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Ada Colau persiste en el Ayuntamiento

Un 14,8 % de intención de voto directo no es gran cosa, y menos si lo dice la encuesta oficial del Ayuntamiento de Barcelona, dada a conocer a finales de año, pero que el partido de Ada Colau quede en primera posición —por encima de ERC (10,2), PSC (7,4), y otros que tienden a la irrelevancia: JxCat (3,6), CUP (2,5), PP (1,8), Vox (1,2), Cs (1,0) y BcnxCanvi (0,1)—, después de tantos desperfectos ocasionados a la ciudad, es como mínimo sorprendente.

Un 14,8 % de intención de voto directo no es gran cosa, y menos si lo dice la encuesta oficial del Ayuntamiento de Barcelona.

El editorial del Periódico de CatalunyaParadójico barómetro de Barcelona— afirma que «el dato que más llama la atención es el de la valoración del gobierno municipal. El 49,4% de los entrevistados considera mala o muy mala la gestión de la ciudad, la peor nota de un gobierno municipal desde 2004».

La encuesta, si bien certifica que Colau mantiene un discreto apoyo electoral —al fin y al cabo su lista sólo obtuvo 10 concejales en un consistorio de 41—, confirma una vez más que los otros partidos no están a la altura del desafío: «Ni Colau ni su gestión convencen, pero ni sus socios de gobierno ni la oposición que encabeza ERC logran capitalizar este malestar de una parte importante de la ciudadanía con la gestión de la alcaldesa y de su equipo.»

«El dato que más llama la atención es el de la valoración del gobierno municipal. El 49,4% de los entrevistados considera mala o muy mala la gestión de la ciudad, la peor nota de un gobierno municipal desde 2004».

El Periódico de Catalunya

Sea por incapacidad o sea por compromisos en otros ámbitos —el de los socialistas en el gobierno central, que comparten con la galaxia podemita; el de ERC en el gobierno catalán, que consiguió aprobar sus presupuestos gracias a los diputados de En Comú Podem a cambio de no complicar la aprobación de los del Ayuntamiento de Barcelona—, la capital de Cataluña sigue siendo víctima de una política devastadora, movida por ideas extremistas de izquierda que la mayoría de los barceloneses están lejos de compartir.

Guerra cultural contra el vehículo privado

El día 3, en el diario Ara, Joan B. Culla i Clarà O ciclistes, o pàries— denuncia un problema que no es exclusivo de Barcelona sino una tendencia de las grandes ciudades que aquí se manifiesta de forma acelerada: «la proliferación de carriles bici y, en paralelo, la penalización del automóvil privado y el desprecio del peatón por parte de las administraciones locales».

«La proliferación de carriles bici y, en paralelo, la penalización del automóvil privado y el desprecio del peatón por parte de las administraciones locales».

Joan B. Culla i Clarà

La tendencia parece ser convertir la calzada en un calvario para los conductores de vehículos, instalando obstáculos de todo tipo y favoreciendo los embotellamientos, y la acera en un infierno para los peatones, dando rienda suelta a vehículos alternativos que no atienden a ninguna norma y gozan de impunidad total, todo mediante el pretexto de luchar contra el cambio climático.

«Pero el cambio climático —dice Culla— es, como es sabido, un fenómeno global. Y no hay noticia de que ciudades como Copenhague, La Haya o Amsterdam —donde hace un siglo que muchísimas personas se mueven en bicicleta— queden al margen del calentamiento planetario que nos amenaza. Por otra parte, las supermanzanas y todas las demás medidas de reducción del espacio disponible para los coches no distinguen entre un vehículo diésel altamente contaminante y un vehículo 100% eléctrico que genera cero emisiones. Por tanto, más que de políticas de preservación medioambiental, estamos ante una guerra cultural contra el vehículo privado como concepto, y de una canonización entre ideológica y estética (entre el sectarismo y la moda, quiero decir) de bicicletas, patinetes y todos los demás artefactos con ruedas que, con el comportamiento anárquico de una parte de sus usuarios, amenazan a diario —y en cientos de casos— la integridad o la vida de los peatones.»

No estará de más añadir que Holanda y Dinamarca son países extremadamente llanos, lo que facilita el desplazamiento ciclista, mientras que en Barcelona hay una considerable pendiente. Eso hace que los usuarios del alquiler municipal de bicicletas se apunten a bajar pero no a subir. Y entonces «se encuentran con las estaciones sin bicis para coger o sin anclajes para devolverlas (…) un mal endémico del servicio porque se realizan más viajes de montaña a mar», comentaba la web Barcelona en bici aún en octubre de 202o. «La solución es moverlas, pero no siempre se hace. Además, si llueve los trabajadores del Bicing no hacen nada porque la empresa no les equipa para trabajar con lluvia» —El Bicing no funciona—. Todo un espectáculo ecologista eso de tener que redistribuir las bicicletas mediante furgonetas.

Culla lamenta que, «a diferencia de los ciclistas, los peatones no somos un lobby ni estamos de moda», y considera que «los problemas de saturación viaria en el área barcelonesa, los atascos matutinos o vespertinos que hacen subir los niveles de contaminación, se deben a la insuficiencia cuantitativa y cualitativa de la red de transporte público». Ante esto, la proliferación de carriles bici y demás sandeces del llamado urbanismo táctico son un parche que no soluciona sino que agrava el problema.

«A diferencia de los ciclistas, los peatones no somos un lobby ni estamos de moda».

Joan B. Culla i Clarà

Denunciar estas iniciativas municipales que afectan tan directamente la vida de los ciudadanos, que condicionan su ocio y dificultan su negocio, es lo que no sabe hacer la oposición. En cambio, nos entretienen con debates bizantinos sobre si la alcaldesa se ha comprometido lo suficiente con el proyecto independentista o si ha defendido la legalidad constitucional tanto como debiera; con lo fácil que es ver que no es ni independentista ni constitucionalista, y que pesca en ambos caladeros.

La ciudad de los quince minutos

Otra característica de esta política centrada en deconstruir una capital es la obsesión por los barrios. El todo es más que la suma de las partes y una ciudad es más que la suma de sus distritos, pero ya parece que todo se ha de hacer en nombre de los barrios, para fomentar una existencia encerrada en un barrio. Ahora vendrá la ciudad de los quince minutos, una idea fomentada por la alcaldesa socialista de París.

«El todo es más que la suma de las partes y una ciudad es más que la suma de sus distritos, pero ya parece que todo se ha de hacer en nombre de los barrios, para fomentar una existencia encerrada en un barrio».

Se trata de que todo ciudadano, a los quince minutos de su casa, a pie o en bicicleta, pueda disponer de todo lo esencial para su subsistencia. Quién no querría tener farmacia y supermercado más cerca incluso, pero la cuestión es en qué consiste lo esencial y quién lo determina; la cuestión es qué se esconde detrás de palabrería como ésta: «La ciudad del cuarto de hora, y su planificación urbana por usos, crea una nueva atmósfera urbana: pasar de la movilidad obligada, en una ciudad fragmentada, a una movilidad escogida, en una ciudad deseada, policéntrica y multiservicial» —Viure en proximitat—.

Culla se insurge contra la involución que representa: «Durante la primera mitad del siglo XX, la clase trabajadora que vivía en barrios como el Clot, Sant Andreu o el Poblenou, al hecho de desplazarse al Eixample o a Ciutat Vella, todavía lo llamaba ir a Barcelona. Se iba poco, porque la precariedad del sistema de transportes públicos y, sobre todo, la modestia de la renta disponible entre aquellas familias obreras llevaba a hacer vida de barrio, a moverse por unas calles donde no era necesario “arreglarse”, ni los comercios te tentaban con ofertas de consumo inalcanzables.

«Durante la primera mitad del siglo XX, la clase trabajadora que vivía en barrios como el Clot, Sant Andreu o el Poblenou, al hecho de desplazarse al Eixample o a Ciutat Vella, todavía lo llamaba ir a Barcelona».

Joan B. Culla i Clarà

Y, bueno, cuando oigo a algunos ideólogos del actual gobierno municipal barcelonés propugnar la ciudad de los quince minutos, me pregunto si la alcaldesa Colau nos querría devolver a aquel tiempo cerrado de braseros, cines de barrio, seriales radiofónicos y sabañones que todavía pude conocer a lo largo de mi infancia.» No tengamos ninguna duda de que así es.

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1 COMENTARIO

  1. ADA COLAU ES UNA INFILTRADA DE LA CUP COMO OTROS ESTAN INFILTRADOS EN EL PSC PERO SON SEPARATISTAS COMO OCURRIO CON E. MARAGALL.LO QUE CUENTA ES QUE SUS VOTANTES (DE PODEMOS Y PSC) NO SON SEPARATISTAS PORQUE TIENEN CLAMENTE OTRAS OPCIONES COMO ERC , CUP Y JUNTS.

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