó en la cabeza pero sin llegar a clavarse. «Entonces —cuenta el Punt-Avui— el agresor fue a recoger el arma y fue a atacar a la docente, a quien hizo caer al suelo. Intentó clavarle el cuchillo en el costado, no pudo y finalmente le hizo un corte en el cuello.»
Queda claro que sabía lo que estaba haciendo, ya que «desafió a sus compañeros de clase diciéndoles que salieran, que su objetivo era la profesora». Luego, «salió con tranquilidad al patio, donde algunos profesores y policías locales lo prendieron». En cuanto a la profesora herida, fue trasladada a un hospital. Del corte en el cuello manó mucha sangre: «Tuvo suerte y el cuchillo no le seccionó ninguna vena principal.»
Al día siguiente, el agresor pasó a disposición de la fiscalía de menores, siendo acusado de un delito de tentativa de homicidio. Como medida cautelar, el juzgado de menores de Gerona decretó su internamiento en régimen cerrado durante un periodo inicial de cuatro meses.
La distinción entre homicidio y asesinato es algo capciosa, pero se entiende que el asesinato es un homicidio premeditado y preparado. En este caso da la impresión que sí existe premeditación, puesto que la crónica no menciona disputa ni provocación alguna inmediatamente anterior al lanzamiento del cuchillo.
La distinción entre homicidio y asesinato es algo capciosa, pero se entiende que el asesinato es un homicidio premeditado y preparado. En este caso da la impresión que sí existe premeditación, puesto que la crónica no menciona disputa ni provocación alguna inmediatamente anterior al lanzamiento del cuchillo
Como mayor de 14 años y menor de 18, su responsabilidad estará sujeta a lo que dispone la ley 5/2000.
Falta de reacciones
Llama la atención la ausencia de reacciones, como si esta agresión no mereciera comentario. Quién sabe, si hubiera sucedido en París o en Texas, tal vez habríamos oído a innumerables expertos divagando sobre la cultura de la violencia o sobre el efecto de los videojuegos.
Aquí nada. Ninguna autoridad educativa ha salido a decir que se trata de un hecho aislado, que es lo que se dice siempre. Y a pesar de ser la víctima una mujer, nadie ha hablado de «violencia machista» ni ha dado la culpa al «patriarcado».
Ninguna autoridad educativa ha salido a decir que se trata de un hecho aislado, que es lo que se dice siempre. Y a pesar de ser la víctima una mujer, nadie ha hablado de «violencia machista» ni ha dado la culpa al «patriarcado»
El Instituto mantiene un tweet desde entonces en que agradece las muestras de apoyo y dice que «aún lo estamos digiriendo».
El alcalde de Vidreres, por decir algo, dijo que «nos ha afectado como municipio» —como si vivir en otro municipio nos afectase menos— y que «estamos acostumbrados a ver episodios como éste en otros países, pero no en nuestro territorio».
Es una lástima que la idea de prevenir antes que curar y la de aprender de la experiencia ajena no hayan llegado todavía a «nuestro territorio».
Muchos antecedentes
Llama la atención un comunicado del sindicato de enseñantes ASPEPC-SPS —minoritario: un 27% en las últimas elecciones sindicales— en que afirman que éste es un asunto con muchos antecedentes:
«Las agresiones a docentes no son casos aislados, sino muy frecuentes en ciertos entornos, especialmente desde la implantación de la llamada «escuela inclusiva» (…) Destrozos de material y mobiliario escolar, amenazas e insultos —a docentes y a otros alumnos—, ruedas pinchadas o agresiones —también de madres y padres de alumnos— no son algo extraño en muchos institutos, en un ambiente de deterioro de la convivencia que se resuelve, la mayor parte de las veces, en la más absoluta impunidad.»
Hace poco hemos descubierto, en Cataluña, que no tenemos la mejor sanidad del mundo. Empezamos a ver que la escuela catalana tampoco es un modelo de éxito, como repiten impúdicamente sus responsables. Los profesores que están en las trincheras de las aulas lo saben demasiado bien. Prosigue el comunicado:
«En el ficticio e idílico sistema educativo que nuestras autoridades han decretado —una auténtica ley del silencio—, muchos docentes que han denunciado los hechos han sido estigmatizados: queda feo que esto se sepa y se difunda. El resultado es que las agresiones a docentes se denuncian muy pocas veces, por diferentes razones. Por el miedo de muchos docentes a tener problemas posteriores si lo hacen, y también por la actitud de muchas direcciones de centro y de la inspección educativa, que demasiadas veces miran hacia otro lado, aplicando la máxima según la cual el alumno siempre tiene razón y mejor no levantar demasiada polvareda porque la imagen del centro podría resentirse.»
En el ficticio e idílico sistema educativo que nuestras autoridades han decretado , muchos docentes que han denunciado los hechos han sido estigmatizados: queda feo que esto se sepa y se difunda. El resultado es que las agresiones a docentes se denuncian muy pocas veces
Protocolos por analizar
Una herida de arma blanca que por muy poco no fue mortal es un hecho demasiado grave para quitarle importancia; en consecuencia, harán todo lo posible por borrarlo de la actualidad.
Cuando en 2015 un sujeto de 14 años, a tiros de ballesta, mató a un profesor en el Instituto Joan Fuster de Barcelona, dejando cuatro heridos más, esto es lo que se dijo sobre la seguridad en la escuela:
«El Departament d’Ensenyament estudiará lo sucedido y analizará los protocolos que se siguen en escuelas e institutos referidos a seguridad por si hubiera que emprender algún cambio, así como en la atención y detección de alteraciones entre los alumnos. De momento, no hay ninguna decisión tomada y todo dependerá del análisis de los hechos…» Los hechos se acumulan y siguen pendientes de análisis y reacción.