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Ecos Independentistas/ El gobierno Aragonès está en contra del amor

A falta de una política sensata, buenas son las sandeces ideológicas para entretener al personal. Se vio en el Parlamento de Cataluña cuando el mes pasado resolvió reparar y restituir la memoria de las acusadas de brujería en siglos pasados. El gobierno de la Generalitat está también dispuesto a ridiculizarse a sí mismo y a avergonzar a los catalanes con iniciativas tan bizarras como una campaña contra el amor romántico.

«El gobierno de la Generalitat está también dispuesto a ridiculizarse a sí mismo y a avergonzar a los catalanes con iniciativas tan bizarras como una campaña contra el amor romántico».

El Departamento de Igualdad y Feminismos emitió un tweet la vigilia del día de San Valentín para advertirnos que «el amor ideal no existe tal y como nos lo presentan». Pues claro que no, por eso se llama amor ideal; si no, se llamaría amor real. Por cierto que en Cataluña el día de los enamorados siempre ha sido el 23 de abril, festividad de San Jorge; no ese San Valentín introducido hace medio siglo y tan apreciado por los grandes almacenes.

En qué consiste el amor

Se trata de una intromisión en toda regla en la vida privada de los ciudadanos. Habría que dejarle claro a este gobierno, si hace falta mediante instancias correctamente redactadas, que nos enamoraremos cuando nos parezca y como nos parezca, y que no es competencia suya intentar disuadirnos.

«Habría que dejarle claro a este gobierno, si hace falta mediante instancias correctamente redactadas, que nos enamoraremos cuando nos parezca y como nos parezca».

Intentando resumir en una torpe frase cómo debe ser el amor políticamente correcto, sentencia el gobierno que «idealización, entrega sin condiciones, exclusividad, celos, sufrimiento… NO es amor». Convirtiéndola en una afirmación, el amor debería ser pues, en opinión del ejecutivo catalán, un cóctel de: cinismo, desconfianza, infidelidad, indiferencia y placer.

Con ideas tan desacertadas la natalidad no va a remontar nunca. Siempre hemos sabido que «donde hay pasión hay pecado», como cantaba Bonet de San Pedro, y que «en amores lo más fácil es que llores». Los problemas existen y existirán. La mayor parte se remontan al pecado original, y no será un gobierno autonómico quien consiga eliminarlos de nuestra vida.

«Con ideas tan desacertadas la natalidad no va a remontar nunca».

Los males de amor siempre han sido, y hay fe de ello desde que existe la escritura. Tablillas de barro sumerias y jeroglíficos egipcios cuentan gozos y penas idénticos a los de nuestros días. No es un invento del franquismo, ni el resultado de un contubernio de patriarcas veterotestamentarios, ni será posible erradicarlo prohibiendo la separación por sexos en la escuela.

Se comprende que la consejería de Igualdad y Feminismos deba demostrar su existencia y justificar su presupuesto; pero no votamos y pagamos impuestos para que un conciliábulo de iluminados se proponga convertirnos en seres angélicos y carentes de defectos.

La invención de un enemigo

Salvador Cardús, en el Ara, el día 20, pregunta si para este gobierno enamorarse es pecado y cuestiona seriamente la exhortación oficial: «Toda voluntad de adoctrinamiento parte del supuesto arrogante de la ignorancia y la inmoralidad del populacho. En este caso, necesitan pensar que la gente normal no sabemos distinguir la distancia que existe entre la publicidad o los seriales y nuestra vida mortal, y que tampoco somos capaces de una reflexión moral autónoma, respetuosa con las personas.»

«Toda voluntad de adoctrinamiento parte del supuesto arrogante de la ignorancia y la inmoralidad del populacho».

Salvador Cardús

Tratándose de un diario y de un autor afines al gobierno, la reconvención es significativa. Más allá de si uno es favorable o contrario a la independencia, más de derechas o más de izquierdas —en la medida en que esta dicotomía sea útil todavía— hay cuestiones que escandalizan a cualquiera.

Cardús constata el distanciamiento de la realidad que sufre la doctrina que nos quieren imponer: «Es obvio que la mayoría de las personas no conciben ni viven la dimensión romántica de la relación amorosa interpersonal tal como la define el departamento. Si así fuese, dada su extensión, viviríamos en un mundo de relaciones —binarias o no— absolutamente enfermizo y asfixiante. Pero ya se sabe que hay luchas que necesitan inventar un adversario para poder justificarse.»

Y acaba preguntándose: «¿De verdad que un gobierno, por mucho que sea de izquierdas y feminista, debe menospreciar a quienes viven en libertad su compromiso de fidelidad y que precisamente lo entienden como de respeto mutuo?» Pues sí, nos menosprecian y nos creen tontos.

«¿De verdad que un gobierno, por mucho que sea de izquierdas y feminista, debe menospreciar a quienes viven en libertad su compromiso de fidelidad y que precisamente lo entienden como de respeto mutuo?»

Salvador Cardús

Para ellos la democracia no es sólo un método para elegir representantes, sino que se creen con derecho a modificar nuestras creencias y nuestros hábitos. Hay un fondo totalitario en este tipo de gobiernos que no se manifiesta manu militari; sólo, por ahora, mediante maestros, asistentes sociales, periodistas y presuntos expertos que proliferan como setas en día de lluvia.

Tenemos que desaprender

Entrevistada por Vilaweb, la consejera de Igualdad y Feminismos, Tània Verge, justifica su posición: «Tenemos la responsabilidad de visibilizar que el machismo sigue muy presente y que tenemos que desaprender o desnaturalizar algunas de las cosas que nos han inculcado.» Lo que debemos hacer es aplicar el código penal a toda suerte de violencia y coacción que se produzcan al amparo de la costumbre, la ideología o la religión, sin atenuante que valga. Sólo eso, y no es poco.

«Tenemos la responsabilidad de visibilizar que el machismo sigue muy presente y que tenemos que desaprender o desnaturalizar algunas de las cosas que nos han inculcado».

Tània Verge

Sigue la consejera, dando un salto en el vacío: «Uno de los elementos que forman parte del machismo es la idea del amor romántico, eso de que somos una media naranja, que no somos personas enteras y que por nuestra media naranja tenemos que hacerlo todo. Y como lo haces todo con tanta devoción, los celos son normales, el control es normal, quien te ama es normal que te haga daño…» No es normal, pero el daño que se produce eventualmente en una relación no proviene de la idealización ni del romanticismo sino de las relaciones de poder que se dan en la pareja. El problema no es un exceso de amor sino su ausencia.

«Uno de los elementos que forman parte del machismo es la idea del amor romántico, eso de que somos una media naranja, que no somos personas enteras y que por nuestra media naranja tenemos que hacerlo todo».

Tania Vergè

Y culmina: «No se trata de decir a nadie cómo debe amar, sino de decir a todo el mundo que ame a quien quiera y como quiera, desde la libertad.» Es decir que sí, que se trata de decir a todo el mundo en qué consiste el amor y cómo debe comportarse. Detrás del propósito humanitario y las maneras amables, asoma enseguida el proyecto colectivista.

El amor romántico mata

Ya hace cinco años al menos que la CUP, o uno de sus componentes, Arran, afirmaba que el amor romántico mata. Entonces parecía un chiste, pero unos, desde la irrelevancia, señalan objetivos y otros, desde el poder, ponen los recursos para conseguirlos. Así como la alta costura apunta tendencias que luego se generalizan en el prêt-à-porter, de los laboratorios de ideas de la más extrema izquierda surgen ideas que al principio parecen extravagantes pero acaban siendo política de gobierno y, Dios no lo quiera, instrumento de Estado.

Decía Arran ante el San Valentín de 2017, partiendo de algún dato sobre la violencia conyugal: «El amor romántico es una herramienta más al servicio del patriarcado capitalista para mantenernos en nuestro rol de objetos a su servicio. Desde pequeñas nos lo inculcan a través de cuentos, películas, dichos, y todo tipo de aspectos que conforman este mito, un ideal que lo único que hace es que nuestra felicidad como mujeres tenga que depender de encontrar un hombre que nos complete. Como si por nosotras mismas no valiéramos nada. Y esta dependencia hace creer a los hombres que somos objetos de su propiedad y que pueden ejercer todo tipo de violencias hacia nosotros.»

Decía Arran ante el San Valentín de 2017, partiendo de algún dato sobre la violencia conyugal: «El amor romántico es una herramienta más al servicio del patriarcado capitalista para mantenernos en nuestro rol de objetos a su servicio».

Si de esta gente dependiese, pronto nos íbamos a quedar sin novelas, películas, series y canciones en las que aparezcan hombres y mujeres cuyas vidas giren en torno al amor, es decir sin la mayor parte de la ficción creada desde que el mundo es mundo. Sin duda lo tienen en mente.

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