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ANÁLISIS / La recuperación que promete Pedro Sánchez, cogida con alfileres

La Generalitat sigue a su bola, ajena por completo al desarrollo económico y a la creación de empleo

La política y la economía están llenas de sorpresas, no siempre agradables. En junio y julio el Gobierno se las prometía muy felices:  

1.La pandemia parecía entrar en fase final al compás de una vacunación masiva: 21 muertos diarios de media en julio y 2.357 hospitalizados el 1 de julio. Buenas cifras. 

2.El crecimiento inter-trimestral del PIB, aunque muy flojo en el primer trimestre (caída de un -0,5%), prometía ser fuerte en el segundo trimestre: la previsión era el 2,8%. 

3.Bruselas había aprobado el Plan de Recuperación y Resiliencia presentado por España: 140.000 millones de euros para España, la mitad en forma de subvenciones. En 2021 nos llegarían 19.000 millones. 

Sin embargo, agosto y septiembre nos han vuelto a sumir, si no en el pesimismo, sí en un realismo agnóstico. Ahora sabemos que las cosas pueden mejorar, pero que también pueden empeorar. Y que, desde luego, no estamos para echar las campanas al vuelo. Veamos. 

La pandemia no ha acabado

La quinta oleada de la pandemia nos ha puesto de nuevo contra las cuerdas. En agosto tuvimos una media de 90 muertos diarios. En septiembre, hasta el día 24, la media es de 79 muertos diarios. Repunte inesperado. 

Hay que decir que, a día de hoy, los contagios han bajado muchísimo. La incidencia acumulada de España es de 69, la mejor entre nuestros colegas europeos. La cifra de hospitalizados hoy es muy baja: 2.951. Sin embargo, el ritmo de vacunación entre los jóvenes está siendo irrisorio: quedan 6 millones (mayores de 12 años) pendientes de vacunar y estamos vacunando a un ritmo penoso: 100.000 dosis diarias. Tan lamentable es la falta de conciencia de peligro en la población joven como la escasísima acción de las autoridades para contrarrestarla. 

Receta para España: las autoridades tienen que ser mucho más enérgicas para que la población restante se vacune. Y tienen que actuar con la máxima contundencia para evitar los peligros de un repunte de contagios. La estampa de los mossos corriendo despavoridos frente a unos chavales defensores de su botellón lo dice todo. Y lo que ha pasado en los macro-botellones de la Mercé es intolerable.  

El crecimiento del PIB sigue flojeando

El dato definitivo de crecimiento inter-trimestral del PIB en el segundo trimestre ha sido un jarro de agua fría. El dato adelantado por el INE era el 2,8% y superaba las previsiones del Gobierno y del Banco de España. Lamentablemente, el dato definitivo es el 1,1%. Mucho menos de lo esperado. La inversión también se ha comportado peor de lo esperado. Malísima noticia. 

Con estos mimbres, va a ser muy difícil alcanzar en este año 2021 el crecimiento del 6,5% pronosticado por el Gobierno. Recordemos que en 2020 el PIB cayó un -11%.  

La inflación persiste y el gasto público se dispara

En España, el IPC interanual a 31 de agosto ha crecido un 3,3%. En la zona euro ha sido de un 3%. Y, tal como se está comportando el mercado de la electricidad y del gas, nos podríamos dar por satisfechos si terminamos este año 2021 con una inflación del 4%. 

Esto tiene una repercusión terrible en el gasto público. Como los políticos (todos), siempre tan pródigos, han prometido revalorizar las pensiones conforme al IPC, esto va a suponer un incremento del gasto en pensiones en torno a 6.000 millones de euros. 

Lo mismo puede decirse de las retribuciones de los funcionarios. Una subida del 4% supondría unos 5.000 millones. Esto resulta insoportable para el Gobierno, quien ha adelantado que la subida será sólo de un 2%. Gran cabreo sindical. A ver qué pasa. 

Esto no puede seguir así. Alguien debería explicar a pensionistas y funcionarios que disfrutan de una retribución segura y vitalicia (lo que no existe en el mundo exterior). Y eso justifica cierto sacrificio en momentos de emergencia como el actual. O sea, que deberían asumir incrementos inferiores al IPC. Pero no hay partido que se atreva. 

El BCE reduce la compra de bonos

En su reunión del 9 de septiembre, el BCE ha decidido reducir ligeramente las compras de deuda pública de los países del euro, efectuadas al amparo de su programa PEPP. Pasará de comprar unos 72.000 millones al mes a comprar 60 ó 65.000 millones. Eso provocará un alza de los tipos de interés de nuestra deuda. Esperemos que no llegue la sangre al río. 

El precio de la electricidad

La inesperada y tremenda subida del precio de la electricidad es un peligro para la recuperación empresarial. Y es un peligro para el IPC

Pero lo peor ha sido la reacción del Gobierno, que ha obligado a las empresas productoras a devolver la mayor parte de los llamados beneficios caídos del cielo (hasta marzo de 2022). Estos beneficios no derivan de la maldad de las eléctricas sino del sistema de fijación de precios implementado por Bruselas. Que el Gobierno español haya decidido por su cuenta, y en 48 horas, saltarse ese sistema generará la reacción de Bruselas. Y un pleito descomunal en España. Mal asunto. Y a ver cuánto baja el recibo de la luz. 

Con esto se transmite un mensaje negativo a los inversores. Si ésta es la reacción del Gobierno para resolver un problema, queda claro que nadie puede estar seguro con sus inversiones en España. Parece que, si se trata de ganar una baza electoral, al Gobierno no le importan los procedimientos ni la seguridad jurídica. 

La Generalitat sigue empeñada en la decadencia de Cataluña

En este contexto, la Generalitat sigue a su bola, ajena por completo al desarrollo económico y a la creación de empleo. Dos ejemplos recientes:  

1.Ha comenzado a exigir ya, a todos los catalanes que tengan coche, el Impuesto sobre las emisiones de CO2, sin importarle la subida de precios de la electricidad, del gas y de los carburantes, ni la hiper-fiscalidad de la electricidad y del coche. No hay nada parecido en ninguna otra Comunidad. 

2.Ha tumbado un mega-proyecto como es la ampliación del aeropuerto del Prat (1.700 millones de euros y decenas de miles de empleos) dando prioridad a una protección medioambiental de mucha menor entidad. 

Lo peor de todo: la inestabilidad política

El encargado de gestionar todas estas malas noticias es el PSOE, con sólo 120 diputados, en coalición con UP (35 diputados) y apoyado en el Congreso por ERC (13), PNV (6) y Bildu (5). 

Ni UP ni ERC ni Bildu llevan en su ADN los genes necesarios para favorecer la inversión y la creación de empleo. Todo lo contrario. Ahuyentan a los inversores. Sólo saben subir impuestos, gastar mucho y aumentar la deuda. Con estos amigos es difícil hacer cosas económicamente correctas. Por otra parte, los apoyos de ERC y Bildu son muy volátiles y están sujetos a condicionantes políticos de imposible cumplimiento. Por eso, el Sr. Sánchez tiene que andar jugando en un equilibrio muy inestable entre dar gusto a unos y otros, sin que haya una línea económica clara ni nadie sepa a ciencia cierta a qué atenerse. Y los que menos lo saben son los empresarios y los inversores. Mal asunto. 

La inestabilidad política es el riesgo mayor al que España se enfrenta. Y ese riesgo sólo se eliminará el día en que los señores Sánchez y Casado decidan hablar en serio.  

Jesús Santidrian
Jesús Santidrian
Inspector de hacienda jubilado

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