Óscar López, ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública y ilustrísimo miembro del PSOE, está hoy en el centro de la controversia. Quién celebró efusivamente en 2015 la filtración de los mensajes entre Mariano Rajoy y Luis Bárcenas, llamando en consecuencia a la dimisión del entonces presidente popular, califica hoy de «muy grave» y un acto de «fango» de la ultraderecha -el acuñamiento no podía faltar-, la filtración de los mensajes entre Sánchez y Ábalos, exigiendo investigar su origen y clamando por duras represalías contra los responsables.
Los mensajes de Rajoy a Bárcenas sí le parecía bien que se publicasen. Rajoy debía dar explicaciones.
— Nicolás Bolivariano (@NicoBolivariano) May 11, 2025
Pero es muy grave que se publiquen los mensajes de Pedro Sánchez a Ábalos. Fango de la ultraderecha.
Óscar López y su ración diaria de hipocresía. pic.twitter.com/c1U1WhEzFa
El doble estándar de López no es nada nuevo, pero la desfachatez con la que aplica criterios de conducta desiguales de acuerdo con el espacio o partido afectado genera indignación igual. Sí, los mensajes de Rajoy eran un apoyo explícito a un corrupto condenado en firme, pero seamos sinceros por un momento -comprendo que para más de uno eso es mucho pedir-, las acusaciones que PRESUNTAMENTE oscilan sobre quien fuera el ministro estrella de Sánchez no se quedan atrás, y las particularidades entre casos no justifican para muchos la diferencia de criterio, que en este caso brilla por su obviedad.
El juego es el mismo para todos. Punto. No ha lugar a la llorera ni los relativismos. Si la evidencia de una conducta errática adquirida a través de medios cuestionables vale para unos, vale para todos. Si no, haber llamado entonces a medidas correctivas con la misma efusividad. Este es el sentimiento mayoritario expresado por la ciudadanía en redes, que se percibe cuanto menos hastiada del victimismo como fórmula para rechazar la propia responsabilidad. Si quieren arremeter contra las investigaciones que han dado lugar a estas revelaciones, háganlo, el fango socialista es también denso y efectivo, pero en ningún caso cambiará lo que los españoles han conocido, ni mucho menos el juicio que sobre las urnas eso repercutirá.
