A falta de resultados gubernamentales, nada mejor que mantener entretenidas a las bases con batallas que poco o nada interesan al ciudadano medio. Ni ERC ni Junts pueden presumir, de momento, de una gestión brillante al frente del Govern. Sin embargo, mantienen abierta su guerra particular consistente en ver cuál de las dos formaciones se erige como santona del separatismo.
El presidente del Govern, el republicano Pere Aragonés, ha acusado este sábado a Junts de «dar lecciones de independentismo» cuando, ha recordado, Convergència, antecesora del partido de Carles Puigdemont, apoyó el Estatuto de Autonomía en 2006. El ataque no ha gustado a la posconvergencia. Y uno de sus diputados más lenguaraces, Joan Canadell, ha respondido a los republicanos vía Twitter. «En 2006 yo era militante de ERC porque quería la independencia», ha recordado el expresidente de la Cambra de Comerç de Barcelona, «hasta que vi que solo sacaba la pancarta de independencia cuando venían elecciones».