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Vall d’Hebron atiende en 2021 a 304 menores víctimas de violencias, la mayoría sexuales

El perfil de paciente es el de una niña de 9-10 años o una adolescente y el 65% de los casos tiene lugar dentro de la familia

La Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia (Equipo EMMA) del Hospital Universitari Vall d’Hebron de Barcelona ha atendido en 2021 a 304 casos menores, víctimas de violencias. El 81% de los niños y adolescentes que llegan ha sufrido algún tipo de violencia sexual, ha informado el centro hospitalario.

El perfil de paciente atendido es el de una niña de 9-10 años o una adolescente víctima de violencia sexual. El 30% de los y de las pacientes sufre secuelas a medio-largo plazo en forma de estrés postraumático y presenta recuerdos intrusivos, un estado emocional negativo persistente, dificultades para dormir o pesadillas.

El 70% de las víctimas atendidas en la Unidad son niñas y el 91% de los agresores son hombres, un patrón que se reproduce en agresiones sexuales a mayores de 16 años. Más del 65% de los casos tiene lugar en el ámbito intrafamiliar. 

Esta unidad empezó a funcionar con un equipo multidisciplinario de tres profesionales: la Dra. Anna Fàbregas, adjunta del Servicio de Pediatría y coordinadora de la Unidad; Mireia Forner, psicóloga clínica del Servicio de Salud Mental, y Giuliana Rios, trabajadora social sanitaria. Además, cuenta con una ginecóloga referente especialista en infancia y adolescencia y una administrativa. El equipo se ha ampliado con una pediatra, una psicóloga y una trabajadora social sanitaria más para dar respuesta al alto volumen de peticiones de visita.

La importancia del rol de las familias cuidadoras

«El rol de las familias cuidadoras es fundamental; no solo porque es el entorno en el que estas violencias se producen de forma mayoritaria y donde se reproducen por riesgo de transmisión intergeneracional; sino también porque la violencia sexual tiene un impacto importantísimo en todo el entorno familiar», explica Giuliana Rios. «Hace falta un trabajo sociofamiliar para que las familias cuidadoras puedan acompañar a los hijos y las hijas en su proceso de recuperación», añade.

«El rol de las familias cuidadoras es fundamental; no solo porque es el entorno en el que estas violencias se producen de forma mayoritaria (…) sino también porque la violencia sexual tiene un impacto importantísimo en todo el entorno familiar»

Giuliana Rios

Atención multidisciplinaria a los y las pacientes

Cuando el o la paciente llega a la consulta se hace una visita multidisciplinaria por parte de tres profesionales: la pediatra, la psicóloga clínica y la trabajadora social sanitaria junto con la familia cuidadora, con el objetivo de valorar conjuntamente el caso y dar una atención integral. «Valoramos cómo se encuentra psicológicamente, si presenta secuelas de la situación vivida y si requiere un tratamiento psicológico especializado«, explica Mireia Forner, psicóloga clínica. Se adapta la intervención a la edad y perfil del o de la paciente.

Según Forner, «con los niños y niñas más pequeños, trabajamos mucho a través del juego simbólico, del dibujo y de los cuentos, aspectos relacionados con el buen trato y la educación afectiva y sexual, como qué son las partes íntimas del cuerpo o qué son los secretos buenos y malos, entre otros».

«Tanto los niños y las niñas como los y las adolescentes a menudo presentan una mezcla de emociones como rabia, miedo, culpa y vergüenza. Los y las adolescentes sufren síntomas de estrés postraumático, sintomatología ansioso-depresiva, conductas autolesivas o, incluso, tentativas de suicidio”, añade la psicóloga clínica.

«Tanto los niños y las niñas como los y las adolescentes a menudo presentan una mezcla de emociones como rabia, miedo, culpa y vergüenza».

Mireia Forner

Por su parte, Giuliana Rios apunta que la trabajadora social sanitaria trabaja con la familia cuidadora para iniciar el proceso de recuperación del hijo o la hija a través del acompañamiento. Se trabajan los déficits familiares preexistentes u ocasionados por el impacto de la situación de violencia vivida. Y se proporcionan herramientas, estrategias y habilidades para el ejercicio positivo de la marentalidad y la parentalidad. “Este rol cuidador recae, en la mayoría de los casos, en la figura de las madres; un elemento más que nos indica la necesidad de una perspectiva de género en nuestra atención”,

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