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Cataluña abre el melón del velo islámico

En nuestro entorno ya son seis los países europeos han prohibido el velo integral; el último Suiza, tras aprobarse la medida en referéndum

Una mujer con un burka azul y otra con un niqab negro.
Cada vez es más habitual ver por las calles de Barcelona a mujeres ataviadas con burka o niqab.

“El velo tapa el pelo, no el cerebro”. Es el lema más habitual de las defensoras del velo islámico, visto incluso en manifestaciones feministas. Sí, también en manifestaciones feministas; increíble pero cierto. Felicito a las defensoras de esa tesis por su seguridad y claridad de ideas. Confieso que no es en absoluto mi caso. 

Abjuro sin atisbo de duda del lenguaje islamófobo que Aliança Catalana ha convertido en su bandera política y que Vox utiliza también, aunque de forma más intermitente. Pero también confieso que algunos de sus argumentos me parecen más que razonables. En concreto, aquellos que cuestionan el uso del velo, especialmente el velo integral -burka y nikab-, por su condición de símbolo del sometimiento de la mujer al hombre.

El velo ha llegado esta semana al Parlament merced a una moción de AC en la que proponía prohibir su uso en los colegios, proscribir el burka y el nikab de cualquier  espacio público y eliminar también el burkini de las piscinas públicas. Una moción que solo apoyaron, en algunos puntos, PP y Vox. Junts rechazó todos sus puntos, aunque el lunes anterior su ejecutiva acordó defender esas mismas tesis. Es decir, la prohibición del velo integral en cualquier espacio público, y de cualquier tipo de velo en las escuelas. 

AC propone prohibir el uso del velo en los colegios, proscribir el burka y el niqab y eliminar el burkini

El debate en la cámara se sustanció por los derroteros habituales. Que si fachas y racistas, que si buenismo izquierdista, y en medio unos exconvergentes que no saben qué hacer en relación con la competencia electoral que supone la eclosión de Aliança ni cómo responder a los debates propuestos por Sílvia Orriols.

Poco se habló, sin embargo, del fondo de la cuestión. Esto es, de la confrontación entre el derecho a la libertad religiosa y el derecho a la igualdad entre hombres y mujeres, niños y niñas. Dos valores esenciales para una sociedad que se llama democrática, de esos que a los occidentales nos hacen sentir una cierta superioridad moral respecto a nuestros vecinos del sur. 

Y ahí radica la complejidad del debate: ¿estamos garantizando los derechos de las mujeres y niñas que han dejado sus países de origen buscando una vida mejor al permitir que sus familias y entornos sociales les impongan el velo? Cualquiera que haya leído someramente a la escritora Najat el Hachmi debería tener serias dudas al respecto. 

La denuncia lanzada este mayo por trabajadores sociales del Raval respecto a la marginación de las niñas de familias migrantes a las que sus familias apartan de cualquier actividad de ocio o deporte que no sea la educación obligatoria a partir de los 12 años debería mandar también señales de alerta. Pero la respuesta oficial más habitual en estos casos es que “es demasiado complicado” y mejor mirar para otro lado. Como se ha hecho durante años con el escandaloso funcionamiento de la DGAIA. ¿Les suena?

Es más fácil mirar para otro lado y obviar que en el Raval solo hay una niña por cada 7 niños apuntados a colonias

Efectivamente, es más fácil mirar para otro lado y obviar que en el Raval solo hay una niña por cada 7 niños apuntados a colonias, como denuncian estos activistas. Al fin y al cabo, si la cosa va a más siempre se podrán silenciar las quejas con el habitual y despectivo “facha” con el que la izquierda oficial responde a estas cuestiones.

Tampoco es la primera vez que se plantea la cuestión. En 2010 el entonces alcalde de Lleida, el socialista Ángel Ros, ya aprobó una ordenanza municipal para prohibir el uso del velo integral en espacios públicos municipales. Ros convirtió así a Lleida en pionera en España en este ámbito, aunque fue por poco tiempo. La norma, recurrida por diversas entidades, fue tumbada por el Tribunal Supremo tres años después. 

Solo un año después, el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos avalaba una prohibición similar impulsada por el gobierno francés. 

De hecho, en nuestro entorno ya son seis los países europeos han prohibido el velo integral; el último Suiza, tras aprobarse la medida en referéndum. Antes que el país helvético, Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Austria emprendieron también ese camino, que ha sido validado por el Tribunal de Estrasburgo. Diversos países, con Francia al frente, han prohibido también el uso del velo en los colegios.

En ese norte “donde dicen que la gente es más limpia y noble, culta, rica, libre, despierta y feliz” como dejó escrito Salvador Espriu, el debate sobre el velo no se liquida de un plumazo como hizo estes jueves el Parlament. 

Iva Anguera de Sojo
Iva Anguera de Sojo
Periodista especializada en política, he pasado por ABC, la Delegación del Gobierno en Cataluña y El Independiente. Ahora en el Consejo de Betevé y colaborando con diversos medios.

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