ECOS INDEPENDENTISTAS / Nueva presidencia en la ANC

Dolors Feliu, letrada de la Generalitat, ex miembro del Consell per la República y ahora presidenta de la ANC (TV3).

En la Assemblea Nacional Catalana no hay elecciones presidenciales. Los militantes, en primera instancia, eligen a 73 «secretarios nacionales» y luego estos eligen al presidente. Lo hicieron el sábado 21 de mayo. Por 48 votos de un total de 69 eligieron presidenta a Dolors Feliu, que quedó segunda en las elecciones a «secretarios nacionales» (con 2.188 votos). Jordi Pesarrodona, quien quedó primero entonces (con 2.306 votos), ha quedado ahora lejos de la presidencia, con sólo 16 votos; hubo también 4 votos en blanco y uno nulo. 

Seguidamente eligieron: el vicepresidente, cargo que será el primer año para Jordi Pesarrodona y el segundo año para Uriel Bertran, que había quedado en quinta posición (con 1.562 votos); el secretario, y el tesorero. Lo de Pesarrodona, que se define como «activista represaliado» en su curriculum, suena a premio de consolación. Pero no  hay nada que objetar. Las reglas son las que son y todo el mundo las acepta. Los votos de la militancia son meramente orientativos y luego el comité central decide lo que mejor conviene a la organización.

En principio, alguien con «más de treinta años de experiencia profesional vinculada a las artes de calle» y sin más experiencia política que concejal de un pueblo de 10.000 habitantes no parece muy indicado. Le falta bastante para parecerse a Coluche, que llegó a presentarse a las presidenciales francesas en 1981, o Beppe Grillo, cuyo partido aún cuenta algo en Italia.

La revuelta se inspira en el circo

Francesc-Marc Álvaro, en Nació Digital el pasado día 19 —Qui diu pallasso diu fe—, intenta explicar por qué un payaso ha sido el candidato más votado en la ANC, dejando aparte «la crisis de liderazgos que sufre el independentismo, y el país en general», y «el rechazo visceral que generan los políticos y activistas profesionales entre las bases más desengañadas por todo lo que vino después del 1-O»:

«El payaso es la respuesta de la fe —digámoslo así— al rechazo frontal del hacer política que experimenta una parte de la gente que se identifica con el proyecto de la independencia. El payaso es un icono supuestamente puro, que provee de una ilusión paliativa a una parte de aquellos que han aparcado la revisión crítica del proceso porque lo consideran una muestra de debilidad, derrotismo y botiflerismo. El payaso ha venido a llenar un vacío de sentido con algo que nada quiere tener que ver con la política convencional. Ante la frustración y el desengaño de un embate lleno de debilidades y cálculos erróneos, el payaso remite a la simplicidad de un ideal que se pretende tan simpático y noble como la nariz roja del clown. Volveremos a hacerlo y lo haremos muy fácil. La revuelta de las sonrisas se inspira ahora directamente en el circo. ¿Qué puede fallar?»

Sin rumbo y sin ideas

Salvador Sostres, en Abc, ya el lunes 16 anunciaba que «probablemente será la abogada Dolors Feliu» la nueva presidenta, y aprovechaba el oficio de Jordi Pesarrodona para analizar la situación: Payaso, dicho ya por ellos mismos.

«Los que alguna vez se sintieron tentados de llamar “payasos” a los miembros de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) o calificar sus acciones de “payasadas”, y no lo hicieron por considerarlo poco elegante, o un recurso demasiado fácil, llegaron el sábado [14 de mayo] al fin de trayecto de comprobar que los propios miembros de la organización han votado literalmente a un payaso, Jordi Pesarrodona, para que sea su presidente. Fracasado políticamente, y sin haber tenido jamás el valor de defender con su vida sus ideales —que es lo mínimo que cabía esperar de alguien que estuviera de verdad dispuesto a romper un Estado como España—, el independentismo se radicaliza en lo superfluo, volviéndose cada día más grotesco y minoritario.»

Repasa Sostres los líderes que ha tenido la ANC para resaltar «la inmadurez de un movimiento que se ha quedado sin rumbo y sin ideas, y que vota siempre lo más estridente. Es lo mismo —aunque sin llegar tan lejos en lo obvio— que sucede en Junts con el “independentismo mágico” de Laura Borràs, de largo la preferida entre las bases».

Y «mientras los más ingenuos echan el resto con payasos, el “sector negocio” arrambla lo que puede para favorecer a sus amigos. El viernes se dio a conocer oficialmente (…) que el consejero de Economía, Jaume Giró, había rebajado en casi 2 millones de euros las subvenciones a la prensa que no le es afín y que había premiado a sus amigos de los digitales con incrementos de la misma cuantía».

Letrada de la Generalitat

En el Periódico, el mismo sábado 21, aparece esta presentación de la nueva presidenta: Dolors Feliu, la abogada que intentó evitar el recorte del Estatut, al frente de la ANC

«Llevaba desde 1994 ejerciendo como letrada de la Generalitat ante el Tribunal Constitucional cuando le tocó intentar blindar el Estatut para evitar el tijeretazo. “Defendí el texto original, pero ya ves cómo terminó: recortado por los tribunales y no ajustado a las correctas interpretaciones constitucionales. Entonces ya intuí que debía buscar la independencia de Catalunya por otras vías, desde el activismo”.»

«Ha desarrollado toda su carrera profesional dentro de la administración catalana, cuyos despachos ocupa desde 1989. En su currículum destaca haber sido directora de los servicios consultivos y de coordinación jurídica entre 2011 y 2019 (…) “Consideré que el tripartito no defendía el autogobierno lo suficiente, así que me afilié a Convergència Democràtica en 2008, cuando estaba en la oposición”.» También es «miembro de la Asamblea de Representantes del Consell per la República, el parlamento paralelo que Puigdemont creó desde Bruselas, cuyo asiento deja ahora para centrarse en la ANC.»

Marchado una «lista cívica»

Y ¿qué planes tiene para los próximos dos años? Pues, según informa el Punt-Avui el domingo 22, se ha comprometido a poner una nueva fecha en el horizonte para alcanzar la independencia. Ambicioso proyecto cuyo primer paso será «impulsar una lista cívica como uno de los principales retos del mandato “para hacer efectiva la independencia a partir de la pulsión democrática, y convertir el mero voto en el voto por la independencia”». 

Si esto no es un farol —tampoco sería el primero—, es una apuesta arriesgada, primero porque implica dejar de considerar independentistas a los partidos y a los líderes que hasta ahora presidían el proceso, incluso a los que han acabado en la cárcel o el exilio, y segundo, porque si la ANC se queda sin la gente que milita en, simpatiza con y vota a esos partidos independentistas, se le va a reducir mucho el espacio.

Ni que decir tiene que Feliu confia en que haya «una gran masa de gente para que la opción de esa lista cívica sea una opción transversal y mayoritaria socialmente». Sólo sería factible si de alguna manera, digamos a través de la bendición del Consell per la República, esa lista de la ANC acabara siendo la de JxCat. Puede que lo tengan en mente. Cuando la opción independentista sigue bajando, muy moderadamente pero bajando, no es el momento de dispersar el voto presentando más candidaturas.

Sea como sea, la nueva presidenta llega buscando un «revulsivo para el movimiento independentista», que «debe estar preparado para aprovechar la ocasión y hacer el embate definitivo». Es el momentum de que ya hablaba Quim Torra en 2018. Seguimos donde estábamos. La única novedad, el anuncio de que «las elecciones al Parlamento del 2025 podrían adelantarse a causa de posibles convulsiones». ¿Se romperá la coalición entre ERC y JxCat?

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