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Ecos Independentistas/ Un primero de octubre deslucido

El cuarto aniversario de los sucesos de octubre ha pasado con más pena que gloria. Escasa asistencia a los pocos actos convocados y desánimo en el ambiente. Cuantitativamente, están causando más molestias a los ciudadanos los maquinistas de Renfe que las marchas organizadas por la ANC y algún que otro corte de carretera.

Unas 3.000 personas, según la Guardia Urbana, han participado en la nueva protesta separatista.

El cuarto aniversario de los sucesos de octubre ha pasado con más pena que gloria. Escasa asistencia a los pocos actos convocados y desánimo en el ambiente. Cuantitativamente, están causando más molestias a los ciudadanos los maquinistas de Renfe que las marchas organizadas por la ANC y algún que otro corte de carretera.

Aunque el Punt-Avui del lunes 4 titule El 3-O torna a ser el dia D, las mismas cifras que da desmienten cualquier triunfalismo. El viernes, unas 500 personas desfilaron por la Diagonal, de la plaza Macià a Pau Claris, y el domingo, unas 5.000 (3.000 según la Guardia Urbana) en, más o menos, el mismo recorrido y con míting final bajo el nombre Plataforma 3 d’octubre. Esta «plataforma» reúne ANC y Òmnium Cultural, más CDR (sea lo que sea esto), y unos cuantos sindicatos marginales (CGT, CNT, Co.Bas, COS, SO, I-CSC, IAC).

«Cuantitativamente, están causando más molestias a los ciudadanos los maquinistas de Renfe que las marchas organizadas por la ANC y algún que otro corte de carretera».

Han pedido la amnistía, cómo no; «ejecutar los resultados vinculantes del proceso de autodeterminación», no sólo el de 2017 sino también los futuros que «comporten la implementación continua del derecho a decidirlo todo, desde la radicalidad democrática»; «la retirada de las fuerzas policiales estatales, por su función de tropas de ocupación», y «la disolución de los cuerpos represivos del gobierno de Cataluña (ABM, AI, ARRO, BRIMO) y otras vergüenzas institucionales».

Oír esto en un conciliábulo ácrata, no sorprende; en un acto al que asistieron la presidenta del Parlamento, Laura Borràs, y el vicepresidente Jordi Puigneró, amén de la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, y de Xavier Antich, en representación de Òminum Cultural, indica la deriva hacia la marginalidad que padece el movimiento independentista.

Al final, informa la Vanguardia, «para concluir la jornada reivindicativa se ha elegido el tema “Bella ciao”, que ha sonado por megafonía mientras los convocados se iban retirando bajo el sol de la una de la tarde». Es curioso que incluso el himno oficial catalán, els Segadors, sea arrinconado.

¿Cuánta gente lo sabía?

La conmemoración ha quedado algo oscurecida por el asunto de la extradición de Carles Puigdemont desde Cerdeña —al final, nada: Niente estradizione, Sospeso il procedimento di arresto—, que va a servir como premio de consolación ante la falta de gente dispuesta a protagonizar otro “momentum” histórico. Sólo hay que ver este video, en que el culto a la personalidad se sirve de la estética de los anuncios de Estrella Damm.

Francesc-Marc Álvaro, en la Vanguardia, nos recuerda que Voté sí, aunque «sabía —lo sabía mucha gente— que el resultado que saldría de las urnas no sería reconocido por ningún Estado ni organismo internacional». Seguramente lo sabía bastante gente, pero también mucha gente fue a votar creyendo que votaríamos como siempre y que se cumpliría lo establecido en la Ley 20/2017, de transitoriedad jurídica y fundacional de la República; entre otras cosas, que «la Administración de la Generalitat, que incluye a todas las administraciones de Cataluña, sucede a la administración del Estado español en el territorio de Cataluña».

Álvaro lo recuerda con emoción: «Aquel 1-O, muchos catalanes vivimos un momento especial. No era toda Catalunya, pero era un país tan real como el de los que se quedaron en casa.» El problema, aún no resuelto, es que un país te lo quedas entero; no puedes dar la espalda a los que tienen una visión diametralmente opuesta, y un referéndum no soluciona ninguna controversia, al contrario, sólo sirve para polarizar la sociedad en torno a dos opciones excluyentes, incentiva los extremismos y desacredita a los partidarios del entendimiento.

«Aquel 1-O, muchos catalanes vivimos un momento especial. No era toda Catalunya, pero era un país tan real como el de los que se quedaron en casa.»

Francesc-Marc Álvaro

El país hecho una mierda

López de Lerma, en el Diari de Girona, subraya lo que vemos día a día, que Cataluña no se entiende consigo misma: «Si algo ha sobresalido del debate parlamentario es que no se entienden ni los que mandan, quiero decir ERC y JxCat, como tampoco se entienden los que están en la oposición, y, para acabar de redondearlo, la CUP no se entiende ni con unos ni con otros. Tenemos un Parlamento trinchado que, siendo la representación del pueblo catalán, constituye el indicador de cómo tenemos el país. Si me permiten, lo tenemos hecho una mierda.»

En un sistema presidencialista como el catalán, la falta de autoridad del presidente es obvia: «Si no llega, que le pongan un taburete, pero Aragonès debería dar un puñetazo en la mesa (…) Pero así no podemos seguir. Y Pedro Sánchez debería hacer lo mismo.» La mejor opción sería, en opinión de López de Lerma, una colaboración más estrecha entre ERC y PSC: «Una vez depositado el pringado de Puigdemont en el vertedero, el PSC, sin entrar en el Ejecutivo, no lo dejaría colgado [a Aragonès] si Pedro Sánchez se encuentra a salvo. Es el pacto no escrito que subyace, por si acaso.»

«Si no llega, que le pongan un taburete, pero Aragonès debería dar un puñetazo en la mesa (…) Pero así no podemos seguir. Y Pedro Sánchez debería hacer lo mismo.»

López de Lerma

Josep Costa i Rosselló, diputado por JxCat en la legislatura anterior, y autor de un libro esclarecedoramente titulado O secessió o secessió, en una entrevista en el suplemento dominical del Punt-Avui, pide que Dejemos de pedir unidad, no la habrá entre los partidos independentistas:

«Tiene que ganar peso la gente, y sobre todo no debemos estar pendientes de que los partidos se pongan de acuerdo. Quiero rebelarme contra esa idea sobre la unidad de los partidos, tenemos que superar este estadio, debemos emanciparnos de ello. Si las desavenencias hacen que la gente demos un paso atrás, existe precisamente el riesgo de que alguien pueda incentivar la pelea partidista para desmovilizar a la gente. He llegado a esta conclusión y éste fue uno de los motivos por los que salí de la política institucional.»

«Tiene que ganar peso la gente, y sobre todo no debemos estar pendientes de que los partidos se pongan de acuerdo».

Reactivar la movilización callejera, aunque la tendencia vaya en dirección contraria, y desautorizar las instituciones democráticas, que no hacen mucho por defenderse, ése es el programa del partido del exilio, empeñado en estos momentos en tener pleitos y ganarlos: «La batalla por la independencia pasa ahora por los tribunales, como hace doscientos años habría pasado por la revuelta armada. Los tribunales son los ejércitos del siglo XXI, el instrumento de coacción, de represión, de control, y, por tanto, son lo que simboliza el poder de un estado, y nuestra lucha, justamente en los tribunales, consiste en intentar desarmar el Estado. Es la batalla europea, que consiste en buscar un terreno neutral donde podamos combatir de tú a tú con los tribunales españoles.»

El “català esgotat”

Para invoca a la «calle» y el buen hacer del «exilio», nadie como Vicent Partal, quien una vez más clama contra el putiferio del gobierno ERC – Junts: «Parece como si Esquerra y Junts hubiesen decidido que, por alguna razón, ahora les toca pasarse dos años quietos y tranquilos, disfrutando del gobierno sin preocuparse siquiera de para hacer qué. Y que el único proyecto visible y consecuente sea colocar —con sueldos espléndidos— a familiares de todo tipo, miembros de las juventudes que crecen bien adoctrinadas en la obediencia debida y viejas guardias del partido que cualquiera diría que deben continuar cobrando de nosotros. Aparte esto, no se ve mucha coherencia en nada: tú haz lo que quieras con la parte del pastel que te toca, que yo haré lo mismo.»

Y no podía faltar el enésimo anuncio de la inminente venida del gran momento: «Si algo va quedando claro estos días es que, gracias a la acción del exilio y de la calle, aquel intento de pacificación y adormecimiento del conflicto catalán, pactado por arriba con Madrid, ya se ha hecho añicos completamente. Tanto que incluso la CUP, los primeros en regalar dos años de plazo al gobierno gracias a su pacto inicial con Esquerra, ya se mueve toda inquieta, gesticulando tanto como puede y mirando de desentenderse del putiferio.»

«El “exceso de fachada y empacho de retórica” que, como decía Gaziel, enraíza cada cierto tiempo en la política catalana parece remitir ante el “català esgotat”, aunque a los protagonistas les cueste admitirlo».

Lola García

El más idealista de los seguidores, que al desconocimiento de la historia añada la fe ciega en líderes insustanciales, ya debe sentirse sobradamente agotado. Lola García, en la Vanguardia, acuña un nuevo término para definir el actual estado de ánimo colectivo y que vendría a substituir al “català emprenyat” que teníamos hasta ahora: El “català esgotat”: «El “exceso de fachada y empacho de retórica” que, como decía Gaziel, enraíza cada cierto tiempo en la política catalana parece remitir ante el “català esgotat”, aunque a los protagonistas les cueste admitirlo. ¿Quiere eso decir que las aguas regresan a un remanso autonomista? De ninguna manera. También en eso, pasan los años y hay cosas que no cambian.»

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1 COMENTARIO

  1. El separatismo ha perdido el 30% (casi 1 de cada 3) de los votos que obtuvo en 2017: de 2.079.000 a 1.456.000, més de 623.000 catalans han dicho adéu al prusés, la secesión ya no les ilusiona, no ven necesario movilizarse.Y JORDI C. (OMNIUM) Y PUIGDEMONT DICEN :» VICTORIA HISTORICA.»NO COMMENTS!

    CREO ,PUIGDEMONT , QUE DEBERIAS PASAR UNOS MESES EN EL «HOTEL» DE LLADONERS PORQUE SI CAMBIA EL GOBIERNO TE IRÁ PEOR.

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