El placebo de la ley de claridad

Una de las urnas empleadas por el separatismo para el referéndum ilegal del 1-O de 2017.

Tras la eliminación del delito de sedición y la modificación del de malversación por las Cortes españolas, ERC se ha apresurado a recuperar una vieja zanahoria para sus militantes y votantes: la reivindicación de una ‘ley de claridad’, de inspiración canadiense.  Abandonada la vía unilateral, conseguida una semi amnistía, los seguidores de Junqueras necesitaban tener algún objetivo que mantuviera el carácter independentista de la formación frente a los ataques de los seguidores de Puigdemont y demás independentistas radicales a la par que permitiera mantener el dialogo y los pactos con la izquierda gobernante en España.

La propuesta sirve a ERC como placebo para sus bases ya que la debilidad  y cambios de opinión de Sánchez permiten darle  una apariencia de viabilidad de la que carece.  También le sirve para tener argumentos frente a los unilateralistas para mantener la llamada mesa de diálogo, al menos hasta las elecciones generales, aunque ERC ya se mueve para abrir líneas de comunicación con el PP para prepararse ante un posible cambio de gobierno.

ERC se conforma, y no es poco, con tener un discurso para consolidar su papel de partido hegemónico del independentismo y ocupar la centralidad duradera

La estrategia de ERC no tiene como objetivo prioritario  la aprobación de la ley de claridad.   Se conforma, y no es poco, con  tener un discurso para consolidar su papel de partido hegemónico del independentismo y llegar a ocupar la centralidad duradera de todo el mapa político catalán. La propuesta tiene sentido desde su óptica. La bicicleta no puede parar aunque se limite a dar círculos sin ir a ninguna parte.  Les da igual que el mero hecho de mantener viva la incertidumbre es ya un perjuicio para Catalunya. Lo importante es mantener el poder. Más vale autonomía en mano que independencia volando.

La propuesta de ERC ha sembrado preocupación entre la oposición constitucionalista, en parte sincera, en parte como una forma de desgaste de los socialistas,  que desconfía, con razón, de la palabra de Sánchez . ¿Hasta dónde puede llegar el actual presidente del gobierno para mantenerse en el poder? Parece una pregunta razonable.

Una ley de claridad exige un paso previo: la modificación de la Constitución

Sin embargo , por mucho que el nuevo Tribunal Constitucional haya pasado a tener una mayoría de izquierdas, una ley de claridad exige un paso previo: la modificación de la Constitución. Mientras no se den las mayorías para hacerlo, y no parece que vaya a ocurrir , al menos en la próxima legislatura, hablar de una ley de claridad no deja de ser un ejercicio meramente intelectual.

Ya Rajoy manifestó en su día, en referencia a permitir un referéndum secesionista,  que ni quería , ni podía. Nada que ver con el indulto o la modificación del Código Penal que con todas las dudas jurídicas que quieran `plantearse sobre su inconstitucionalidad son decisiones del Gobierno o el Parlamento que no infringen a priori la Constitución. Además la izquierda no querrá perder un trozo del territorio en el que fundamenta buena parte de su fuerza electoral, al menos mientras eso sea así.

¿ Cual debe ser la estrategia de los no independentistas? .  Lo primero es tener claro el objetivo de ERC  que no es el referéndum en si mismo si no , como he dicho , su consolidación como partido hegemónico. ERC cumplirá sus sueños si consigue centrar el debate en este tema en los próximos años.. El mensaje que ERC pretende enviar a  los catalanes es claro: realismo, moderación y dialogo sin renunciar al objetivo final de la independencia.

La marginalidad del PP en Cataluña significa eternizar las mayorías independentistas o, en su defecto, aupar un nuevo tripartito

La respuesta de los socialistas ya se ha producido. Es evitar un choque frontal y `proponer soluciones alternativas proponiendo un referéndum sobre el llamado encaje de Cataluña o , dicho más claramente, un nuevo estatuto de autonomía. Es una postura que concilia el interés del Psoe y sus aliados y la del PSC.

El PP lo tiene más complicado. Fuera de Cataluña puede parecer que le conviene una oposición dura, hacer creíble el desafío para desgastar al PSOE. Esta estrategia, como se ha visto históricamente, le condena a un papel marginal en Cataluña. Feijóo lo sabe y así lo ha manifestado. La única forma de conciliar los intereses es obviar el debate en lo posible y matizar los mensajes territorialmente. En los próximos años cuestiones como el papel de la familia en la educación de los hijos, la defensa de la libertad individual frente al creciente intervencionismo estatal , la recuperación  de las clases medias , en definitiva el modelo de sociedad van a centrar el debate político como ya ocurre en EE:UU y otros países occidentales.

La marginalidad del PP en Cataluña significa eternizar en Cataluña las mayorías independentistas o en su defecto aupar un nuevo tripartito y no le garantiza para nada construir mayorías parlamentarias en España. Sin obtener buenos resultados en Cataluña y sin  la complicidad del PNV, el gobierno de España queda supeditado a alcanzar la mayoría absoluta con el apoyo de Vox.

La cuestión identitaria, base del secesionismo hasta ahora, pierde fuerza a marchas forzadas

Por otra parte hay que tener en cuenta que el independentismo en Cataluña tiene perdida la batalla si continua centrado en los aspectos identitarios. Cataluña tiene una tasa de crecimiento vegetativo negativa, mueren más personas de las que nacen y de estas son más las de familias de inmigración reciente. En los últimos 20 años el saldo migratorio con el exterior es de entorno a 1millón de personas en positivo. Y el saldo migratorio con el resto de España es negativo de entorno a 40.000 personas. Si sumamos estos datos y tenemos en cuenta que la tendencia no va a cambiar en los próximos años llegamos a la conclusión que la cuestión identitaria, base del secesionismo hasta ahora, pierde fuerza a marchas forzadas, pero también los vínculos con el resto de España al haberse detenido la llegada de ciudadanos desde otras Comunidades españolas.

Este cambio demográfico  obliga a no centrar el debate en  la confrontación de banderas y lengua y enfocarlo en resaltar los riesgos, inconvenientes y desventajas para los ciudadanos de la secesión. El argumento constitucional es una  ultima ratio, pero sería conveniente, al menos para cambiar el gobierno de Cataluña, dar la batalla en el campo de las ideas. La independencia no es posible pero a los catalanes hay que explicarles porqué no es deseable. No es una utopía , es una distopía.  Durante muchos años se ha renunciado por el estado y los partidos constitucionalistas a dar la batalla de las ideas, lo que ha permitido la hegemonía ideológica del independentismo. Sería hora de cambiar las cosas. Sin confrontaciones radicales, transmitiendo el mensaje de forma expresa o subliminal a todos los niveles como hacen los secesionistas. Y sin que ello pueda ser utilizado como anticatalanismo, al contrario siempre los intereses de Cataluña por delante.

La democracia exige que las decisiones que afectan a la estructura constitucional se realicen con amplios consensos sociales

En los próximos meses asistiremos a un intento de legitimación no ya de la independencia sino del llamado derecho a decidir.   Lo que debe combatirse no es sólo el concepto, fácil de vender, sino la idea que las mayorías  están legitimadas para hacer lo que quieran. La democracia exige que las decisiones que afectan a la estructura constitucional se realicen con amplios consensos sociales y  para ello no basta con simples mayorías parlamentarias coyunturales.  La batalla por explicar lo que es o no democrático es también una asignatura pendiente de los constitucionalistas.

Francesc Moreno
Francesc Moreno
Abogado y editor. Ha sido profesor de derecho financiero en la UAB y derecho mercantil en la UB. Fundador de cronicaglobal.com y SCC .

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