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ECOS INDEPENDENTISTAS / Una hora de Aragonés en TV3

El documental emitido por la cadena pública sobre el presidente cosecha todo tipo de críticas en Cataluña

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés.

Una televisión pública, hoy día, no debería competir con las privadas. Una televisión pública debería ofrecer sólo información y cultura. No concursos, no seriales, no espctáculos, no deportes, no espacios de presunto humor. Pero esto es lo que tenemos: grandes tinglados audiovisuales al servicio del gobierno de turno. 

TV3 ha ofrecido un programa especial de una hora dedicado a Pere Aragonès, el president més jove. Tal vez a falta de algo más consistente, el título destaca un aspecto, la edad, que en sí mismo no es un mérito ni un demérito. Aragonès ha accedido a la presidencia a los 38 años y no ha tenido más responsabilidades que el cursus honorum habitual: cargos en el partido, concejal en su pueblo, diputado en el Parlamento y miembro del gobierno; pero el programa minimiza fechas y datos para poner en relieve ante todo la dimensión humana del político. 

Nadie espera que TV3 retrate a un presidente de la Generalitat en términos fríos y objetivos sino calurosos y encomiásticos; al menos ésa es la intención, luego habrá que ver si lo consiguen y cómo lo recibe el público. De entrada, ya nos dicen que «Pere Aragonès es una persona de ideas claras y al mismo tiempo una persona coherente», frase que, con un poco de buena voluntad, se puede aplicar prácticamente a cualquiera.  

El programa gasta minutos preciosos reproduciendo videos caseros de Aragonès niño, que se parece a cualquier niño; intercalando escenas falsamente cotidianas y familiares; filmando preparativos de actos públicos, así como escenas de un ensayo de la toma de posesión.  

Los periodistas invitados a dar su opinión, la mayoría más bien próximos a lo que Aragonès representa, no van más allá del resumen de titulares y no profundizan en lo que puede depararnos el nuevo presidente. Y fácilmente se acaba hablando más del partido que del personaje.  

Alguien dice que ERC es, junto al PSOE, el PNV y el PCE, un partido sistémico, que conoce la historia del siglo XX. Más allá de las discontinuidades del partido —la ERC que renace en los años 70 es bastante distinta de la de los años 30, y cambia mucho con las incorporaciones de grupos independentistas en los años 90—, nos falta saber si ha aprendido alguna cosa de esa historia. 

Un presidente ‘millennial’

Es importante el detalle que no se trata de un líder accidental sino que fue mantenido por Oriol Junqueras relativamente al margen de las maniobras que culminaron con la proclamación de la independencia, para ahorrarle la cárcel o el exilio. No es, pues, alguien como Pedro Sánchez, que se ha abierto camino ante la hostilidad de buena parte de su partido, sino que ha contado con la unanimidad, al menos aparente, de sus compañeros. 

El programa nos permite descubrir algunas inanidades, como que Aragonès duerme en pijama, y Marta Pontnou, la asesora de imagen del partido, nos informa que «antiguamente» —no tanto: fue en los tiempos del tripartito— en ERC destacaba el negro, pero que ahora se ha operado un cambio a azules y grises, que «favorecen la comunicación». En realidad, lo que favorece la comunicación es un uso inteligente del lenguaje. 

Las dos conclusiones, que nos presentan abiertamente los realizadores del programa, es, primero, que estamos ante un presidente millennial y que como tal ha de ser «digital, feminista y ecologista»: éste es el mantra de ERC esta temporada.  

Y segundo, que este partido ha llegado a la conclusión que no hay que tener prisa para conseguir la independencia y que el objetivo requiere aunar más voluntades. Lo que significa dirigirse a electores cuya prioridad no es el tema nacional, cultural, lingüístico, y ante los cuales hay que «demostrar que tienen capacidad de transformar el día a día de la gente». 

Sonrojo general

Ferran Monegal, en El Periódico —Pere Aragonès, hagiografía con berberechos— muestra su disgusto: «Hay un cierto sonrojo general entre los observadores no comulgantes —y en algunos comulgantes también— ante esta hagiografía que ha confeccionado y emitido TV3 (…) Este tipo de empalagosidad ya no la practica ninguna cadena del mundo occidental».  

Dice además que «estoy convencido que el primero en sonrojarse ha sido él» y que «me cuenta un espía que en ERC tampoco están satisfechos». Puede que exagere al decir que «parece que en TV3 la sumisión a Junts x Waterloo no declina todavía». Piensa mal y acertarás, dicen, pero no hace falta ninguna conspiración entre bambalinas para que TV3 haga simplemente lo que sabe hacer. 

Cautela y cálculo

A Mònica Planas, comentarista de televisión del Ara, tampoco le ha gustado nada —Com Aragonès no hi ha res—, ni el título, que «parecía añadir un mérito y una épica a un aspecto puramente circunstancial», ni el énfasis «en la dimensión humana y próxima del entrevistado», ni «el entusiasmo comunicativo de su entorno más inmediato». Para colmo, «la melodía emotiva de piano para azucarar las imágenes de su investidura trituraban la distancia narrativa necesaria». 

Además, incide malévolamente en una imagen, «la de un pequeño Pere jugando en la arena de la playa, apartándose cada vez que venía una ola. Parecía una alegoría del perfil político que se iba dibujando en el reportaje. La cautela y el cálculo político del nuevo presidente y, en cierto modo, esa retirada del personaje dentro del partido cuando llegó la ola de represión». Una cierta sobreinterpretación, que el mismo programa desmiente al atribuir dicha cautela no a una decisión personal sino del partido. 

El carisma de un champiñón

Extremadamente hostil, pero no sin su parte de razón, ha sido un comentario aparecido en el digital Catalunya Diari, firmado por Miquel Bonet —En Pere de la cullera va anar a buscar bolets—, quien opina que fue «un publirreportaje», «una pieza de propaganda pagada con dinero público», «un intento grosero de (…) convertir en simpático y entrañable a un presidente de la Generalitat con el carisma de un champiñón», «un producto audiovisual que combina la vergüenza extrema, el mal gusto sublimado y la hagiografía manipuladora». 

Sugiere irónicamente que la jugada, ya que no nos pueden convencer de que es «un líder experimentado, ni un estadista, ni un hombre curtido en la gestión empresarial, ni un ideólogo», consiste en darnos «carta blanca para meternos con él, para poner al presidente de la Generalitat por debajo de todos los ciudadanos, para hacer de él un títere insustancial y plenamente digno de compasión». Y así todo «ha acabado teniendo un tono de espectáculo de La Cubana que por fuerza tiene que conectar con el espíritu nacional y con el que ahora necesita Cataluña: comedia». 

70.000 euros

Más ponderado, en el Quadern de El País, Tomàs Delclós —Ensabonada de TV3 a Pere Aragonès— también califica de hagiografía la lista de méritos que se le atribuye: «Todo esto puede ser perfectamente verdad, pero el programa no recuerda ningún posible defecto. Quizás no lo tiene (…) Y lo peor de todo es que da la sensación de que no le hacía falta este abrigo protector, que es un personaje que sabe asumir con serenidad las dificultades. Esta benevolencia con su figura le perjudica». 

En su opinión, «cuando está mejor Pere Aragonés (…) es cuando le dejan hablar solo y explica que fue un niño que no conoció la dictadura y que su himno infantil era Bola de Drac; que es el único independentista de la familia (cuando entró en política, explican, su padre le dijo: “haz lo que tengas que hacer, pero que no te tenga que ir a buscar a la comisaría”), o que no le gustan los liderazgos testosterónicos». No parece una amenaza inminente. 

Finalmente, apunta que este programa «ha tenido un coste superior a los 70.000 euros». 

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