La Unión Europea, que hace apenas unos días se declaraba en pie de guerra comercial frente a las amenazas arancelarias de Donald Trump, parece haber dado un paso atrás. Pese a la retórica inicial de Ursula von der Leyen, quien este miércoles adevrtía en el Parlamento Europeo y través de sus redes sociales que el bloque esta «listo para usar todos los instrumentos» —incluido el reglamento anticoerción—, las últimas declaraciones de Bruselas reflejan una postura más conciliadora. La Comisión Europea ha optado por retrasar hasta el 15 de mayo la mayoría de los aranceles de represalia del 25% sobre productos estadounidenses valorados en 26.000 millones de euros, inicialmente previstos para el 13 de abril, en un gesto que busca «dejar espacio a la negociación» con Washington.
Trump imposed reciprocal tariffs at half the rate imposed by those countries on America:
— Mariam Robly | مريم روبلى (@MariamRobly) April 3, 2025
• 20% on the European Union (🇪🇺)
• 34% on China (🇨🇳)
• 46% on Vietnam (🇻🇳)
• 24% on Japan (🇯🇵)
• 10% on the United Kingdom (🇬🇧)
• 17% on Israel
• 10% on Saudi Arabia (🇸🇦)
•… pic.twitter.com/XrX3nF9TRx
Este cambio de rumbo llega tras una nueva ronda de contactos liderada por el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, con sus homólogos estadounidenses, Howard Lutnick y Jamieson Greer. Aunque la administración Trump se ha mostrado hasta ahora «inflexible», según fuentes comunitarias, la UE insiste en profundizar en una «reciprocidad positiva» que rebaje aranceles en lugar de escalarlos. «No queremos esta confrontación, pero estamos preparados», ha sentenciado Von der Leyen en un tono más sosegado que el de su primera declaración. Pese a las fanfarronadas preliminares, el retraso de las medidas y la ausencia de una activación inmediata del «bazuca» anticoerción sugieren que Bruselas prefiere ceder terreno antes que arriesgarse a un conflicto con su mayor socio comercial, que representa casi el 30% del comercio mundial.
Las posturas entre los principales miembros de la Unión son divergentes. Mientras la Francia de Macron pide golpear servicios digitales como los GAFAM y suspender inversiones en EE.UU., Italia, bajo Giorgia Meloni, aboga por agotar el diálogo, temiendo el impacto en sus exportaciones. Alemania, por su parte, busca un equilibrio que «no perjudique su industria automotriz». En este contexto, la diversificación hacia mercados como Asia o Mercosur sigue sobre la mesa, pero como plan secundario.
Trump, con sus aranceles del 25% al acero, aluminio y coches europeos, y una tarifa plana del 20% al resto de productos, ha impuesto una presión que la UE, por ahora, no parece dispuesta a contrarrestar con igual fuerza. Bruselas apuesta por la «fortaleza» de su mercado, pero el reloj avanza.