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Los JJOO de invierno, ¿otra oportunidad perdida?

Protesta contra los Juegos Olímpicos de Invierno.

El domingo por la tarde hubo cortes de tráfico, en la C-16 en Berga y la C-17 en Ripoll, informa ACN, «para protestar contra la decisión del gobierno de la Generalitat de excluir las comarcas del Ripollès y el Berguedà de la consulta que está previsto hacer entre los ciudadanos y que debe dictaminar si se está a favor o en contra» de presentar candidatura a los XXVI Juegos Olímpicos de Invierno, que serán en 2030.

El corte ha llegado «diez días después de que el gobierno anunciase que la consulta, vinculante, se haría exclusivamente a los vecinos de Val d’Aran, Alta Ribagorça, Pallars Sobirà, Pallars Jussà, Alt Urgell y Cerdanya». Es una muestra más de los inconvenientes de la democracia participativa, en la que se escudan los malos gobernantes para evitar asumir responsabilidades. Los hipotéticos beneficios económicos del evento repercutirán más allá de las comarcas presuntamente afectadas, y un gobierno digno de ese nombre ha de ser capaz de convencer a todos los ciudadanos de la necesidad de arrimar el hombro y de paliar los eventuales inconvenientes que algunos puedan sufrir. 

Pero como todo es susceptible de empeorar en Cataluña, al gobierno no se le ocurre más que promover agravios entre comarcas vecinas, unas tendrán el dudoso privilegio de ser consultadas y otras van a ser ignoradas. «No somos comarcas de segunda», decían los manifestantes, un lema algo pobre pero se lo han puesto a huevo. 

Eran unas 200 personas en Berga y 50 en Ripoll, ocasionando un embotellamiento de 15 km, según TV3, en el caso de Berga. Una vez más, el triste espectáculo de una minoría vociferante obstaculizando los desplazamientos de la mayoría. 

Independientemente del motivo o el pretexto, el derecho a manifestarse de unos no debería estar por encima del derecho a circular de nadie. Imponer un estado de excepción, aunque sólo dure unas horas, es la peor manera de ganar apoyos.

Juegos de invierno sin nieve

El asunto lo lleva una entidad llamada «Stop JJOO del Ripollès» pero todo parece indicar que es otro pseudónimo de la CUP. Explica el Punt-Avui —bajo el hiperbólico título Berguedà i Ripollès tallen la C-16 i la C-17 per exigir votar en la consulta dels JJOO— que «asistieron varios miembros de la CUP, como la diputada Maria Dolors Sabater, que ya han dejado muy claro que no están de acuerdo con este proyecto y lo consideran insostenible»,  aunque «el plantón del presidente de Aragón, Javier Lambán, a su homólogo catalán, Pere Aragonès, en el encuentro que debía realizarse en Balaguer el pasado viernes, pone en evidencia que no hay un proyecto». O sea: no hay proyecto pero por si acaso estamos en contra. 

El corte de de carreteras de este domingo es sólo el principio, habrá más: «Ésta es una más de las acciones que tenemos preparadas para intentar detener un evento que no aporta nada al territorio y que perpetúa un modelo de turismo caduco.» Y pensar que no hace ni tres meses que los pesos pesados de ERC aún sostenian «la necesidad de tener una alianza estratégica con la CUP». ¿Para hacer qué? O mejor dicho: ¿para impedir qué? Con conductores como ERC y JxCat, juntos o por separado, tenemos claro que el vehículo no va a llegar a ninguna meta, pero con la CUP de pasajero está garantizado que además va a volcar.

O sea que habrá más acciones, como cortes de circulación o interrupciones de actos, los dos grandes clásicos de la subversión de bajo coste en Cataluña. El pasado 29 de octubre la misma plataforma Stop Jocs Olímpics interrumpió la conferencia inaugural del presidente Aragonès en la Trobada Empresarial al Pirineu, que se celebraba en la Seo de Urgel. Allí actuó Bernat Lavaquiol, un cargo electo que es también portavoz de la plataforma: concejal por la CUP en la Seo de Urgel.

Según la narración que hizo Vilaweb de la hazaña —La plataforma Stop Jocs Olímpics interromp…—, al presidente le gritaron: «Pere Aragonès, tú que te haces llamar ecologista, quieres meternos unos Juegos de Invierno en un momento de emergencia climática. Tus informes de la Generalitat dicen que en quince o veinte años no habrá nieve, no será viable.»

Hace décadas que nos cuentan que la nieve desaparecerá de nuestras vidas y que el litoral barcelonés subirá hasta la Gran Via. Si lo creyeran realmente, no protestarían, más bien esperarían tranquilamente a que los hechos dejaran en evidencia al gobierno. Un gobierno, por cierto, cuyo presidente fue investido con los votos de la misma CUP que fue a reventarle un acto.

La oligarquía está a favor

Un artículo de Vilaweb, aparecido el 26 de enero enumera —o sería mejor decir denuncia— quién tiene interés por los Juegos Olímpicos de Invierno 2030 en el Pirineo. Empezó siendo «un deseo verbalizado por unos sectores económicos», hasta que en julio del año pasado acabó asumiéndolo el gobierno de la Generalitat. 

Hubo un acto el 19 de setiembre del 2019, con el lema “Hi serem”, que «sirvió para dar impulso mediático a una precandidatura que vagaba en el olvido»: «El acto estaba organizado por Sport Cultura Barcelona, ​​un lobby presidido por Albert Agustí que integra las principales marcas económicas y deportivas del país, entre ellas el Real Club Náutico de Barcelona, ​​el RACC, el Real Club de Polo de Barcelona, ​​el Círculo Ecuestre, Barça y Espanyol. Si observamos quién ocupaba las primeras filas en la fotografía de ese día, encontraremos la plana mayor de los actores económicos catalanes y, especialmente, barceloneses: Josep Sánchez Llibre, presidente de Foment del Treball; Javier Faus, presidente del Círculo de Economía; Jordi Mestre, entonces presidente del Gremio de Hoteles de Barcelona; Josep Mateu, presidente del RACC; Gerard Esteva, presidente de la Unión de Federaciones Deportivas de Cataluña; Josep Maria Bartomeu, entonces presidente del FC Barcelona, y también el expresidente del Barça Sandro Rosell. Todo secundado por Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, y Juan Antonio Samaranch, vicepresidente del Comité Olímpico Internacional.»

Lo normal es que tan importante elenco de avaladores despierte la desconfianza de las izquierdas; de las de ahora: lejos estamos del impulso olímpico de 1992 en Barcelona. Sigue el artículo de Vilaweb: «Si ponemos el foco en el territorio, el apoyo político no está claro. De hecho, los principales alcaldes de las comarcas del Alt Pirineu —Alt Urgell, Cerdanya, Pallars Sobirà, Pallars Jussà y Alta Ribagorça— y Aran han reclamado concreción en el proyecto, el cual todavía no se ha hecho público.» También es lo más normal del mundo que los más directamente afectados por la iniciativa esperen a conocer el proyecto antes de opinar.

En cuanto a la postura del gobierno Aragonès, no está clara. En principio sí, pero luego todo son peros: pero no hay que construir «obras faraónicas» ni infraestructuras «ad hoc»; pero hay que respectar la biodiversidad; pero «hay que dejar un buen legado económico al Pirineo»… Es como si ignorasen que quien algo quiere, algo le cuesta. Encima, han tenido esa mala idea de convocar una consulta por primavera, pero sólo en ciertas comarcas, y vinculante. Sin duda, habrá bastante abstención y mucha demagogia.

Informes traigo

Ya en octubre pasado el Crític resumía los argumentos que se esgrimirán esta temporada en contra de los Juegos Olímpicos de Invierno, en un artículo firmado precisamente por el mismo Bernat Lavaquiol, antes mencionado: 10 razones para decir no.

Por un lado hay observaciones muy dignas de consideración: «La supuesta austeridad de la candidatura Barcelona-Pirineos 2030 se esconde detrás de tres trampas: la opacidad, porque no se detallan ni los costes ni los usos futuros de las instalaciones; la falta de evaluación económica y la imposibilidad que se deriva de compararla con usos alternativos de los recursos, y los sobrecostes, que son endémicos en este tipo de proyectos.»

Por otro, se arrastra el condicionante de la etapa anterior: «Negociar y realizar unos Juegos con España da una imagen de normalidad y de subordinación política en un contexto de represión y de no resolución del conflicto.» Y se sigue alimentando el temor al apocalipsis climático, a partir de informes de la Generalitat que «dejan claro que con una subida de la temperatura de 2°C, ya no es que sea caro y poco ético sino que es totalmente inviable hacer nieve artificial. ¿De qué viviremos en el Pirineo en 15 ó 20 años si estamos centrando todas las inversiones en unas infraestructuras con fecha de caducidad?» 

Si es por informes, no hay problema. Se encargan los que hagan falta según mejor convenga. En un dossier del Ara de la semana pasada —Los Juegos Olímpicos en los Pirineos, una apuesta pendiente del tablero político— se puede leer: «El presidente de la comisión técnica, Ricard Font, afirma: “Los estudios que tenemos nos dicen cosas tan contradictorias como que la temperatura sube, pero que en los últimos diez años ha habido más volumen de nieve que en los anteriores.”»

En cualquier caso, para organizar unos juegos olímpicos se requiere un gran consenso y estabilidad política. Un país donde 50 personas pueden cortar una carretera durante horas impunemente, deja de ser un anfitrión deseable. La imprecisión de proyecto, las reticencias de la Generalitat, más las rencillas con Aragón, no auguran nada bueno.

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