“Hola, soy Carla, abuela de 51 años multiorgásmica. Apasionada y sin prisas”.
Este fue el mensaje —acompañado de fotos explícitas de una mujer en cueros— que se encontraron ayer las abolicionistas gaditanas al acceder a su propia web. Su plataforma había sido convertida, por arte de piratería digital, en una red de escorts. Ni rastro de su activismo contra la prostitución, la ley trans o cualquier otra causa afín. Donde antes había manifiestos, ahora hay preguntas intrusivas. Y donde antes se veían imágenes de concentraciones feministas, hoy hay vídeos y fotografías sugerentes en bucle.
¿Ataque proqueer o canallada?
Carla, Marisol, Laura… Son solo nombres de un algoritmo con pretensiones de erótico resultado, diseñado para cazar varones preocupados por su desempeño sexual. El factótum de esta operativa, según denuncia Mayca Romero, portavoz del colectivo, en el Diario de Cádiz, “se encontraba en Rusia durante el ataque”. Aunque no se descarta un sabotaje made in Spain que haya burlado las endebles defensas de una web, que admiten, “está un tanto obsoleta”.
Todo esto sucedió mientras trataban de publicar un nuevo manifiesto contra los pisos turísticos y la proliferación de inmuebles donde se mercadea con el cuerpo de las mujeres. Un mazazo para un grupo que lleva años dando la batalla, y que ahora asiste impotente a la desaparición de su huella digital.
Por el momento, se desconoce quién está detrás del ataque y, sobre todo, el porqué. ¿Un golpe de los sectores proqueer, defensores de la prostitución como empoderamiento? ¿Una broma de mal gusto de algún sujeto contrario a la igualdad intersexual? ¿O, simplemente, una acción arbitraria, sin motivación política?
