Desde que estalló la pandemia por el Covid 19 nada ha vuelto a ser lo mismo. El aterrizaje de este cruel virus ha puesto a prueba a cada país, a cada institución, a cada uno de nosotros. Quizás su llegada debería haber sido prevista por quienes nos gobiernan mucho antes, quizás no. Quién sabe.
Es cierto, e incluso lamentable, que todo es política y, por supuesto, cada uno tiene el derecho de identificarse con quienes hagan una política más afín a sus ideas. Dicho esto, debo reconocer que estoy convencida de que ningún gobierno, sea del color que sea, hubiese podido manejar esta situación con matrícula de honor. Sin embargo, la cadena de errores cometida desde la irrupción del virus es una realidad que, lejos de disiparse con esta «nueva normalidad» que vamos alcanzando, se acentúa día tras día con un servicio público de lo más miope e insultante.
La cadena de errores cometida desde la irrupción del virus es una realidad que, lejos de disiparse con esta «nueva normalidad» que vamos alcanzando, se acentúa día tras día con un servicio público de lo más miope e insultante.
Los héroes existen
Necesitábamos héroes y los tuvimos. Vaya que si los tuvimos. Hemos visto hospitales desbordados, miles de fallecidos, abuelitos muriendo en residencias sin la oportunidad de ser atendidos. Hemos visto a sanitarios y personal en residencias dejándose la piel por salvar vidas con la única protección de una bolsa de basura. Miles de trabajadores han estado al pie del cañón al frente de negocios donde se venden artículos de primera necesidad, transportistas haciéndonos llegar todo lo que necesitábamos, personal de limpieza desinfectando cada rincón, farmacéuticos y policías, entre otros muchos profesionales.
Basta ya de medallitas
Un aprobado social y con nota, eso es lo que creo que ha sucedido en España desde ese fatídico mes de marzo. Por supuesto, como suele decirse, «hay de todo en la viña del señor» y algun@s incívic@s se han pasado la seguridad del resto por el arco del Triunfo, pero ese no es el tema.
Como ya he dicho, la magnitud de este drama hubiese superado a cualquier gobierno pero la cosa va remontando ¿no?. Se cuelgan la medalla de que los datos epidemiológicos evolucionan positivamente. Muestra de esa «supuesta recuperación» es la reapertura de negocios, la vuelta al colegio de nuestros niños, la celebración de manifestaciones multitudinarias y los estadios al 100% de aforo permitido. Entonces, ¿qué pasa con los servicios públicos?.
CAP vacío y un pediatra de vacaciones sin sustituto
Esta semana viví una situación que, simplemente, es intolerable. ¿Cómo puede ser que un Centro de Atención Primaria (CAP) no atienda a un niño de dos años plagado de ronchas y con fiebre porque su pediatra está de vacaciones?. La indignación vive conmigo desde que se negaron a atender al niño porque su doctora no tiene sustitución.
¿Cómo puede ser que un Centro de Atención Primaria (CAP) no atienda a un niño de dos años plagado de ronchas y con fiebre porque su pediatra está de vacaciones y no tiene sustitución?
Por supuesto, esa profesional tiene todo el derecho de disfrutar de sus días de descanso, faltaría más. Pero, ¿nadie ocupa su lugar?. Pues así es. El CAP Can Moritz de Cornellá decidió trasladar pediatría a otro centro sanitario del municipio con motivo de la pandemia. Hasta ahí, de acuerdo. Sin embargo, el pasado lunes me encuentro con que nadie accede a visitarlo porque los doctores que hay tienen a sus pacientes.
Después de lidiar con el personal administrativo únicamente consigo que una doctora me diga, por teléfono, y dos días después, que lo que tiene el niño es un virus conocido como «boca, manos, pies» y que si estoy muy preocupada puedo ir a Sant Joan de Déu. Es decir, sin ver ni una fotografía, tenemos un diagnóstico. Menuda contradicción. ¿Si no es nada preocupante por qué me mandan a un hospital de primer nivel donde se deben tratar casos más urgentes?.
Sin ver ni una fotografía, tenemos un diagnóstico. Menuda contradicción. ¿Si no es nada preocupante por qué me mandan a un hospital de primer nivel que debería estar para casos más urgentes?.
Indignación en redes: Seguridad Social, SEPE, Hacienda o Ambulatorios donde, al parecer, hay una «pandemia perpetua»
Antes de poner el grito en el cielo quise compartir mi experiencia nada más, y nada menos, que en 25 grupos de Facebook de Barcelona y su Área Metropolitana para saber si lo mío había sido un caso aislado o no.
No pretendo ser abanderada de nadie ni esta opinión representa a nadie más que a mí misma pero estoy sorprendida de la cantidad de mensajes que he recibido narrando episodios de desatención en todo tipo de servicios públicos, algunos, dignos de juzgado de guardia y que trataré con detalle, más adelante, en un reportaje.
Es cierto que algunas personas, con competencias digitales, reconocen que esta atención «vía internet y telefónica» a la que estamos abocados les permite evitar largas colas y agilizar sus trámites. Sin embargo, son muchas las personas que viven con la odisea de la desatención de servicios públicos imprescindibles. ¿Por qué esa vuelta a la normalidad no es para todos?, se preguntan.
Señores políticos, ustedes están ahí porque el pueblo les ha dado su confianza. Están ahí para cuidar a cada ciudadano, para promover el bienestar social. Y no lo están haciendo. Es más, están utilizando a los trabajadores públicos como escudos humanos
Señores políticos, ustedes están ahí porque el pueblo les ha dado su confianza. Están ahí para cuidar a cada ciudadano, para promover el bienestar social. Y no lo están haciendo. Es más, están utilizando a los trabajadores públicos como escudos humanos y provocando el rechazo de parte de la ciudadanía cuando también son víctimas del sistema. De su sistema.