Argentina está en racha. Milei sigue desafiando las catastróficas predicciones económicas que el consenso izquierdista augurava para Argentina con datos al alza que reflejan un crecimiento económico y de bienestar continuado. La inflación para este pasado mayo fue del 1,5 %, el nivel mensual más bajo desde 2017 -excluyendo los meses atípicos de pandemia- y el consumo sigue creciendo.
Este descenso consolida el punto de inflexión que la llegada de Milei ha generado en la política económica argentina, que hasta hace pocos meses sufría una de las inflaciones más altas del mundo. Con un acumulado del 13,3 % en lo que va del año y una proyección del 28,6 % anual para 2025, La Libertad Avanza celebra efusivamente lo que denomina como el inicio de un «círculo virtuoso».
La caída de la inflación genera a su vez externalidades positivas para el consumo y, en consecuencia, el crecimiento sostenido -y sostenible- de la economía. El mercado inmobiliario repunta exponencialmente, registrando un aumento del 40,6 % interanual en compraventas durante marzo. Es el mejor registro desde 2007. En paralelo, la venta de vehículos -usados y nuevos– alcanza también cifras récord: más de 158.000 vendidos en abril; una subida del 16,7 % anual.
¿Qué significa exactamente todo ello? El desarrollo de un contexto de superávit fiscal. Las recetas de Milei, como el tipo de cambio unificado y el compromiso del gobierno con la emisión monetaria cero, que refuerza la seguridad jurídica para inversiones extranjeras -el dinero va allí donde se presume estabilidad- funcionan. ¿El indicador más alentador es este sentido? El riesgo ha caído por debajo de los 650 puntos, el nivel más bajo en años; la confianza va en aumento.
El gobierno anticipa en este entorno de prosperidad relativa que la economía crecerá más del 5 % en 2025. Por supuesto, asún hay retos; y no son menores. Pese al repunte, el consumo -indicador clave de la situación económica de los hogares de cualquier nación- sigue débil, el desempleo se mantiene elevado. Esto responde principalmente a dos fractores; la destrucción de empleo público que falseava al alza las cifras de los anteriores Ejecutivos -obras públicas superfluas, estructuras ministeriales faraónicas y subvenciones a partir del incremento de la deuda-, y la aún existencia de un mercado laboral rígido, donde la legislación de Milei aún no ha podido aplicar las reformas prometidas.
Con todo, la recuperación empieza a sentirse en sectores clave, y la apuesta de Milei por un ajuste drástico está dando sus primeros frutos, generando un clima de optimismo que también juega un indispensable rol en la recuperación.