Si el año pasado el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, se ahorró los insultos de los activistas secesionistas más radicales —se ausentó de la jornada alegando que había sido convocada por la Assemblea Nacional Catalana «contra los partidos»— este año no ha podido evitar el baño de improperios. Y es que la delegación de Esquerra Republicana que ha acudido esta mañana a realizar la ofrenda al monumento de Rafael Casanova ha sido recibida al grito de «Botiflers» (traidores a la patria), «fuera» y «Puta España». La comitiva republicana la integraban el citado Aragonés; la secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta; las consejeras del Govern Meritxell Serret, Anna Simó y Ester Capella, así como el exconseller de Territorio Juli Fernández.
Es la segunda vez esta Diada que los dirigentes republicanos son insultados por los radicales, pues anoche, durante su discurso en el Fossar de les Moreres, la consejera republicana Elisenda Alemany fue interrumpida al grito de «botillera». Significativamente, una hora antes había intervenido en el mismo escenario el secretario general de Junts, Jordi Turull, sin recibir dicterio alguno. Eso sí, su discurso fue más beligerante: «No pediremos perdón por defender la nación ni renunciaremos a ejercer sus derechos, por acuerdo o de manera unilateral».