El RCD Espanyol afronta este sábado una de las jornadas más dramáticas de su historia reciente. El conjunto blanquiazul, propiedad del grupo Rastar y presidido por Chen Yansheng, se juega la salvación en un partido decisivo en el RCDE Stadium. Depende de sí mismo, pero no hay margen de error: si el Leganés vence al Valladolid, el Espanyol está obligado a ganar a la UD Las Palmas para evitar un nuevo descenso a Segunda División, el tercero en apenas un lustro.
5 derrotas consecutivas
El equipo de Manolo González llega al duelo tras encadenar cinco derrotas consecutivas, una caída libre que contrasta con el buen rendimiento de abril, cuando rozó la permanencia matemática. Pero el desplome reciente lo ha colocado otra vez al borde del abismo. El técnico catalán, sin excusas, apeló al carácter competitivo de su plantilla: “Están acostumbrados a este tipo de partidos”, aseguró en la previa.
Una final
La cita ante Las Palmas se presenta como una montaña rusa emocional. El rival, ya descendido, llega sin presión. Pero el entorno perico teme que los nervios traicionen a una plantilla joven —25,9 años de media, la séptima más baja de la categoría— y con varios jugadores cedidos, algunos de ellos pilares indiscutibles. El RCDE Stadium, que se espera lleno hasta la bandera, será juez y parte en una tarde de infarto.
El Espanyol se enfrenta a algo más que un partido: está en juego su futuro deportivo, su estabilidad institucional y, sobre todo, su dignidad como club histórico del fútbol español.
