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ECOS INDEPENDENTISTAS | 19 de enero: retrato de Cataluña

El presidente español, Pedro Sánchez, junto al francés, Emmanuel Macron.

A medida que nos acercamos a la cita francoespañola en Barcelona, que tendrá lugar en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), el campo independentista incrementa los llamamientos a manifestarse en contra.

Significativo es que empezase la semana con unas recomendaciones de los juristas independentistas a los manifestantes del 19-G —se refieren al jueves día 19—. Si van a hacer falta abogados, es que hay el propósito de cometer (presuntamente) delitos, aunque el Nacional prefiere presentar estos «consejos legales imprescindibles» de otra manera: «Ante el riesgo de que las fuerzas del Estado repriman a los activistas independentistas…» Es decir, convirtiendo el efecto en la causa.

Las fuerzas de seguridad estarán vigilando el lugar de la reunión de Sánchez con Macron y protegiendo el recorrido. Sólo si los manifestantes vulneran el perímetro o alteran la circulación se va a poder hablar de «represión», despectivo término con que se conoce por estos lares la vuelta a la normalidad.

El primer consejo es tener a mano el número de teléfono de un abogado si se produce una detención: «el número que te hayan facilitado» —¿quién, la organización a que pertenezcas?— «y el nombre del abogado». Éste «tiene que estar próximo geográficamente al lugar de la detención», lo que sugiere que no sólo en unas cuantas calles de Barcelona podrían producirse alteraciones del orden.

Los otros consejos son previsibles: no llevar teléfono móvil o llevarlo «limpio» —es de suponer que no se refiere a la nitidez de la pantalla— y «con contraseña (no huella ni facial)»; no decir nada sin hablar antes con el abogado; pedir un médico, «imprescindible en caso de haber sido maltratados o lesionados al ser detenidos»; tomar imágenes, «sobre todo en presencia de cuerpos policiales».

La gran oportunidad

El día 10 escribía Joan Vall Clara en el Punt-Avui sobre la oportunidad del 19: «¿Son majaderos los españoles más progresistas de la historia [entiéndase: el PSOE] con quienes se ha negociado? ¿Por qué creen que con unos indultos y retoques en el Código Penal el proceso está muerto y el conflicto político en Cataluña enterrado? (…) El caso es que están convencidos de que el proceso ha terminado y que han seducido a los catalanes como les mandaron. Se lo dicen los que negocian [entiéndase: ERC] y por eso fanfarronean. El 19 tenemos la oportunidad de enseñar a unos y a otros lo equivocados que están.»

La oportunidad de demostrar que aquí estamos con ustedes otra vez, no con nuevos argumentos, sí con las mismas tácticas, y que el proceso seguirá hasta el agotamiento mutuo. El día 15 José Antich en el Nacional habla de La cumbre Macron – Sánchez como termómetro de la situación en Cataluña, tanto para unos como para otros: «La cumbre en Barcelona es políticamente peligrosa para Sánchez. Puede deslucir ese áurea internacional con la que se mueve y dejar al descubierto la realidad catalana. Un independentismo disperso y en continuas disputas pero dispuesto a no dar su brazo a torcer cuando se le presenta como derrotado. Pero la reunión del MNAC también es arriesgada para el independentismo, que arriesga su crédito con una movilización de protesta que si bien es unitaria tiene obstáculos de difícil solución. Una convocatoria a primera hora de la mañana de un mes de enero en el que quizás sea el día más frío del invierno, las dificultades propias de un día laborable y el lugar alejado donde previsiblemente se celebrará la convocatoria, en las columnas de Puig i Cadafalch

También en el Nacional, Enric Vila, apocalíptico crónico —Pirineos de baratillo—, anuncia no se sabe bien qué desastres: «Con la próxima cumbre franco-española de Barcelona, me da la impresión de que Pedro Sánchez entrará ya, de manera irreversible, en la dinámica desertizadora del presidente Zapatero. Si Zapatero se cargó el superávit de la economía española y el prestigio internacional de la Transición por electoralismo, Sánchez quemará los últimos rastrojos del prestigio que le quedaba a la izquierda antifranquista para asegurarse cuatro años más (…) Sánchez quizás ganará las elecciones, pero Europa pagará los destrozos de su electoralismo (…) Los socialistas utilizan Cataluña para arrinconar al PP y para gobernar España de gratis (…) A medida que el PSOE ocupe el espacio de Vox para tapar la ocupación de Catalunya, la derecha se ira radicalizando y la guerra civil dentro del mismo Estado se volverá más encarnizada.»

Los Países Catalanes, todavía

Vilaweb informa el día 17 que la izquierda independentista se adhiere a la convocatoria hecha por Assemblea, Òmnium y Consell de la República. Por «izquierda independentista» se entiende a los variados grupos que se cobijan en la CUP, como CDR, Arran, Batec, Forja, Poble Lliure… No sólo participarán en la manifestación convocada a las 9 de la mañana en la explanada de las columnas de Puig y Cadafalch, en Montjuïc, sino que también han convocado otra por su cuenta a las 11.30 ante el Consulado francés, situado en la ronda Universitat.

Guillem Fuster, portavoz de Poble Lliure y miembro del consejo de gobierno del Consell de la República, recupera el viejo lema Ni Francia ni España, Países Catalanes y advierte que «esto no puede quedar aquí», ya que «sólo en la calle las entidades de la sociedad civil y las instituciones republicanas tendrán la capacidad de culminar este proceso de independencia». Si para esta «izquierda independentista» la nación a liberar se llama «Países Catalanes», deberían contrastar criterios con ERC y JxCat, que han hablado siempre de la independencia de Cataluña, entendiendo por Cataluña las cuatro provincias españolas sobre las que gobierna la Generalitat.

Como decía Jordi Juan en la Vanguardia el día 11 —Ante la cumbre de Barcelona—, «el movimiento ha ido debilitándose por la división entre los partidos independentistas y también entre las organizaciones de la sociedad civil», pero «también es verdad que el independentismo no está ni mucho menos muerto». Para reiniciar la marcha o al menos para aparentar que el movimiento existe, bien vale un pretexto como el del encuentro entre los mandatarios francés y español.

«La elección de Barcelona como lugar para una cumbre entre los gobiernos de Francia y España no ha gustado a los independentistas porque no pueden aceptar que esta situación de normalidad se consolide. ERC se encuentra a contrapié y como Govern no le queda otra que apoyar el encuentro pero como partido participará en una manifestación de protesta. Y es aquí donde radica el problema. Los esfuerzos de la Generalitat por mejorar las relaciones con la UE y aparecer como un sujeto serio se van al traste por la imagen de una concentración en contra de una cumbre entre dos países europeos.» De aspirar a un Estado independiente pero integrado en la UE, a manifestarse en contra de un tratado entre dos miembros de la UE.

ERC participará en la manifestación en contra de una reunión a la que asistirá el presidente Aragonès para demostrar que es el primer partido del independentismo y para que no se le escape la iniciativa, pero a sabiendas que será una manifestación también y sobre todo contra el gobierno que preside. El acuerdo entre España y Francia no consiguirán impedirlo los manifestantes, pero desestabilizar la Generalitat y precipitar nuevas elecciones sí es un objetivo posible.

Viendo venir la tormenta, ERC ya ha advertido, según informa Nació Digital el día 16, que sería «un error que la movilización del día 19 se vuelva contra el Govern», porque eso «debilita el independentismo». La portavoz Marta Vilalta espera que «sirva para dar un mensaje constructivo» y «para decir que seguimos en pie». Todos dicen que la manifestación es unitaria pero cada cual tiene su manera de entender la unidad.

Lo único que tienen en común es lo que dice Jordi Juan: «De lo que se trata es de no aparecer como menos patriota que tu vecino (…) Después, la imagen que se transmita de Barcelona y Catalunya al exterior parece lo menos importante.»

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