OPINIÓN | Esperando a Cercas

El escritor Javier Cercas.

El pasado 13 de septiembre Cercas publicó en el diario El País un artículo titulado No, no habrá amnistía en el que el autor explicaba a sus lectores por qué sus partidos PSOE y PSC y el hombre al que él había votado para ser presidente el 23-J (véase, su columna “Por qué pienso votar a Pedro Sánchez”, El País diario el 20/07/2023) jamás cometerían semejante disparate moral, jurídico y político. Si bien el autor había defendido en “A favor de los indultos” (El País, 22/06/2021), la medida de gracia aprobada por el gobierno de Sánchez en marzo de 2021, en su artículo “No ho tornarem a fer” (El País, 14/08/2022) ya se había manifestado con claridad en contra de la amnistía “porque hace más de 40 años que España dejó de ser una dictadura”.  En un Estado de derecho social y democrático como es España no cabe recurrir a amnistiar a los delincuentes, venía a decirnos el bueno de Cercas porque borrar los delitos del ‘procés’ “deslegitimaría la democracia entera y contribuiría a enquistar el problema catalán dando la razó a los delincuentes. Me niego a creer -concluía- que el presidente Sánchez cometerá semejante desatino”.

Pues bien, Sánchez reunió al Comité Federal del PSOE en la sede de Ferraz el 28 de octubre de 2023 para comunicar a sus fieles lo que ya era un secreto a voces: que por el bien de España iba a conceder la amnistía a todos quienes habían trabajado incesantemente desde 2012 para hacer daño a España. En realidad, el secretario general reconoció sin ningún rubor que el cambio en la posición que había mantenido hasta unos días antes de las elecciones generales celebradas el 23 de julio (23-J), a sabre que la amnistía era inconstitucional y su gobierno la apoyaría, no era por el bien de España sino para maquillar los pobres resultados obtenidos por el PSOE (102 escaños), el PSC (19 escaños) y la coalición Sumar (31 escaños) que sustituye a Unidas Podemos en su nuevo gobierno ‘progresista’. Los siete escaños de Junts y los siete escaños de ERC resultaban indispensable para ser investido y él estaba dispuesto a pagar el precio exigido: borrar los delitos cometidos por sus líderes y seguidores entre el 1 de enero de 2012 y el 13 de noviembre de 2023.

Quienes puestos en pie y con aplausos atronadores recibían la buena nueva no parecían sentirse tampoco incómodos porque para alcanzar el loable propósito de ‘despolitizar’ la justicia se fuera precisamente a amordazarla concediendo la amnistía a los políticos que cometieron el más grave de los delitos en que pueden incurrir en un Estado de derecho social y democrático: subvertir el orden constitucional. Porque eso es precisamente lo que hicieron el gobierno de la Generalidad y los diputados del Parlamento de Cataluña al aprobar las llamadas leyes de desconexión (ley del referéndum y ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la república) para revestir de legalidad el referéndum de independencia celebrado el 1 de octubre y constituir la república independiente catalana el 27 de octubre de 2017. A las reuniones mantenidas con el prófugo de Waterloo y su entorno para pactar los detalles de un acuerdo que deslegitima las decisiones adoptadas por los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial del Estado, y a las que van a seguir en Suiza para verificar su cumplimiento, Cerdán, el emisario de Sánchez, las califica como reuniones de trabajo.

Ha pasado ya un mes desde el 28 de octubre y Cercas no ha abierto la boca sobre este asunto. Gracias a que muchos como él respaldaron con sus votos el 23-J a quien hoy es de nuevo presidente, el Congreso está tramitando la proposición de ley orgánica de amnistía registrada por el grupo socialista el 13 de noviembre, dos días antes de la sesión de investidura en que todos los indultados apoyaron al candidato. Desconozco a qué obedece su clamoroso silencio. El título de su última columna publicada, “Mandarlo todo al diablo” (El País, 11/11/2023), no expresa decepción por la agresión perpetrada contra nuestra democracia por los dos partidos, PSOE y PSC, que a su entender defienden las posiciones socialdemócratas en España. La dedica a divagar sobre la pereza mental, madre de la simplicidad, y a recordarnos que “la realidad no es simple”, un hallazgo intelectual digno de enmarcar. 

Tal vez pronto nos despeje la duda de si los juegos de palabras con que entretiene a sus lectores al final del artículo -no todos los que tienen la razón política tienen la razón moral; a veces los buenos hacen cosas malas (y los malos, buenas)” constituyen una suerte de avanzadilla para justificar la impunidad concedida a sus ‘amigos independentistas’. Y es que algunos escritores progresistas emplean con frecuencia la pluma para revestir sus chatos prejuicios con cierta aura de respetabilidad intelectual. Estamos a la espera de que Cercas nos diga si su presidente ‘El Amnistiador’ tiene la razón política, la razón moral o ambas, si es un bueno que hace cosas malas, o un malo que hace cosas buenas.

En realidad, con estas palabras Cercas nos revela sus propios y confortables prejuicios ontológicos y morales. El mundo se divide en buenos y malos, los buenos lo son con independencia de que hagan cosas malas, y los malos seguirán siéndolo, aunque hagan cosas buenas. En ese mismo artículo, Cercas sostiene que “entre 1936 y 1939, casi 7.000 curas y monjas fueron asesinados a sangre fría en España; quienes cometieron esos crímenes fueron unos bellacos, pero yo sigo sin tener ninguna duda de que, en la Guerra Civil, la República llevaba razón (y que la famosa Tercera España es un mito a un más siniestro que el de los equidistantes vascos en tiempos de ETA) (Subrayado mío.).

A estas alturas, supongo que ustedes lo tienen claro. Cercas parece no tener ninguna duda de fondo. Hay instituciones sociales, partidos políticos y hasta personas buenas por naturaleza y otras malas per se. Quienes pertenecen a la clase de los ontológicamente buenos pueden cometer actos ignominiosos, como asesinar a 7.000 curas y monjas, por ejemplo, pero quienes lo hacen son meros bellacos que no empañan la bondad de la II República cuyos dirigentes comprendían y amparaban sus crímenes. Por el contrario, quienes modifican el delito de malversación o eliminan el de sedición “para beneficiar a tus colegas, a aquellos que te permiten permanecer en el poder”, aunque está “muy mal visto” no impide volver a votarle el 23-J para hacerlo presidente, porque al fin y al cabo, debe consolarse Cercas, es uno de los míos, un socialdemócrata sin mácula.

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