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100.000 muertos de más en la mochila

Solo un Gobierno profundamente amoral y cínico puede sentirse orgulloso de la gestión de la pandemia

Ataúdes en el tanatorio de Collserola, durante las primeras semanas de la pandemia, en 2020.

Por estas fechas del año pasado, el presidente Sánchez y sus augures monclovitas intentaban dar carpetazo a la tragedia ocasionada por la epidemia Covid-19 que había sacudido los cimientos de la sociedad española y puesto punto final a la recuperación económica iniciada durante el primer mandato del presidente Rajoy a finales de 2013. En un alarde de impostura, Sánchez nos invitaba a olvidar lo ocurrido desde el 8 de marzo, lanzaba frívolamente eslóganes absurdos para convencernos de íbamos a salir más fuertes del tremendo batacazo padecido, y nos invitaba incluso a planear las vacaciones veraniegas, antesala de la inminente recuperación económica que íbamos a vivir en el segundo semestre de 2020, gracias, claro está, a la notable gestión de su gobierno.  

Pero lo que aguardaba a la sociedad española a la vuelta del verano de 2020 eran bastantes más muertos a sumar a los ya habidos y una dieta forzosa de adelgazamiento para las clases medias, golpeadas por la menguada actividad de las empresas que habían logrado sobrevivir y por los aumentos impositivos. El caos normativo que siguió a la desescalada iniciada a principios de junio, con el gobierno negándose a proporcionar a las Comunidades Autónomas los instrumentos legales indispensables para hacer frente a la epidemia, obligó a cada Comunidad a imponer restricciones intermitentes para evitar un nuevo colapso de los sistemas sanitarios y de las actividades económicas, y retrasó sine die la tan cacareada recuperación económica. Sólo las vacunas están logrando en la primavera de 2021, tras 15 meses de sufrimiento y desplome de la actividad económica, controlar la epidemia y posibilitar la vuelta a una normalidad vigilada.  

¿Cuántos muertos de más ha habido?

La situación epidémica a 24 de mayo de 2021 era la siguiente: se han contabilizado desde su inicio 3.647.520 casos acumulados, 79.711 muertos y 173.469 casos todavía activos. En las últimas semanas y a pesar del avance en el proceso de vacunación, en torno a 5.000 resultan infectadas diariamente y se producen varias docenas de fallecimientos diarios. Ahora podemos decir que cuando Simón, director del Centro de Coordinación de Alarmas y Emergencias Sanitarias, afirmaba con suficiencia que “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado” el 31 de enero de 2020, olvidó añadir que la unidad de medida que manejaba el experto gubernamental no eran unidades sino millones. Además, el exceso de fallecidos registrados desde el 7 de marzo de 2020 hasta el 23 de mayo de 2021 apunta a que el número de muertos causados por el Covid-19 es considerablemente mayor, como voy a explicar a continuación. 

Los Gráficos 1 y 2 muestran la evolución del exceso de mortalidad en 2020 (línea morada) y 2021 (línea roja). El exceso de mortalidad en el Gráfico 1 muestra la diferencia entre las cifras de defunciones semanales en 2020 y 2021 con las observadas en la misma semana de 2019, en tanto que en el Gráfico 2 la comparación se hace con la media de defunciones semanales en los cuatro años anteriores, esto es, 2016-2019. De este modo, queda excluida la posibilidad de que el año elegido pueda sesgar los resultados. 

Exceso de mortalidad semanal en 2020 y 2021 respecto a 2019 (Fuente: elaboración propia con datos del INE).

Aunque como el lector puede constatar, se observan pequeñas diferencias numéricas entre ambos gráficos, los resultados principales son independientes del año elegido para realizar la comparación. En ambos gráficos, puede observarse que 2020 se inició con una letalidad inferior a la de 2019 (Gráfico 1) y a la media de 2016-2019, y cómo esta favorable evolución quedó bruscamente interrumpida a partir de la 10ª semana de 2020 (2 de marzo-8 de marzo). En las semanas siguientes, el exceso de mortalidad registró un aumento repentino y dramático que alcanzó su valor máximo en la 14ª semana (31 de marzo-5 de abril) en que el exceso de fallecidos alcanzó 12.729 en el Gráfico 1 y 12.738 en el Gráfico 2. Entre la 11ª y 19ª semanas, ambas incluidas, el exceso de fallecidos ascendió a 49.063 sobre el mismo período en 2019 y a 49.093 personas respecto a la media en dicho período de 2016-2019. No hay ninguna duda: la imprevisión del gobierno Sánchez provocó un exceso de mortalidad superior a 49.000 personas en las nueve semanas trágicas vividas entre el 8 de marzo y el 16 de mayo de 2020. ¡Como para ponerse un notable en la gestión de la epidemia! 

Exceso de mortalidad semanal en 2020 y 2021 respecto a la media 2016-2019 (Fuente: elaboración propia).

Entre las semanas 20ª (11 de mayo a 17 de mayo) y 27ª (29 de junio a 5 de julio) de 2020, el confinamiento y las restricciones adoptadas durante el estado de alarma mantuvieron el exceso de mortalidad en terreno negativo durante algunas semanas, pero como el gobierno Sánchez no había adoptado ninguna medida para detectar la aparición de nuevos brotes y controlar la propagación de los contagios, pronto el plácido panorama nos devolvió a la cruda realidad y entre las semanas 28ª (6 de julio a 12 de julio) y 52ª (21 de diciembre a 27 de diciembre) de 2020, el exceso de defunciones acumulado ascendió a 34.353 personas, según el Gráfico 1, y a 32.736, según el Gráfico 3. Podemos, por tanto, concluir que el total de exceso de defunciones registradas en las dos oleadas de exceso de mortalidad a partir de la 10ª semana de 2020 hasta la 52ª semana de 2021 fueron 83.416 según el Gráfico 1, 49.063 en la primera oleada y 34.353 en la segunda oleada, y 81.829 según el Gráfico 2, suma de 49.023 y 32.736. 

Las líneas rojas en los Gráfico 1 y 2 nos muestran el exceso de mortalidad en las 21 primeras semanas de 2021 respecto a idénticas semanas en 2019 y a la media para esas mismas semanas entre 2016 y 2019.En este período que va desde el 28 de diciembre de 2020 hasta el 24 de mayo de 2021, se observa que aunque el exceso de mortalidad registró un pico importante en la 4ª semana (20 de enero a 26 de enero) de 2021, el exceso de mortalidad se contuvo con bastante rapidez, gracias a la aplicación por los gobiernos de las Comunidades Autónomas de nuevas restricciones a la movilidad y a las actividades económicas. La tendencia decreciente del exceso de mortalidad se mantuvo en los meses de abril y mayo impulsada por el aumento del porcentaje de población vacunada. No obstante, el exceso de mortalidad acumulado en las primeras veintiuna semanas de 2021 asciende a cifras nada despreciables: 15.640 en comparación con 2019 y 16.423 en comparación con la media de los años 2016-2019. 

Cinismo gubernamental

A quienes como Sánchez, el ministro Illa y Simón (SIS) sacan pecho en cuanto te descuidas y se ponen un notable por la gestión de la epidemia realizada por el gobierno de España, sólo se me ocurre decirles que no sé si estarían de acuerdo con ellos quienes ya no están con nosotros para celebrar su ‘gesta’: las 99.156 personas de más que fallecieron entre el 9 de marzo de 2020 y el 24 de mayo de 2021 en comparación con las fallecidas en 2019, o las 98.323 personas de más fallecidas en comparación con la media de 2016-2019. Por cierto, que estas cifras superan la cifra oficial de muertos (79.711 el 24 de mayo) en 24,35 y 23,35%, respectivamente.  

Ésta es la carga que guarda celosamente en su mochila el gobierno Sánchez: 100.000 muertos de más en números redondos. Lo peor de todo es que una buena parte de esas muertes podrían haberse evitado, si el SIS se hubiera tomado en serio lo que estaba ocurriendo en Wuhan en enero de 2020 y hubiera adoptado medidas para prevenir la expansión incontrolada de los contagios y para preparar el sistema sanitario y asistencial ante el más que previsible desembarco del virus en España. No hay ninguna razón para que el terrible pico de letalidad registrado en la primera oleada no pudiera haber sido similar a los mucho más suaves registrados en noviembre de 2020 y en enero de 2021 posteriormente. Varias decenas de miles de fallecidos podrían estar todavía entre los vivos celebrando la primavera. 

Los ciudadanos nos sentimos con frecuencia decepcionados, avergonzados o indignados por las ‘gestas’ de quienes nos gobierna. Especialmente irritado me sentí cuando se descubrió la implicación del gobierno de España en la guerra sucia contra la criminal organización terrorista ETA; o cuando el gobierno Aznar decidió participar en la invasión de Irak, repatriar de cualquier modo a los militares fallecidos en el accidente del Yakolev-42, o atribuir a ETA los atentados del 11-S. Pero sin duda, la magnitud de la catástrofe humanitaria vivida en 2020 y 2021, con decenas de miles de fallecidos y cientos de miles de familias conmocionadas, supera en mucho la desazón y la irritación que sentí en ocasiones anteriores. Sólo un gobierno profundamente amoral y cínico puede sentirse orgulloso de la gestión realizada.  

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