En el imaginario nacionalista, la región del sur de Francia llamada Rosellón forma parte de Cataluña. No en vano, el expresident y fugado de la justicia Carles Puigdemont celebró un mitín multitudinario hace un par de años en la capital de la zona, Perpiñán, en el que proclamó su orgullo por «regresar de nuevo a Cataluña». La realidad de la región, sin embargo, no ofrece muchos motivos de alegría al secesionismo. Allí, el uso del catalán es residual y la ultraderecha de El Frente Nacional arrasa en las elecciones, tanto locales, legislativas como generales.
Pese a ello, la Generalitat sigue invirtiendo cantidades ingentes de dinero para catalanizar el territorio. Hoy, por ejemplo, según publica el diario El Mundo, hemos sabido que entre 2016 y 2022 los departamentos de Presidencia y Cultura del Govern han inyectado 2,9 millones de euros al colectivo Amics de la Bressola. El motivo es que en los centros de esta asociación, repartidos en varios municipios del sur del país, se aplica la inmersión en catalán, siendo la presencia del francés marginal —al igual que lo es el castellano escolar en Cataluña—. Sin embargo, allí los alumnos siempre pueden optar por estudiar en la escuela pública en francés, mientras que en Cataluña toda la educación pública es exclusivamente en lengua catalana.
Un subvención en aumento
Asi, entre los años citados —excepto en 2017— el Govern entregó a estos centros 400.000 euros anuales. En 2021, dicha asignación directa aumentó a 650.000, cifra que se mantendrá este año. Además, en 2020 el Departament de Cultura aportó 2.276 euros a la asociación para que comprasen CD y cuentos en catalán. En total, Amics de la Bresola cuenta con ocho colegios y unos 1.000 alumnos.