Frente a quiénes le reprochan su tardanza, entiendo a Cercas

El escritor Javier Cercas.

El artículo de Javier Cercas en El País en el que rompe con el PSOE por la amnistía ha tenido una amplísima repercusión y opiniones encontradas. Dejo de lado la de los separatistas que han aprovechado para manifestar otra vez su supremacismo fascistoide y promover la limpieza ideológica en Cataluña; me centraré en la de aquellos que le reprochan su tardanza en abrir los ojos y su apelación al voto en blanco.

Yo fui militante socialista durante 40 años. Siempre me identifique con el sector no nacionalista. Discrepe de la renuncia de Reventós a presidir la Generalitat provisional en favor de Tarradellas, causa directa del triunfo de Pujol en 1980. Recuerdo mis enmiendas, siempre derrotadas, a la ponencia oficial contra la autodeterminación defendida por Ernest Maragall o Iceta en los congresos del PSC. También mi apoyo a la llamada Nueva Mayoría encabezada por Ernest Lluch, Eduardo Martin y Joan Prats. Ya entonces el PSOE de Felipe González, a través de Montilla y los capitanes del Baix Llobregat, apoyó al sector nacionalista de Obiols y Reventós entre otros; una victoria por la mínima que, de no producirse, hubiera, quizás, cambiado el devenir de los acontecimientos. Me indigné viendo a Montilla encabezando la manifestación contra la sentencia del Estatut, de la que salió escoltado, porque legitimaba el victimismo nacionalista.

Pero, a pesar de todo ello, me mantuve como cotizante y votante hasta que pude oír en directo a Sánchez en la sede del PSC en el proceso de primarias. Para un socialista a fuer de liberal el populismo estatalista del ahora presidente colmó el vaso. A partir de ahí dejé de votar socialista y me he vuelto promiscuo en materia de voto; aún así, voté a Illa en las últimas autonómicas porque consideraba que era la única alternativa posible al independentismo ante lo marginal de otras propuestas. ¿Masoquismo? No. También hubo muchos amigos, momentos de identificación y/o de emoción como la noche del triunfo electoral de Felipe Gónzalez o vivir el 23-F en la sede del grupo parlamentario del PSC.

No comparto las críticas al posicionamiento de Javier Cercas. Le critican que haya tardado tanto en ver la maldad de Sánchez, de pedir el voto en blanco y no a otro partido. Yo en cambio aprecio su posición inequívoca, su brillantez en exponerla, su valentía

Hago esta explicación para ilustrar que, a pesar de acumular decepciones, romper con la historia personal no es una decisión fácil. Por eso, no me extraña el aguante de Cercas y que haya estallado ahora. Desde la restauración de la democracia no ha habido una traición equiparable. La amnistía no es perdón sino legitimación; el borrado del 70% de los catalanes, incluido el propio Illa, que no votaron independentista es profundamente antidemocrático; permitir que supremacistas hispanofóbicos, en horas bajas, se atribuyan la representación exclusiva de Cataluña es imperdonable… Normalmente, la ruptura personal con algo que ha marcado una vida es un proceso que acaba decantándose por la gota de agua que colma el vaso, siempre subjetiva. Ahora no es un gota de agua, es un diluvio imposible de tragar, salvo, como dice Cercas, con un grado muy elevado de disonancia cognitiva.

Por eso, no comparto las críticas al posicionamiento de Javier Cercas. Le critican que haya tardado tanto en ver la maldad de Sánchez, de pedir el voto en blanco y no a otro partido. Yo en cambio aprecio su posición inequívoca, su brillantez en exponerla, su valentía. No es fácil desde el resto de España entender el hartazgo de Cercas y de muchos catalanes por ser moneda de cambio permanente para que los partidos estatales, todos, consigan el Gobierno de España. Decepción aumentada con la deriva de Ciudadanos cuando dejo de ser el partido transversal de los catalanes no secesionistas, sin otros intereses, para cavar su tumba, de la mano de Rivera, al abandonar Cataluña y convertirse en un partido estatal compitiendo por la hegemonía de la derecha. A nadie le gusta ser utilizado. Por eso, entiendo que tras una ruptura dolorosa no opte por buscar compañía inmediata —hay quién lo necesita— y se refugie en el voto en blanco.

Veremos que nos depara el futuro. Intuyo que Sánchez ya debe empezar a arrepentirse de sus pactos. Presume de resiliencia, pero dudo que salga indemne políticamente de sus últimas piruetas.

Francesc Moreno
Francesc Moreno
Abogado y editor. Ha sido profesor de derecho financiero en la UAB y derecho mercantil en la UB. Fundador de cronicaglobal.com y SCC .

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