Insospechada alianza en el Parlament de Catalunya. Vox y Partido Popular se unieron ayer al nacionalismo catalán de la mano de Aliança para votar a favor de una moción para prohibir el burca, el nicab, el hijab y demás «símbolos islámicos de represión contra la mujer» en los espacios públicos de Catalunya. Con apenas los 28 apoyos de las 3 formaciones conservadoras, la moción no prosperó, pero si dió pie a un intenso debate, en especial entre Junts y Sílvia Orriols.
Avui s’ha votat la moció del grup parlamentari d’Aliança Catalana per prohibir el vel islàmic en els espais públics.https://t.co/ASMAdP4r8n
— Aliança Catalana (@CatalunyaAC) May 22, 2025
💙#SalvemCatalunya pic.twitter.com/NtJhPv5fWJ
Junts, desubicado
La votación se llevó a cabo horas después de conocer una contrapropuesta anunciada por Junts. Los de Puigdemont proponen, como alternativa a la moción de Aliança, un proyecto del ley que prohíba esos mismos símbolos islámicos solo en los centros de formación y actividades extraescolares. El matiz, sostienen, para salvaguadrar la integridad física de las estudiantes musulmanas y evitar casos de discriminación. Una versión descafeinada, vamos. «La marca blanca de Aliança Catalana», en palabras de Orriols. La diputada afeó así el nuevo bandazo discursivo de Junts, que tras años de discuros buenistas y políticas aperturistas – por no hablar de sus recientes pactos con la izquierda progresista-, aprieta hoy contra las cuestiones migratorias sin atreverse a ir a todo gas. Nadar entre dos aguas. ¿El resultado más probable? Ahogarse. Así lo resumió Orriols: «Teniendo a mano la versión original, ¿creen que los catalanes comprarán la copia?»
La reacción de Junts no es casual, y responde a patrones de conducta habituales en formaciones insitucionalizadas de carácter «centrista o moderado»: la fagotización del discurso ajeno, siempre que esté al orden del día; que sea popular. Por desgracia para los post-convergentes, pero, la experiencia no avala su estrategia, y es que Orriols tiene razón. Cuando los partidos tradicionales copian discursos marginales, el resultado es siempre el mismo: legitiman las tesis en el debate público, las normalizan y pierden, siempre, contra la versión original. Junts cree, en su línea, haber reinventado la rueda, pero está cavando su tumba electoral.
La votación de ayer manifiesta, en consecuencia, una serie de realidades. Primero, Aliança ha llegado para quedarse; su discurso está plenamente integrado dentro de la ventana de Overton. Segundo; Junts tiene miedo, y con motivo. La captación de voto no será menor. Tercero, la izquierda sigue, de momento, en sus trece, rehuyendo la estrategia del laborismo británico y apostando, todavía, por la multiculturalidad. Electoralmente, es la estrategia más solvemte, al menos a corto plazo, hasta que las externalidades de su paradigma sean tan notorias que la población fiscalice su actividad. Es también inteligente a largo plazo, aunque los motivos para ello dan para otro artículo a tratar en otro momento.