Salt despunta en la demarcación costera catalana. La localidad gironina se asienta como líder en criminalidad, aumentando solo en un año los delitos convencionales en más de un 30%. Dichas faltas incluyen hurtos violentos, agresiones, tráfico de drogas y homicidios. Este repunte genera preocupación en la localidad, donde la población extranjera representa una porción significativa del cómputo poblacional.
Los datos son claros: en 2024, el 78% de los detenidos por hurtos y robos con violencia en Cataluña eran extranjeros, un porcentaje que Salt reproduce con rigurosa fidelidad. En Girona, los delitos violentos han crecido un 18% en 2024, y el tráfico de drogas un 6,3%. El 86% de los inmigrantes de Salt no trabajan, y la delincuencia se concentra en áreas con alta presencia de población foránea.
En Salt, el perfil de los delincuentes incluye tanto nacionales como extranjeros, sí, pero predominantemente hombres jóvenes con bajos niveles educativos, un grupo demográfico más representado entre la población inmigrante. La Generalitat ha reforzado la presencia policial en la población, con más de 6.000 operativos en 2024 para abordar la multirreincidencia, como el plan Tremall, que atribuyó 9.000 delitos a 452 reincidentes en Barcelona. En Salt, disturbios recientes tras desalojos de viviendas, episodios protagonizados por grupos étnicos muy concretos, han elevado la percepción de inseguridad.
Los datos del INE muestran que en 2022, el 35,4% de los detenidos en España eran extranjeros, pese a ser apenas el 12% de la población, lo que alimenta el debate sobre la seguridad y la inmigración.