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ANÁLISIS / Los papeles secretos de Ucrania

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, se ha convertido en un ídolo para los enemigos del ruso Vladimir Putin.

La información filtrada en redes sociales sobre la guerra que se está librando en Ucrania desde el 24 de febrero de 2022 entre los ejércitos de Rusia y Ucrania, apoyado este último por la OTAN y los gobiernos de los países integrados en esta organización atlántica, proporciona información supuestamente secreta desde la perspectiva de los Estados Unidos sobre la marcha y las perspectivas del conflicto bélico. Informaciones de esta naturaleza conviene tomarlas con mucha cautela, ya que no puede descartarse la posibilidad de la que filtración pudiera ser interesada y que hubiera sido manipulada interesadamente por quienes la filtran. 

En los procelosos mundos de los servicios secretos y las agencias de espionaje estadounidenses, miles de analistas se dedican a elaborar documentos secretos donde la realidad y la ficción se entremezclan. No sólo se ocupan de analizar las posibles amenazas a la seguridad del país y diseñar las respuestas apropiadas, sino que plantean con frecuencia escenarios interesados para  fortalecer intereses tan inconfesables como mantenerse en el cargo, obtener mayores partidas presupuestarias para su departamento o favorecer la actividad de determinadas empresas con las que la Administración y el Pentágonos mantienen estrechos vínculos. Estos documentos considerados altamente secretos permanecen ocultos durante décadas y los ciudadanos de a pie se tienen que conformar con recibir la información interesada que las agencias gubernamentales proporcionan a los medios de comunicación.

La guerra librada en Irak por Estados Unidos y sus aliados para supuestamente destruir las (inexistentes) armas de destrucción masiva en manos de Saddam Hussein que, según el gobierno estadounidense constituían una amenaza a la seguridad de Occidente, constituye un buen ejemplo de la falta de respeto a la verdad y la impunidad con que actúan estos organismos y agencias financiados desde la Casa Blanca y el Capitolio. No obstante, la necesaria cautela con que conviene tomar la información incluida en los documentos secretos filtrados sobre la guerra de Ucrania, máxime cuando no hay seguridad de que no hayan sido manipulados por el filtrador, resulta obligado examinar con cierta atención su contenido para atisbar cuál puede ser el devenir de esta nueva guerra librada entre europeos a una escala cada vez más destructiva y feroz.

¿Resultará exitosa la contraofensiva del ejército ucraniano esta primavera?

La única justificación con visos de decencia para seguir adelante con esta guerra es recuperar los territorios ocupados por el ejército ruso en el Este de Ucrania y la península de Crimea, anexionada a Rusia en 2014, tras el derrocamiento del presidente Yanukovich. Y digo con visos de decencia porque Estados Unidos no ha dejado de elevar la tensión en Centroeuropa desde 2005. En mi artículo “Una guerra infame e inútil”, publicado en este diario el 1 de abril, daba cuenta de cómo el gobierno de los Estados Unidos en la cumbre de la OTAN celebrada en Bucarest en 2008 impuso a sus aliados europeos dos resoluciones que elevaron la tensión en Centroeuropa

Primera, iniciar conversaciones para incorporar a Croacia y Albania a la organización Atlántica; y, segunda, dar la bienvenida a las aspiraciones Euroatlánticas de Ucrania y Georgia y acordar que estos países se convertirán en miembros de la OTAN (“NATO Allies welcomed Ukraine and Georgia’s Euro-Atlantica aspirations for membership and agreed these countries will become members of NATO”). No sólo estaba decidida la incorporación de estas dos ex repúblicas de la Federación de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) a la OTAN en 2008, sino que cuando el presidente Yanukovich se mostró reacio a romper sus lazos con la Federación de Rusia, el gobierno estadounidense alentó y financió los movimientos de protesta en Kiev que provocaron su derrocamiento en febrero de 2014, semanas antes de que el Kremlin adoptara la decisión de anexionarse Crimea.

Desde mucho antes del inicio de la invasión, Ucrania cuenta con el apoyo de la inteligencia y el armamento suministrado por los Estados Unidos y con el apoyo de casi todos los miembros de la OTAN tras iniciarse invasión. Casi todos los países europeos están suministrando municiones y equipos para reforzar las defensas antiaéreas y artillería pesada, muchos de ellos han comprometido la entrega de tanques y algunos están adiestrando a militares y civiles ucranianos en preparación de la esperada contraofensiva de primavera con la que Zelenski pretende recuperar parte de los territorios ocupados por el ejército ruso.

Algunos de los documentos filtrados, fechados en febrero de 2023, advierten, sin embargo, de la dificultad para poner en marcha y mantener la ofensiva al nivel exigido y pronostican “ganancias territoriales modestas”.  Los autores del artículo titulado “U.S. doubts Ukraine counteroffensive will yield big gains, document says”, publicado en el Washington Post el 10 de abril, sostienen que la visión relativamente pesimista expuesta en los documentos filtrados contrasta con el optimismo expresado reiteradamente por el presidente Biden. Los autores del artículo informan que en las semanas posteriores a la fecha que aparece en el documento filtrado, altos cargos militares estadounidenses, incluido Jake Sullivan, Jefe del Estado Mayor Conjunto, han mantenido conversaciones con sus homólogos ucranianos para “asegurarse de que las ambiciones de la contraofensiva están a la altura de sus capacidades”. Según el citado artículo, oficiales estadounidenses han realizado ejercicios teóricos con militares ucranianos en diferentes escenarios para valorar las consecuencias de desplegar en exceso sus fuerzas y las dificultades a que tendrían que hacer frente para retener el terreno conquistado y mantener las líneas de aprovisionamiento.

A pesar de que los documentos filtrados ponen de manifiesto las debilidades para afrontar una nueva contraofensiva y dejan claro que el objetivo de la misma sería recuperar territorios en el sur de Ucrania para dificultar el abastecimiento del ejército ruso, los militares ucranianos minimizan la importancia de la filtración y achacan sus problemas actuales a la lentitud en la entrega del armamento prometido por sus aliados, lo que a su vez retrasa la formación de nuevas unidades militares para iniciar la acometida. La información filtrada tampoco presenta excesivo interés para el gobierno de Rusia que, consciente de la importancia de mantener en sus manos Crimea, “ha creado una densa red fortificaciones y líneas de trincheras en lo que parece ser una anticipación de la operación” de ataque planeada por el ejército ucraniano.

Pese a las ayudas de Occidente en inteligencia, armas y formación y a las debilidades del ejército y la economía rusas, golpeada por las sanciones impuestas por los países Occidentales, la situación actual puede resumirse en que la escasez de suministros ha obligado a racionar la munición en las fuerzas ucranianas, ambos ejércitos han sufrido decenas de miles de muertos y heridos y la prolongación de la guerra está minando la moral de los combatientes. Las elevadas bajas registradas por los dos bandos han obligado a sus gobiernos a recurrir al reclutamiento forzoso de más y más civiles que llegan al campo de batalla sin apenas formación para ser pasto de obuses, misiles y drones. Por otra parte, la población civil ucraniana está soportando grandes padecimientos y miserias que la prolongación del conflicto sólo puede agravar.

Nadie sabe cuándo empezarán conversaciones para poner fin a la pesadilla

En estas circunstancias, resulta difícil creer que la prolongación de la guerra, pese al apoyo de los gobiernos occidentales, pueda acabar con la derrota del ejército ruso y la recuperación prometida por Zelenski de los territorios anexionados o conquistados. Casi todos los analistas, consideran más probable que la prolongación favorezca a Putin, aunque el coste a pagar por ello sea muy alto en términos humanos y materiales. La guerra se encuentra en una fase de atrición que sólo acabará cuando se sienten a negociar rusos y ucranianos y se alcance una solución razonable al conflicto territorial planteado por una desmembración de la Unión Soviética en 1989 que tantos europeos creímos podría ser el inicio de una época fructífera de entendimiento y cooperación en Europa. Pero la ampliación de la OTAN para acorralar a la nueva Rusia ha sido uno de los mayores errores estratégicos de Estados Unidos y la guerra en Ucrania su consecuencia más peligrosa hasta ahora. 

Según uno de los documentos más sensibles (“No Russia-Ukraine peace talks expected this year, U.S. document says”, Washington Post, 12 de abril), filtrado desde la Agencia de Seguridad Nacional, ambos bandos parecen decididos a prolongar la guerra hasta al menos 2024 ya que los dos están poco predispuestos a sentarse para encontrar una solución negociada de momento. Analizando las capacidades operativas de los dos ejércitos enfrentados, los expertos estadounidenses concluyen que, incluso si el ejército ucraniano lograra recuperar porciones significativas del territorio ocupado e infligir severas pérdidas al ejército ruso, estos éxitos no podrían evitar una negociación para poner fin al conflicto. En el documento, la Agencia mantiene que la decisión de iniciar las negociaciones corresponde a Zelenski y al pueblo de Ucrania y reitera la posición de los Estados Unidos de mantenerse al margen en esta delicada cuestión, si bien reafirma el firme compromiso del gobierno estadounidense de seguir “proporcionándole equipos y armas para reforzar su posición en la mesa de negociación”.

Las posiciones siguen medio año después en el mismo punto donde se encontraban en noviembre y diciembre de 2022, pese a las ofertas de mediación avanzadas por el presidente Macron y hasta el propio Papa Francisco. Zelenski rechazaba entonces iniciar conversaciones con el argumento de que la tregua en los combates permitiría al ejército ruso reorganizarse y reforzarse. Por su parte, Dimitri Peskov, portavoz del presidente Putin, aducía que para iniciar conversaciones de paz el gobierno de “Kiev debería estar dispuesto a discutir las exigencias ya realizadas por Rusia”. Quizá ambos bandos mantenían la secreta esperanza de lograr avances significativos, gracias a la contraofensiva lanzada por el ejército ucraniano en otoño en el caso del gobierno de Kiev, y a la posibilidad de que las duras condiciones invernales favorecieran el avance de su ejército en el caso del gobierno de Moscú. Poco ha cambiado desde entonces salvo que el invierno ha pasado, nos encontramos en primavera y la guerra sigue aumentando la cuenta de víctimas y destrucción cada día que pasa.

Ganancias imperceptibles y riesgos incalculables

No hay razones de peso para seguir adelante con una guerra que va a terminar sin vencedores ni vencidos. Faltos de hombres, equipos y municiones suficientes para alcanzar la victoria, las operaciones de ambos ejércitos se van a ver lastradas por la incorporación de reclutas mal adiestrados que tendrán que luchar no para ganarla sino para evitar que cualquiera de los dos bandos alcance “ganancias territoriales significativas”. En todo caso, si como se reconoce en el documento las ganancias territoriales que puedan lograrse continuando la guerra unos cuantos meses más van a ser mínimas, la conclusión a sacar es que el esfuerzo por mantener viva la guerra algunos meses más apenas va a reforzar la posición de Zelenski cuando llegue la hora de sentarse en la mesa de negociación.

Además, las perspectivas que abre la prolongación del conflicto son francamente preocupantes. De lo que no hay duda es de que todos estos hombres incorporados a los dos ejércitos y la población civil ucraniana van a seguir padeciendo los horrores de la guerra y decenas de miles de ellos perderán sus vidas, una tragedia que podría evitarse. Incluso más preocupante resulta la posibilidad de que ante el fracaso para recuperar los territorios ocupados y presionar a los aliados, el gobierno de Ucrania recurra a lanzar ataques sobre Rusia y Putin dé el paso de escalar la guerra y utilizar su arsenal nuclear. Las consecuencias de semejante escalada resultarían nefastas para los ucranianos, desde luego, para los rusos, en segundo lugar, y para el conjunto de ciudadanos europeos que hasta ahora miramos el conflicto desde la barrera.

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