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ANÁLISIS / Situación de la economía española

Todos coinciden en que el crecimiento del PIB será inferior a 2,1% y el del Deflactor del PIB superior a 3,8%

En el centro, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2023 en el Congreso.

Existe un consenso amplio de que la economía mundial y la mayoría de las principales economías atraviesan un momento delicado. Las previsiones de crecimiento se han revisado sustancialmente a la baja y las de la inflación al alza en los últimos meses. En particular, las fuertes elevaciones de los precios de la electricidad y otros bienes energéticos han constituido un asunto de enorme preocupación tanto para las familias y las empresas como para los gobiernos nacionales, las instituciones de la UE y el BCE que han debatido y adoptado diversas medidas para afrontar una situación que se ha ido enmarañando y agravando a medida que se intensificaba la inestabilidad en Centroeuropa.

Los fuertes aumentos en el precio de los bienes energéticos se han trasladado a los precios de la mayoría de los bienes y servicios y ello ha provocado a su vez el endurecimiento de la política monetaria que ha pasado, en poco tiempo, de ser un firme sostén de la recuperación económica para dejar atrás la Recesión Pandémica, a poner en marcha subidas de tipos de interés para reconducir la inflación que amenazan con ralentizar o incluso detener el crecimiento de la producción, las rentas y el empleo a los dos lados del Atlántico. La situación de la UE no difiere en estos aspectos de la de otras economías avanzadas si bien presenta algunos riesgos específicos dignos de tenerse en cuenta.

La UE ha registrado menor crecimiento de la producción y el empleo y mayores tasas de paro que los Estados Unidos durante décadas y aunque el empleo se ha recuperado y la tasa de paro se ha reducido tras levantar las restricciones impuestas para combatir la pandemia, la fragmentación de los mercados laborales y las disparidades en tasas de inflación constituyen un lastre a la hora de afrontar la crisis energética. Muchos de los países de la UE arrastran déficits públicos elevados desde el inicio de la Gran Recesión y han acumulado ingentes cantidades de deuda pública desde 2008 que habrá que refinanciar a tipos de interés más elevados. Añádase a todo ello la elevada dependencia energética y la reducción de suministros de gas y otros productos energéticos que dispararon los precios en 2021 y han recortado sustancialmente el bienestar de las familias y la competitividad de las empresas localizadas en la UE. El crecimiento en algunos países es ya negativo y se prevé que algunos otros puedan padecer recesiones suaves en el último trimestre de 2022 y primeros meses de 2023.

Desequilibrios de la economía española y el proyecto de PGE 2023

El caso de España resulta especialmente preocupante porque los gobiernos presididos por Sánchez han demostrado una gran ineficacia para gestionar primero la crisis pandémica (2020-2021) y ahora la crisis energética (2021-2022). Buena prueba de ello es que la economía española no ha recuperado todavía su nivel de actividad pre-pandemia, las cuentas públicas pese al crecimiento de los ingresos por la subida de tipos impositivos y aumento de las bases a causa de la inflación continúan arrojando elevados déficits públicos y van a seguir haciéndolo durante bastantes años. Los déficits acumulados entre 2008 y 2021 alcanzan la extraordinaria cifra de 1.044.683 millones y el déficit de los Fondos SS alcanzó 156.383 millones desde 2010 a 2021. La enorme deuda acumulada hasta junio de 2022, 1.965.801 millones en términos brutos y 1.475.369 billones según el Protocolo de Déficit Excesivo, nos sitúa en una situación bastante más delicada de la que atravesamos en el verano de 2012, cuando la subida de las primas de riesgo a punto estuvo de imposibilitar refinanciar la deuda.

El proyecto de PGE del Estado 2023 da por bueno un escenario macroeconómico que ningún organismo internacional (FMI y OCDE) ni ningún organismo nacional de previsión (Banco de España, Airef, BBVA Research o Funcas) avalan. Todos coinciden en que el crecimiento del PIB será sustancialmente inferior a 2,1% y el del Deflactor del PIB superior a 3,8%, las cifras del optimista escenario macroeconómico presentado por el Gobierno. Los ingresos contemplan subidas importantes en los impuestos directos y cotizaciones sociales (10,23%), destacando el aumento del Impuesto de sociedades (16,51%) y las cotizaciones sociales (9,74%), Por otra parte, sorprende que se presupueste una reducción en la recaudación por IVA (-1,12%) a pesar del aumento previsto del PIB nominal (6,0%), y se prevé al mismo tiempo una fuerte subida en la recaudación por impuestos especiales (29,99%)

Aunque el importe total presupuestado de gasto en operaciones no financieras (5,55%) aumenta algo menos que el PIB nominal (6,0%), el proyecto contempla aumentos muy superiores en algunas partidas de gasto corriente, como en bienes y servicios, 11,63%, pensiones 11,42%, y servicios sociales y protección social, 17,74%, así como en inversiones reales, 30,03%. En consecuencia, el saldo de operaciones no financieras sobre el PIB pasa de 5,05% en 2023 a 4,87% del PIB en 2022, con una reducción de tan sólo 0,18 puntos porcentuales. A la vista de estas cifras, cabe concluir que estamos ante un proyecto de PGE 2023 que sin ser excesivamente expansivo continúa poniendo el acento en recaudar más para gastar bastante más en lugar de dedicar los recursos adicionales a reducir el déficit público. En síntesis, estamos ante unas cuentas excesivamente optimistas, preñadas de guiños electorales que aparcan sine die la indispensable reducción del desequilibrio crónico en que se encuentran las cuentas del Estado desde hace demasiados años.

La inflación se modera

No hace falta insistir en que la subida de los precios viene siendo motivo de preocupación de las familias y las empresas españolas desde hace bastantes meses. El 15 de noviembre, el INE publicó los datos de los índices de precios de consumo correspondientes a octubre de 2022 que vienen a confirmar la mejoría ya registrada en septiembre. 

Gráfico 1. IPC electricidad e IPC índice general 2002-2022

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Fuente: INE.

El Gráfico 1 muestra la evolución del índice general (línea azul oscuro) al que me referiré como IPC y el índice de precios de la electricidad (línea roja) al que denominare IPC electricidad de aquí en adelante. Como el lector puede observar, el IPC no registró variaciones significativas desde el final de la Gran Recesión en 2013 hasta finales de 2019, pero empezó a escalar peldaños en los primeros meses de 2021 hasta alcanzar 110,27 en agosto de 2022, un nivel muy próximo al registrado en octubre 109,87.

El Gráfico 1 nos permite constatar también que el IPC electricidad ha registrado un aumento muy pronunciado que se inició algo más de un año antes de materializarse la invasión de Ucrania. La escalada se inició tras tocar fondo (66,56) en abril de 2020, en medio de la primera oleada de la pandemia con las actividades económicas no esenciales paralizadas y gran parte de la población confinada, y registró dos picos importantes en octubre (122,06) y diciembre 136,46 de 2021. Ciertamente, la invasión de Ucrania disparó el índice hasta 168,26 en marzo de 2022, pero esta subida fue seguida de inmediato por una fuerte caída del indicador en los meses de abril y mayo, y tras el repunte registrado en los meses veraniegos, volvió a desplomarse hasta situarse en 103,50 en octubre, un valor bastante inferior (122,06) al que tenía un año antes en octubre de 2021.

Gráfico 2. Variaciones interanuales del IPC electricidad e IPC 2018-2022

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Fuente: INE.

El Gráfico 2 presenta las variaciones interanuales de ambos índices entre enero de 2018 y octubre de 2022. El IPC registró nulas o negativas tasas de variación en el primer año de pandemia y comenzó a repuntar en los primeros meses de 2021 hasta alcanzar la tasa interanual de 5,37% en octubre para cerrar el año en 6,55%. Tras la invasión de Ucrania el 24 de febrero de 2022, la tasa interanual del IPC escaló a 9,82% en marzo de 2022, tocó techo marcando 10,77% en julio, y se ha moderado en los últimos meses, hasta situarse en 7,26% en octubre, si bien la tasa de inflación subyacente que excluye alimentos no elaborados y productos energéticos se ha reducido tan sólo 2 décimas desde el pico de 6,4% alcanzado en agosto.

En cuanto a la variación interanual del IPC electricidad, el Gráfico 2 confirma el fuerte aumento que registró a partir de enero de 2021. En abril, la variación interanual alcanzó ya 36,93% y aún registraría dos picos muy elevados en octubre y diciembre 63,79% y 71,98%, respectivamente. El Gobierno introdujo un nuevo sistema de facturación el 1 de junio de ese año que empeoró aún más la situación de los clientes de las compañías eléctricas en el segmento regulado del mercado acogidos a la tarifa precio voluntario pequeño consumidor (PVPC) con discriminación horaria. Y pocos días después, el 24 de  junio, el Gobierno reconocía la gravedad de la situación provocada por las fuertes subidas en “el precio del mercado mayorista de la electricidad en España” en abril y mayo que afectaba con especial intensidad a los clientes PVPC y a los “contratos en mercado libre basados en precios dinámicos”, y decidía rebajar transitoriamente de 21% a 10% el tipo de IVA aplicado a los  clientes con potencia contratada inferior a 10 kWh “cuando el precio medio mensual en el mercado mayorista en el mes anterior al de la facturación haya superado los 45 €/MWh”, una medida que favorecía a todos los clientes, no sólo a los clientes PVPC,

¿Resultaron efectivas estas medidas? El Gráfico 2 indica con toda claridad que el alivio que supuso la reducción impositiva aprobada en junio de 2021 pronto quedó empequeñecido por el aumento del precio de la electricidad en el mercado mayorista de generación. De hecho, el Gobierno anunció el 14 de septiembre más medidas transitorias bautizadas como Plan de choque que rebajaron el Impuesto Especial de la Electricidad de 5,11% a 0,5% y dejaron en suspenso el Impuesto sobre el Valor de la Producción de Energía Eléctrica de 7%, amén de otras medidas más específicas dirigidas a proteger a los colectivos más vulnerables. Pero como acabamos de comprobar lo peor estaba todavía por llegar: 2021 terminó con un aumento interanual del IPC electricidad de 71,98% y la invasión de Ucrania el 24 de febrero lo disparó hasta 107,82% en marzo de 2022. 

Las tasas de variación interanuales se moderaron a partir de marzo, en parte por la caída del IPC electricidad en el Gráfico 1 tras la invasión y en parte por el aumento que el índice había registrado en 2021. Tras el repunte registrado en los meses veraniegos, las tasas se desplomaron en septiembre y octubre de 2022, llegando a ser negativa, -15,37%, y muy elevada en valor absoluto. A pesar de ello, puesto que la tasa interanual en octubre de 2021 fue 62,79%, el precio en octubre de 2022 sigue siendo aproximadamente 37,44% superior al de octubre de 2020. La electricidad no sólo sigue siendo más cara que hace dos años, sino que la mejoría registrada en septiembre y octubre podría desvanecerse de confirmarse el aumento del precio del gas natural anticipado en los mercados a plazo del mercado ibérico del gas (MIBGAS) en diciembre de 2022 y en 2023.

Precio de la electricidad e IPC

Resulta indudable que el aumento en el precio de la electricidad y otros productos energéticos en 2021 impulsaron al alza el IPC, como también lo es que las caídas del IPC electricidad en los últimos meses de 2022 están detrás de la moderación del crecimiento de los precios de consumo en septiembre y octubre. Es una buena noticia que podría ayudar a moderar la pulsión alcista de los salarios en España. La mala noticia es que existe una fuerte disparidad en las tasas de inflación en la Eurozona y como puede verse en el Gráfico 3 el índice armonizado de precios de consumo alcanzó 10.6% en octubre y sigue apuntando hacia arriba. Mientras la inflación no empiece a moderarse, el BCE va a seguir elevando los tipos de interés, y no puede descartarse que un recrudecimiento del precio del GN en los meses de invierno lleve al Consejo de Gobierno del BCE a pisar el freno incluso con más fuerza.

Gráfico 3. Índice armonizado de precios de consumo en la Eurozona

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Fuente: BCE.

La clave para dar la vuelta a la situación actual con rapidez pasa por adoptar iniciativas para alcanzar una solución negociada que ponga fin a una guerra bárbara que ha causado ya miles de muertos, un enorme sufrimiento a la población civil y va a dejar Ucrania devastada por las bombas. Las guerras terminan cuando uno de los dos bandos obtiene una victoria incontestable, como ocurrió en la II Guerra Mundial, o cuando se firma un armisticio para poner fin a un conflicto sin salida, como ocurrió en la Gran Guerra. Ucrania, con apoyo de las armas e inteligencia de los países occidentales, resiste e incluso recupera terreno al invasor, pero la probabilidad de que obtenga una victoria incontestable es más bien baja

Por esta razón y no porque Putin merezca ningún respeto, convendría sentarse a negociar para encontrar un acuerdo razonable que siente las bases de una paz duradera en Ucrania, ofrezca seguridades a Rusia y satisfaga a Occidente. Lograrlo nos permitiría analizar con calma las consecuencias de la política de transición ecológica de la UE, la decisión de cerrar las plantas nucleares y mejorar la regulación de los mercados eléctricos en la UE con un objetivo claro: producir energía eléctrica sin agujerear el bolsillo de los ciudadanos de la UE ni minar la competitividad de nuestras empresas.

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