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Piden 30 años de prisión para una pareja que explotaba 18 horas diarias a un anciano mendigando y que acabó perdiendo una pierna

Los captores mandaron a la víctima a Rumanía tras detectar la cangrena y una vez amputada la extremidad, la devolvieron a ejercer la mendicidad en las calles de Barcelona

Un vehículo de los Mossos d'Esquadra. Foto: EP.

Piden 30 años de cárcel para una pareja de origen rumano y una tercera persona de la misma familia por obligar a un hombre de 71 años a ejercer la mendicidad hasta 18 horas seguidas en el centro de Barcelona. Las largas jornadas en las que la víctima permanecía en el suelo y en posiciones forzadas le acabaron provocando la amputación de una pierna.

Las largas jornadas en las que la víctima permanecía en el suelo y en posiciones forzadas le acabaron provocando la amputación de una pierna.

Los tres acusados se enfrentan a un delito de tráfico de seres humanos cometido contra una persona especialmente vulnerable y a otro de lesiones por los que la Fiscalía pide 30 años de cárcel para cada uno de ellos.

Lo trajeron engañado de Bucarest prometiéndole un futuro mejor

Según el escrito fiscal, la víctima fue traída a Barcelona engañada con falsas promesas de un futuro mejor. El hombre que era viudo y vivía en Bucarest, no tenía ingresos ni familia. Ante esta situación, en septiembre de 2016 aceptó la propuesta de los acusados, que vieron en la situación de la víctima «una oportunidad de obtener ingresos diarios a costa de la explotación en la mendicidad» por lo que no dudaron en ofrecerle «la posibilidad de venir con ellos a Barcelona, diciéndole que aquí tendría un mejor porvenir y que podría ganar abundante dinero» y él aceptó para salir de «la penuria en la que vivía».

El hombre que era viudo y vivía en Bucarest, no tenía ingresos ni familia por lo que «los acusados vieron una oportunidad de obtener ingresos diarios a costa de la explotación en la mendicidad»

Al llegar a Barcelona le quitan el pasaporte

Una vez en Barcelona sus explotadores le explicaron que trabajaría ejerciendo la mendicidad con una ganancia del 50% de lo que recaudase e inmediatamente le quitaron el pasaporte para controlarlo.

A partir de ese momento, la víctima empezó a mendigar en el centro de Barcelona, cerca de zonas turísticas como Gran de Gracia, donde «le sentaban en el suelo con un panel de cartón donde expresaba que pedía limosna, le ponían un vaso de plástico para recoger el dinero y le colocaban al lado una silla de ruedas a la que, por carecer de fuerza suficiente, no podía subir sin ayuda».

«Le sentaban en el suelo con un panel de cartón donde expresaba que pedía limosna, le ponían un vaso de plástico para recoger el dinero y le colocaban al lado una silla de ruedas a la que, por carecer de fuerza suficiente, no podía subir sin ayuda».

En condiciones insalubres

Según indica la Fiscalía, el hombre vivía «sin documentación, sin agua ni comida bastante, sin descanso y enfermo, el Sr. P estaba desde las 06:00/07:00 horas de la mañana hasta las 22:00 horas de la noche pidiendo limosna, hasta que al final del día los procesados le recogían». Siempre bajo control para evitar que pidiese ayuda a alguien o decidiese huir.

La víctima estuvo seis meses comiendo lo que le daban los transeúntes y durmiendo tirado en suelos sobre mantas o cartones. Durante el día, 18 horas tirado en el suelo en una posición forzada. «En circunstancias deplorables, con nutrición deficiente, descanso inadecuado, falta de higiene, vestimenta incorrecta y sin la debida asistencia sanitaria», según el escrito fiscal.

Los captores lo mandan a Rumanía al detectar cangrena en su pierna

«Para ocultar su acción y no alertar a las autoridades de aquí, decidieron no llevarle a los servicios sanitarios de Barcelona y acordaron enviarle a Rumanía» donde la víctima se sometió a la amputación de la extremidad. Tras la recuperación, el matrimonio acusado decidió devolverlo a las calles de Barcelona para seguir sometiéndolo a la mendicidad.

Tras la recuperación, el matrimonio acusado decidió devolverlo a las calles de Barcelona para seguir sometiéndolo a la mendicidad.

Finalmente, el matrimonio «vendió por 400 euros la explotación» de la víctima al tercer encausado.

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