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Del 11 de septiembre al 1 de octubre

Manifestación del 11 de septiembre de 2019 Foto: Europa Press

Al principio hubo el 11 de septiembre como día de conmemoración de la caída de Barcelona en 1714, de homenaje a los caídos y de vindicación del autogobierno, ya desde finales del siglo XIX. Convertido en «fiesta nacional de Catalunya» en 1980 por el gobierno de la naciente autonomía, ganó protagonismo institucional pero perdió el carácter de manifestación popular de otros tiempos, mientras paralelamente múltiples grupos separatistas convocaban actos de variada índole, en ocasiones como tapadera de violencias callejeras. A partir de 2012, con el inicio del llamado proceso a la independencia, empiezan las grandes movilizaciones de masas que a partir del fiasco de 2017 van declinando. Este año la ANC hará una manifestación de segunda categoría, parecida a tantas otras, políticas o sindicales.

A partir de 2012, con el inicio del llamado proceso a la independencia, empiezan las grandes movilizaciones de masas que a partir del fiasco de 2017 van declinando.

Pero este año también empieza otra conmemoración, la del 1 de octubre, día del frustrado referéndum y momento fundacional de la república; una república que no existe pero que, de haberla, hayla, al menos como organización privada, con sede en un domicilio de Waterloo, desde donde de vez en cuando se opina y se comenta la actualidad y también se convocan actos y reuniones. Ahora, según cuenta Vilaweb, el Consell per la República convocará en los colegios la noche antes del 1 de octubre, que este año cae en sábado. Concretamente, «el 30 de septiembre harán un llamamiento a concentrarse de noche en los colegios electorales donde la policía española reprimió con violencia a los ciudadanos que querían votar».

Ya se irán conociendo los detalles, como por ejemplo qué significa «en los colegios». ¿Delante, o cerca, de los colegios, o bien dentro de ellos? Porque no es lo mismo manifestarse en la calle que reunirse dentro de un edificio de titularidad pública. En 2017, tres días antes del referéndum, se llegó al extremo de celebrar una ceremonia de entrega simbólica de llaves de los colegios a Puigdemont por parte de miembros de la «comunidad educativa», con «gritos de ‘votaremos’ y ruido de llaves» incluidos, según informaba BTV. Tal vez no estemos en el mismo punto, ni el titular de Enseñanza actual, Josep Gonzàlez-Cambray (ERC) es comparable al de entonces, Clara Ponsatí (JxCat).

Tal vez no estemos en el mismo punto, ni el titular de Enseñanza actual, Josep Gonzàlez-Cambray (ERC) es comparable al de entonces, Clara Ponsatí (JxCat).

Votos secuestrados a golpes de porra

Por su parte, la ANC también quiere conmemorar la efeméride y el mismo día 1 por la mañana sus secciones locales «organizarán actividades descentralizadas en los municipios», sin más concreción, que serán «un acto de reconocimiento a todo el que votó». Como no podía faltar el toque kitsch, «preparan una recogida de urnas del referéndum de independencia para bajar a Barcelona», donde por la tarde participaran en un «gran acto político de reivindicación y memoria del Primero de Octubre» que tendrá lugar en Arco de Triunfo.

«En este acto participarán representantes de ANC, Òmnium Cultural, Associació de Municipis per la Independència, Cámara de Comercio de Barcelona e Intersindical. Además, como representante del Consell per la República, intervendrá telemáticamente el propio Puigdemont.»

El planteamiento que dicen compartir es: «El 1-O fue un referéndum legal y ganó el sí»; «fue uno de los ejercicios democráticos más grandes de este país, con ciudadanía organizada y carácter transversal»; «nunca se han reconocido los 700.000 votos secuestrados a golpes de porra, con que se superaría el 52%»; «hemos de reivindicar ese resultado, que legitima la lucha política para convertirnos en un estado independiente».

Ya el año pasado, superados los peores meses del confinamiento, empezó lo que llamaron la bifurcación. Lo contaba así el Punt-Avui del 9 de julio —La ANC plantea una doble movilización—: «La gran manifestación independentista de la Diada (…) se bifurcará para tener continuidad el fin de semana del 1 al 3 de octubre bajo un mismo lema bien inequívoco: Luchemos y ganemos la independencia.»

«El 1-O como movilización de éxito y fecha de victoria (…) Se trata de activar el movimiento popular por la independencia para presionar al frente institucional; es necesario que vayan unidos el frente popular, el institucional y el exterior (…), que ahora no están alineados, y hay uno que debe presionar hasta que lo estén.»

Votamos, ganamos, decidimos

Este año parece que la cosa va algo más en serio. En un video lanzado por el Consell per la República, con banda sonora de tintes épicos y el lema «Votamos, ganamos, decidimos», aparece el exiliado presidente Puigdemont convocando a «todos al Arco de Triunfo».

Mientras tanto, la relativa expectación ante ambos actos se va amenizando con comentarios y consignas de whatsapp de gente que dice que no irá a lo del 11 de septiembre pero sí a lo del 1 de octubre, como si se estuviera planeando substituir el día tradicional por un día de combate. La idea parece ser renunciar a la fiesta institucional, autonómica, en manos de las autoridades legales, y en su lugar imponer una celebración reinvindicativa de la legitimidad surgida del frustrado referéndum de 2017.

Si esta substitución se produce, al final será cierto el tópico malévolo que sostiene que los catalanes celebran derrotas. Quedaba muy claro el sentido en 1886, cuando en Santa Maria del Mar «se celebraron unas solemnes honras fúnebres en sufragio de los héroes que gloriosamente murieron en defensa de la patria y de las libertades catalanas». No tanto si ahora se eleva a la categoría de hito histórico la mera convocatoria ilegal de un referéndum seguida de su frustrada celebración. Esto sí sería celebrar una derrota.

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