La inmensa mayoría de los obligados a pagar IVA son pequeños autónomos (o sea, empresarios individuales y profesionales) y arrendadores de locales. Tienen que ingresar el IVA trimestralmente, antes del día 20 de los meses de abril, julio, octubre y enero. Para ello deben cumplimentar el modelo 303 de la AEAT.
Hasta ahora, cumplir esa obligación de pago trimestral era muy fácil: se metía uno en la página de la AEAT, se descargaba el modelo 303, lo rellenaba, lo imprimía y lo llevaba al Banco para su cargo en cuenta. Cientos de miles de autónomos y arrendadores lo han venido haciendo así durante muchos años sin ningún problema.
Pues bien, a partir del pago del primer trimestre del IVA 2023 (a efectuar entre el 1 y el 20 de abril de 2023) esto deja de ser así. Ya no será posible imprimir el modelo 303 y llevarlo al Banco. Todo debe declararse y pagarse directamente por Internet. Y para poder hacerlo es imprescindible tener el Certificado Digital o la Clave PIN, única forma de acreditar fehacientemente la identidad a través de Internet.
El certificado digital
Obtener el Certificado Digital o la Clave PIN no es tarea fácil. Mucha gente, sobre todo la de mayor edad, tropieza con dificultades informáticas insalvables y se desespera. Son cientos de miles de personas que ven como una gestión tributaria, que antes era muy sencilla, ahora se complica muchísimo, sin que se entienda a santo de qué.
¿Qué hacer entonces? La solución es encargar el tema a una Gestoría. Y así todos los trimestres. Pagando lo que haya que pagar. Magnífico.
¿Por qué Hacienda impone esto?
Hacienda quiere tener totalmente centralizados y automatizados todos los procedimientos de declaración y pago de los tributos. Esto es lo ideal para Hacienda y por eso obligan a que todo el mundo pase por el aro y todos hagan todas las gestiones por Internet. Cuando parte de las declaraciones van en papel y a través de Banco, tienen que trabajar un poco más. No pasa nada grave, pero aumentan los costes operativos. Para evitar eso se impone el Certificado Digital. No les importa complicarle la vida al contribuyente (que aprenda informática o acuda a una Gestoría) si con eso se facilita la vida a Hacienda.
¿Para qué sirve la digitalización?
Lo que decimos del modelo 303 es una muestra, no pequeña, del rumbo que están tomando la mayor parte de las gestiones que tienen que realizar los ciudadanos. No sólo ante Hacienda. También ante la Seguridad Social, las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos… y las grandes empresas prestadoras de servicios.
Se está convirtiendo en misión casi imposible realizar tales gestiones mediante el trato directo con un ser humano. Y siempre hay que pasar por la dictadura de la cita previa. Incluso es muy difícil conseguir hablar con alguien por teléfono. Lo normal es que nos conteste un robot que entiende lo que quiere. Todo hay que hacerlo a través de Internet. El alejamiento físico pudo tener justificación durante la pandemia, pero ahora no tiene sentido. Para mucha gente, verse obligada a hacer las cosas así es un suplicio.
¿Qué se consigue realmente con esta digitalización? De entrada, fastidiar a mucha gente. Y además, generar un tipo de relación tan hostil como ineficiente. Nada que ver con una Administración al servicio del ciudadano. ¿Se consigue alguna reducción de costes en las Administraciones y en las grandes empresas? Es posible. A costa, obviamente, de una gran destrucción de empleo.
¿Será esto el progreso?
