Hoy se puede afirmar, sin ningún género de duda, que Joan Laporta ha sacrificado a Leo Messi para tratar de salvar el proyecto de Súper Liga que lidera, cosas de la vida, su teórico enemigo: el Real Madrid de Florentino Pérez.
La causa remota es la pésima situación del club, pero no sólo eso. También las dificultades que tienen los equipos que continúan siendo clubes de futbol y no sociedades anónimas deportivas. Al carecer del recurso a la ampliación de capital, los clubes, Barça y Real Madrid, no tienen posibilidad de competir con quiénes sí pueden hacerlo. Mientras fue época de vacas gordas, la inercia deportiva y económica ocultó el problema. Con la crisis provocada por la pandemia, la desigual capacidad de respuesta entre clubs y S.A.D -que tengan accionistas potentes, claro- se ha hecho evidente.
En este marco, la apuesta por la Súper Liga se ha convertido en la obsesión de Laporta, hasta el extremo de preferir perder a Messi que avalar la inversión de CVC porque significaba dar el portazo definitivo al proyecto de Florentino, que sólo mantiene dos escuderos: el Barça y la Juventus.
La improvisación del presidente
Lo llamativo de la escasa capacidad de gestión de Laporta y de su improvisación constante es que, apenas hace quince días, había dado su visto bueno a la operación CVC, que significaba la inscripción de Messi, sin que se nos haya explicado la razón de tan repentino cambio, pero que no puede ser otra que la de que su amigo Florentino le haya convencido de que la Súper Liga no es un proyecto acabado y que, con alguna reforma, es plenamente realizable, teniendo en cuenta los pronunciamientos de la Justicia ordinaria de España y Suiza.
Los culés más hooligans podrán decir, en este caso con razón, que a Messi le ha echado Florentino. Eso sí, con la imprescindible colaboración de Josep Maria Bartomeu y Laporta. En el caso de este último, se podría intuir que, si las cosas se complican, tampoco le haría ascos a la transformación del Barça en S.A.D. Un negocio súper millonario que no sería aceptado por los socios salvo, claro está, que estuviera en juego la supervivencia del club. En resumen, Laporta ha preferido mantener vivo el proyecto de Súper Liga a la permanencia de Messi. Con una carta oculta: si todo sale mal, convertirse en el gestor de la transformación del club en S.A.D. Palabras mayores.