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ECOS INDEPENDENTISTAS | Cómo seguir movilizando al independentismo

Estelada realizada con velas en la plaza Mayor de Vic. WIKIPEDIA.

El independentismo está desmovilizado, y conviene volver a movilizarlo. El principal problema de la desmovilización callejera es que puede ser el anuncio de una desmovilización electoral. Si la falta de entusiasmo, si la pérdida de ilusiones, si la desgana acaban provocando la caída de unos cuantos escaños —y no hacen falta muchos, bastaría con 8 ó 10—, la cosa se traduciría en pérdida de poder para los partidos afectados y de sueldos para los políticos que se quedasen sin escaño y sin puesto en la administración autonómica. Una catástrofe para el país, dirían.

El domingo 7 de agosto, el diario Ara presenta un informe sobre la desmovilización del independentismo: causas y (posibles) remedios, recogiendo la opinión de reputados analistas.

Josep Ramoneda afirma que «la gente lo veía como una carrera rápida», y que, «cuando un movimiento se acaba estrellando, la resaca es inevitable». Poco a poco; la gente, alguna gente, bastante gente, vio el proceso a la independencia como una carrera rápida porque así se lo contaron. Noviembre de 2014, informa El País que Mas diseña un plan para proclamar la independencia en 18 meses, a partir de las siguientes autonómicas, que finalmente fueron en septiembre de 2015:

«El objetivo de Mas es que el Gobierno saliente de esas elecciones se dé un plazo de 18 meses para constituir un Estado para Cataluña (si los comicios han dado una mayoría independentista). En primer lugar, se tendría que comunicar a las instituciones internacionales y al Gobierno la voluntad de constituir este Estado, e inmediatamente se empezarían a crear las llamadas “estructuras de Estado” catalanas. Al mismo tiempo, se redactaría una Constitución en catalán (que sería aprobada en la siguiente legislatura). “Todo este proceso debería estar completado a finales de 2016”, dijo. Después habría unas nuevas elecciones que coincidirían con un referéndum sobre la secesión. Los aplausos y los gritos de “¡independencia!” interrumpieron a Mas en varios momentos del discurso.»

«Prisas, las hubo, y la resaca actual es la sensación de haber perdido el último tren que afecta a tantos que creyeron en las sucesivas hojas de ruta que iban apareciendo»

Ése era el plan, que se fue compliendo a medias y con tropiezos hasta culminar en la proclamación de octubre de 2017. O sea que prisas, las hubo, y la resaca actual es la sensación de haber perdido el último tren que afecta a tantos que creyeron en las sucesivas hojas de ruta que iban apareciendo.

El Coyote aturdido en el suelo

Silvia Claverias habla de una «ventana de oportunidad» que «a partir de 2017 se fue cerrando y la gente ya sólo ve costes y ningún beneficio». Si esa gente hubiera hecho en su momento, como hay que hacer siempre, un análisis objetivo sobre lo que estaba sucediendo, seguramente el proceso no habría llegado tan lejos. Pero es difícil mantener la cabeza fría cuando los políticos se dedican a despertar pasiones, a menudo bajas pasiones; cuando la propaganda invade todos los espacios de la información hasta saturar al espectador, y cuando a la menor duda que alguien manifiesta, le llueven acusaciones de traición y españolismo.

«Un exdirigente independentista», cuyo nombre nos gustaría conocer, «lo compara con el Coyote y el Correcaminos: el independentismo está en aquel punto en que el primero, después de haber fracasado en el enésimo intento de atrapar a su presa, queda aturdido en el suelo». Es lo que pasa cuando los que han de tomar decisiones se basan en inventos y estrategias marca Acme. 

Jordi Mir apunta que los independentistas «han pasado de movilizarse en contra de un supuesto enemigo externo a hacerlo en contra de otros independentistas»: «Se ha oído cómo se abroncaba a Oriol Junqueras en una manifestación de la Diada o cómo manifestantes independentistas silbaban a los diputados de ERC y la CUP a las puertas del Parlamento». Esto puede ser anecdótico o no, dependerá de si consiguen recomponer las expectativas. Puede ser exagerado afirmar que «cuando esto pasa quiere decir que el tejido social se empieza a descomponer» si Mir se refiere al conglomerado independentista, pero llega tarde si pensamos en el conjunto de la sociedad, ya que abucheos, broncas y pintadas contra los discrepantes del proceso han sido habituales durante años.

«Abucheos, broncas y pintadas contra los discrepantes del proceso han sido habituales durante años»

También desorienta esta otra afirmación: «Todo ello conduce hacia la Diada de este año, que ya no será contra el Estado, sino contra los partidos independentistas, y ya no prevé ser una fiesta porque la ANC ya no quiere hacer cosas bonitas.» No será contra «los» partidos sino de uno o alguna facción contra otros.

Dejar atrás a los partidos

Para la manifestación del próximo 11 de septiembre la ANC se ha planteado un objetivo bastante modesto en comparación con los años anteriores: llenar Paralelo hasta Colón, y de aquí hasta la estación de Francia. Siguiendo la táctica habitual, lo más problable es que la asistencia desborde el recorrido previsto, para así poder decir que el éxito ha sorprendido a la propia empresa.

En la convocatoria afirman solemnemente que «se acabó esperar nada de los partidos, sólo el pueblo y la sociedad civil organizada podrán alcanzar la independencia. La victoria del 1-O y la mayoría independentista en el Parlamento no se pueden desperdiciar en mesas de diálogo con el Estado español», esta va contra ERC, «ni trifulcas internas», esto va contra todos. «Devolvamos la independencia al centro de la política y dejemos atrás a los partidos.» Ya veremos quién se beneficia de este pronunciamento por primera vez no unitario, y hasta dónde puede llegar la ANC sin la militancia ni el empuje de los grandes partidos.

Volviendo al artículo del Ara, a pesar del título no ofrece remedios al estancamiento de la situación: «Aunque el objetivo de conseguir la independencia en 18 meses es casi insuperable en términos de épica, los expertos creen que más que un hito glorioso el movimiento necesita una hoja de ruta realista, a medio o largo plazo, para volverse a movilizar y superar el estrés postraumático del procés».

Una hoja de ruta realista sería una novedad, y para ello convendría que fueran los partidos realmente existentes los que la prepararan, no uno nuevo que está por ver si llega algún día. La ANC sólo dice que «buscará los máximos apoyos a la propuesta de una lista cívica formada por personas dispuestas a implementar el mandato del 1 de Octubre, una lista que tendrá como mandato inexcusable hacer efectiva a la República Catalana». Algo tan inconcreto que los partidos no tienen nada que temer por ahora.

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