La intransigencia lingüística del nacionalismo, en auge. Pese a que el castellano está vetado en la escuela, la lengua de la Administración es el catalán y a los comercios que no rotulan en esta lengua se le imponen sanciones, el secesionismo, tal vez ante el fracaso del procés, ha escogido el catalán como nuevo campo de batalla, decretando una «emergencia lingüística» que legitima todos los excesos. El último ejemplo lo hallamos en la publicación en redes sociales de un concejal de Esquerra Republicana de Cataluña, Ignasi Farga, que ha manifestado que prefiere no tener descendencia ante la posibilidad de que ésta acabe expresándose en castellano.
Farga, que ejerce de edil en Palau Solità i Plegamans, ha compartido en X un tuit de Claudi Fitó, un empresario de ideología nacionalista que reza lo siguiente: «La ahijada ha vuelto de la guardería diciendo: «es mío». Estamos consternados, ya ha aprendido castellano. A ver si este verano lo remontamos con inmersión lingüística real en casa». Y el comentario de Farga ante esta publicación no ha sido otro que éste: «Uno de mis máximos miedos, de que mis hijos hablen castellano. Estoy por no tenerlos para ahorrarme la posibilidad de llevar castellanohablantes al mundo».