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La comparecencia de Sánchez hunde su popularidad a mínimos históricos

La comparecencia de Sánchez hunde su popularidad a mínimos históricos
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso. / X.

Cuatro días. Cuatro días han bastado para que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, recupere su jovial chuleria y beligerante retórica; para pasar de las disculpas al reproche y de la defensa al ataque. El arrepentimiento -impostado- del pasado jueves ha transmutado hoy en bravuconería para dar el que probablemente sea su discurso más reprobado hasta la fecha, dándose incluso licencias humorísticas que prometen dar bastante que hablar a lo largo de las próximas semanas.

La rueda de prensa ofrecida, desde Ferraz, ha desatado una palpable ola de indignación, encendiendo los ánimos de la ciudadanía en redes sociales y acabando de perfilar la crisis de imagen de Sánchez, ya bajo mínimos. Las reacciones más airadas no se han hecho esperar, con un sector de la opinión pública tachando su intervención de arrogante y fuera de lugar, especialmente por su tono desafiante hacia la oposición y sus antiguos aliados. Muchos han interpretado sus palabras como un intento desesperado de desviar la atención de las acusaciones de corrupción que salpican a su entorno, tras el informe de la UCO. La percepción de victimismo en su discurso, combinada con un ataque directo a otros partidos, ha sido recibida como una afrenta a la inteligencia colectiva, alimentando la narrativa de un líder acorralado que recurre a la confrontación para mantenerse a flote.

Desde la izquierda, las críticas han sido igualmente feroces. Antiguos socios de coalición han cuestionado la legitimidad de Sánchez para liderar el Gobierno, acusándolo de «traicionar los valores progresistas y de aferrarse al poder a cualquier precio». La ruptura con sectores de la izquierda radical, que han rechazado participar en su ronda de contactos, evidencia una fractura que podría comprometer la estabilidad de la legislatura. Por su parte, la oposición señala las contradicciones del PSOE; la auditoría externa anunciada por Sánchez genera más dudas sobre la confianza interna que certezas sobre la transparencia.

A pesar del respaldo de la militancia socialista, siempre fan, que ha cerrado filas en torno a su líder, el rechazo generalizado sugiere que Sánchez enfrenta un punto de inflexión. Su apuesta por la fanfarronada puede haberle granjeado titulares, pero hunde su credibilidad a niveles catastróficos.

Guillem Espaulella
Guillem Espaulella
Politòleg per la Universitat Pompeu Fabra.

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