Con obstinada persistencia, el gobierno de Cataluña lanza el mensaje de la falta de financiación para mantener abierto un conflicto permanente. Estamos acostumbrados a oír todo tipo de argumentos y cifras, con los que se nos trata de manipular, en un marco mental engañoso. Así que es oportuno recordar algunas cosaS evidentes.
Para hablar de financiación, lo primero es entender como está nuestra economía. La deuda del Estado Español actualmente es de 1.450 miles de millones (sí, con toooodos estos ceros 1.450.000.000.000 €) el 120% del PIB. Una cifra que va subiendo en porcentajes del 4% anual. Un drama que pone en cuestión la supervivencia misma de nuestra sociedad a medio plazo. Hoy en día, la deuda es la auténtica emergencia nacional en España.
Así que de lo que hay que hablar es de cómo gestionar y pagar la deuda. No se trata de repartir el pastel, se trata de ver como pagamos el pastel que ya nos hemos comido.
Por cierto, que cuando hablamos de deuda, más de 300 mil millones corresponden a deuda directa de las comunidades autónomas.
Todo ellos en un escenario muy complejo, cuando aún no hemos superado la crisis del COVID19, en medio de una guerra y con una crisis energética sin precedentes.
«Comunidades autónomas y ayuntamientos se han lanzado a pedir su parte de los fondos europeos, como si fuera dinero llovido del cielo. Solo hay un pequeño detalle, que debe parece nimio, y es que el dinero de esos fondos en realidad no existe»
En medio del disparate de la gestión de los fondos europeos que se han bautizado como “next generatión”. Comunidades autónomas y ayuntamientos se han lanzado a pedir su parte, como si fuera dinero llovido del cielo. Solo hay un pequeño detalle, que debe parece nimio, y es que el dinero de esos fondos en realidad no existe. Me explico, los fondos se van crear mayoritariamente a través de nuevos impuestos y deuda de la Comisión Europea. Así que lo que estamos reclamando en realidad son más impuestos y más deuda. Si realmente esos fondos sirvieran para generar una mayor riqueza, el plan podría funcionar, pero en esto me confieso pesimista.
Además, los antecedentes de algunas de las pretensiones de los partidos “catalanistas”, son especialmente grotescas. Como la famosa disposición adicional tercera del estatuto, en la que se indica que las inversiones del Estado en Cataluña serán proporcionales a la participación de la comunidad en el PIB. Reflexionemos un poco. Las infraestructuras deben construirse en función de su necesidad económica y social. No pueden ponerse cupos de inversión en base a la riqueza del territorio. ¿Se imaginan ustedes que en un pueblo de familias humildes no se pudiera asfaltar una carretera o poner una depuradora porque el dinero se va a construir piscinas de lujo en un pueblo de familias ricas, con la excusa de que aportan más en el PIB?. Por otro lado, invertir (si se hace mal) no significa necesariamente crear riqueza en el territorio. En esto tenemos experiencia. Así que los gobernantes deben trabajar por acometer las infraestructuras necesarias para mejorar el nivel socioeconómico de la población. Por desgracia, hoy en día en Cataluña, ocurre lo contrario, se exige dinero al Estado sin saber para qué, mientras que el propio Govern paraliza infraestructuras necesarias.
Por otro lado, es evidente que cada gobierno debe hacerse responsable de su gestión. Con frecuencia el mensaje de falta de financiación oculta la mala gestión de los recursos disponibles y en Cataluña tenemos una extensa lista de gestiones fallidas o directamente inmorales.
Así que, no necesitamos un nuevo debate sobre el modelo de financiación autonómico, lo que necesitamos urgentemente son gobernantes responsables.
«La receta teórica es sencilla: racionalizar el gasto, rebajar la deuda y realizar inversiones que generen riqueza»
Obviamente, la quiebra económica de España es la quiebra de las autonomías. Así que la principal prioridad del Govern de Catalunya, debe ser la recuperación económica del conjunto de España. Este es el único acuerdo de financiación que necesitamos en este momento.
La receta teórica es sencilla: racionalizar el gasto, rebajar la deuda y realizar inversiones que generen riqueza. Pero para lograrlo necesitamos políticos capaces, valientes y responsables. Políticos que sean capaces de pensar en el futuro.